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silvia gallo / ical
Sábado, 7 de marzo 2020, 18:50
El presidente de Acor, Justino Medrano, reconoce que el último año ha sido un tiempo «muy positivo» a pesar de lo «duro» que ha sido tener que tomar decisiones para encauzar la compañía desde un punto de vista económico y conducirla hacia «otro modelo y ... abaratar costes». En mente tiene ya nuevos proyectos, aunque sin acometer «fuertes inversiones», además de deshacerse de activos de la cooperativa en Rumanía, la antigua fábrica de Valladolid o el parque fotovoltaico de Tordesillas, que ya cuentan con interesados, para poder seguir invirtiendo. Defiende que la remolacha tiene «potencial de crecimiento» y se muestra convencido de poder recuperar las 30.000 hectáreas en Castilla y León en los próximos años «si se mantiene la contratación y las fábricas» con este cultivo «estratégico y básico» para el campo en la Comunidad. Además estima que la nueva PAC va a pedir «lo que la remolacha ya ha hecho», en especial desde un punto de vista medioambiental, y luego «se lo va a aplicar a los demás cultivos».
Se cumple un año desde que fue elegido presidente de Acor. ¿Qué balance hace de este año?
El balance es muy positivo. El año se ha pasado pronto, había mucha tarea por delante. Empezamos con el ajuste de los sueldos directivos, con una rebaja importantísima, se revisaron contratos, que ha sido una labor en la que seguimos, quitando papel, eliminando cartas… pero es que al final sumas y tienes casi tres millones de euros sin mucho esfuerzo. Tenía que hacerse un ajuste que había tenido que ir con las crisis y no se hizo. Bajar un 50% es un palo, también a nivel personal, ha sido duro. Si se hace gradual no pasa nada, pero toda en poco tiempo, cuesta.
Esos ajustes, ¿se han finalizado este año o es necesario acometer alguno más?
Nos hubiera gustado, pero no. Hay mucho que decir todavía y mucho que hacer. Se ha recuperado el prestigio interno porque había mucha sugestión interna de que nos íbamos a cargar Acor, había mucha desconfianza incluso de los trabajadores. Hemos hecho ajustes que han dolido pero que eran necesarios, y todavía hay que hacer más. Al final de este año estaremos en línea de nuevas aventuras y negocios para crecer y un cierre de ajustes con idea de crecer y expandirlo. Además, una empresa como Acor no tenía su propia asesoría, que da mejor cobertura en riesgos. Estamos revisando todos los seguros, pero hay seguros tan complejos…, y estamos en esa fase. Si hay un departamento se pueden conseguir mejores precios y mejor cobertura.
¿Por donde pasan los retos a partir de ahora?
Siempre hemos dicho que la idea era crecer en Castilla y León. No había que haber ido a Rumanía, pero allí estamos, intentando ver si nos deshacemos de aquello, es un negocio que está en venta porque no ha generado nada interesante, pero hay dos compradores y estamos intentando liquidarlo. Castilla y León es agrícola. Cualquier negocio que genere un beneficio al agricultor y sea susceptible de transformar, también genera un retorno para el socio. Estamos buscando acuerdos que supongan inversiones fuertes, estamos en varias negociaciones, pero no hay nada cerrado.
¿Se plantean entonces prescindir de otros negocios para centrarse exclusivamente en la remolacha?
La situación de Acor requería de ajustes. Se hizo una auditoría y decidimos que había que desinvertir en algunos negocios, y poner a la venta lo de Rumanía, los terrenos de la fábrica de Valladolid… hay gente interesada pero es un proceso largo. Luego está el parque fotovoltaico de Tordesillas. La idea era refinanciarlo y estamos negociando una posible venta, porque es un buen momento para sacarlo al mercado ya que se está pagando más de lo que vale. Tenemos clarísimo que se desinvierte, se coge el dinero y la idea es hacer un parque grande que alimente al polígono para que se puedan establecer más empresas y nosotros podamos crecer. Luego, de paso, haríamos un cambio de calderas de gas a eléctricas, porque el coste en gas fue el año pasado de 20 millones de euros. En esa línea estamos trabajando, porque es buscar otro modelo y a la vez abaratar costes.
¿Seguirá siendo la remolacha el eje de la actividad de Acor?
La remolacha es básica. El socio está dañado de estos años que han venido mal. El azúcar ha subido y se va a mantener ahí. En Castilla y León la remolacha es un cultivo estratégico y básico, porque es rentable, con precios buenos y forma parte de la rotación de la PAC; genera población en los pueblos, y entra en la nueva política más verde. También genera empleos indirectos que dependen de la remolacha, así que lo necesitamos sí o sí. La nueva PAC va a pedir lo que la remolacha ya ha hecho, y se lo va a aplicar a los demás cultivos, luego la remolacha va a tener ayuda, sí o sí.
¿Y cómo está la confianza del productor remolachero?
La parte negativa se ha pasado. Se mantienen los precios, pasan los años y los gastos van subiendo y cada vez hay menos margen y hay un descontento, pero con la remolacha y con todo, y se piensa en abandonar, pero creo que esto cambiará e incluso tenemos que crecer.
¿Entonces es posible que Castilla y León recupere ese carácter estratégico y la ilusión con la remolacha?
Estoy convencido de que en cuatro o cinco años se va a recuperar bastante. Hay una sensibilidad por parte de la Administración y el impacto social a favor del campo. La remolacha tiene potencial para crecer, además estamos con el tema del bioplástico, y si crece vamos a necesitar más remolacha, así que vamos a tener que crecer.
En algunas zonas ya está comenzando la siembra. ¿Qué previsiones manejan?
Hace dos meses había mucha psicosis de que se abandonaba el cultivo, y si se abandona, no se recupera. Hasta que no cerremos la contratación y tenga garantías de que no ha habido un abandono masivo, mantenemos o perdemos un poco, a partir de ahí es cuando tomaremos decisiones. A ver cómo evoluciona la contratación de Azucarera, que están convencidos de que van a crecer, aunque a a costar. Antes de invierno pensaba que nos quedábamos sin gente. Si se mantiene la contratación y las fábricas es cuando tengo claro que crecemos al año que viene, pero se tienen que dar estas circunstancias. En Navidad se percibía que el agricultor abandonaba, y ahora parece que la gente está animada a sembrar, así que se ha cambiado de tendencia y se ha cambiado la situación, y en algunas zonas ya se está sembrando, había ganas.
¿Cuánto daño hizo al sector remolachero el anuncio de Azucarera de bajar el precio?
5.000 hectáreas de remolacha. 5.000 perdió Azucarera, 2.000 desaparecieron y más de 3.000 se vinieron para Acor. Gracias a que estaba Acor no se perdieron. Acor ha llegado a un pacto y garantiza un precio de 42 euros por tonelada hasta 2027, es la única manera de generar ilusión. En la remolacha, el agricultor tiene todavía margen para el ajuste de precios, uno de ellos es la energía, que es lo que más encarece. Si con la energía solar se abarata bastante, vamos a hacerlo, pero necesito una estabilidad a siete u ocho años y un precio garantizado. Por eso el acuerdo alcanzado hace unos días es importante.
¿Por qué Acor pudo hacer frente a un pago que no podía asumir Azucarera?
La cooperativa tiene un patrimonio y tira de él. Hemos aguantado dos años pero no hubiéramos podido aguantar otro más porque las pérdidas al final hay que taparlas. Ahora mismo al agricultor le pago la remolacha y tengo el azúcar en silo, está todo vendido y a buenos precios. Una empresa privada se pregunta cómo tira de lo suyo y no puede, y la única solución es bajar el precio. Hoy los 42 euros a siete años no hay ningún problema porque en un mercado normal de azúcar dan beneficio e incluso Azucarera ya está diciendo que en un año o dos podrá pagar ese precio. Es el mínimo que ha fijado el agricultor, porque por debajo de los costes de producción no puede sembrar y si no llega, se va.
Quizá impulsado por las movilizaciones del campo, ¿percibe un cambio de conciencia en el consumidor ante la importancia de consumir productos nacionales?
En España no la ha habido, ahora está empezando. Aquí falta sensibilidad. En el pasado, mucha gente en España salió del campo y la gente que vino a la ciudad tenía cierto odio hacia el campo y no quería consumir nuestros productos y eso está mal. Está la sensibilidad de que se quiere una cosa más sana y más controlada porque se reduce también el impacto, pero no hemos sabido venderlo porque el agricultor es el malo de la película, contamina y destruye, cuando hay unas leyes que nos tienen atados y sometidos al mejor control sanitario.
Este año crecieron en hectáreas hasta las 14.000. ¿Prevén un nuevo incremento de cara a la próxima campaña?
Ha habido un punto de inflexión porque el sector agrícola está muy envejecido. Hay gente que tiene una edad avanzada y de las hectáreas que había hace cinco años, más de 1.000 o 1.500 corresponden a gente que se jubila y abandona. Entra gente joven en un momento en el que oye que la situación está muy mala, con lo que no está ilusionado con la remolacha y porque exige más dedicación o ve un futuro incierto. Me conformo con que se mantengan la superficie porque falta eso, la ilusión no se cambia de un día a día, y hay una parte natural de la gente que se jubila y la gente joven a la que le cuesta.
¿Tendría capacidad Acor para ampliar también la capacidad de molturación?
En la fábrica de Olmedo estamos prácticamente al límite. Hay que hacer unas mejoras pero es un aumento pequeño. Pero en Castilla y León como región sí, porque hay cuatro fábricas. Podemos volver a las 30.000 hectáreas. No se debe cerrar ninguna fábrica. Vamos a ver qué posición tiene Azucarera ahora y cómo reacciona el agricultor. Esta campaña es decisiva. Si Azucarera ahora retoma la confianza de los agricultores por el precio del azúcar, a partir de ahí el agricultor se va a volver a enganchar. Igual este año no, pero al año que viene o al siguiente puede crecer.
Planteó hace unos meses la posibilidad de llegar a acuerdos con Azucarera para que la remolacha se molturase en la planta más próxima. ¿Hay avances?
La relación es buena. Hemos tenido contactos y diálogo para hablar del sector, pero no hemos avanzado más, y como la campaña estaba hecha, ha quedado ahí. Estamos pendientes de ver si hay posibilidades, sería simplemente un acuerdo de colaboración, cosas puntuales. Vamos a ver si somos capaces el año que viene de hacer algo. Hay buena relación pero sin más. Habrá que ver este año cómo evoluciona la contratación.
¿Pasa el futuro por el cooperativismo para dar salida a estos cultivos?
Si puedes agrupar la producción de frutos secos a través de los socios de Acor y se llega a un acuerdo con Piñonsol, porque queremos un producto diferenciado, porque el día que se sature el mercado, va a pasar lo que con la uva. Piñonsol tiene una marca conocida, una red comercial y donde va el piñón va lo demás. Acor no va a comercializar, agrupa la producción y Piñonsol comercializa. Es un mercado que hay que crear y una ilusión que hay que crear.
¿A su llegada, habló de dar cabida a «todos» para devolver a Acor «todo su prestigio». ¿Se ha conseguido?
Los socios tienen que ser los protagonistas. En este año la respuesta por parte del socio ha sido buena. Hubo un impacto. El socio quería cambio y pensábamos que podía haber un cierto nivel de votos, pero no ganar por esa diferencia. Todavía hay gente que piensa que un agricultor no puede estar de presidente en una cooperativa, cuando el presidente tiene cada vez menos influencia y pasa a ser representativo y vigilante, y una vigilancia la puede hacer cualquiera. Pero esto se demuestra día a día.
Hacía alusión antes al bioplástico. ¿Los problemas judiciales de Bio-On desechan la posibilidad de apostar por ello?
Había un acuerdo y se dio dinero por la exclusividad de una patente durante dos años y queda casi un año de acuerdo que consistía en exclusividad en la península Ibérica para trabajar el plástico PHA. Teníamos mucha desconfianza porque había cuestiones que no veníamos clara. El PHA es un plástico que cuesta mucho más que los otros y no salían las cuentas para la aplicación real. Estamos trabajando ahora con el PLA, conocimos una startup que tiene una aplicación y hay una o dos plantas funcionando en el mundo incapaces de abastecer un mercado que crece mucho y eso es real. A día de hoy tenemos ya el circuito cerrado. Es un acuerdo con esta 'startup', una multinacional muy potente y Acor está en el medio, así como un grupo de empresas que tiene la patente. Está muy avanzado el tema y la administración está apoyando. El socio tiene miedo del fracaso porque tiene el recuerdo del biodiésel y dice que esas empresas son nuestras. Acor entra en un negocio que coloque producto y dé rentabilidad, pero no poner dinero o el mínimo posible. Aquí ofrecemos terrenos, instalaciones, la comunicación y la maquila, y sobre todo la materia prima que va a salir del jugo de azúcar. Pero no puedo dar más detalles.
Recientemente se reunieron con la CHD. ¿Hay avances en relación a las comunidades de aguas subterráneas?
El agua es un bien que hay que gestionarlo bien, pero el socio ha hecho los deberes. Están en proceso de formación las comunidades de aguas subterráneas. En Confederación ha habido un problema porque se ha estado sin Gobierno. El problema es que al agricultor le llega una multa y no hay una regulación definida. Pedimos que den de paso las comunidades que cumplan los requisitos para que el agricultor tenga claro que ha hecho bien las cosas y se adapta al cupo que tiene, para así dar un mensaje de tranquilidad. El mensaje general es positivo, no somos derrochadores, y ese mensaje social es importantísimo.
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