«¿Cómo iba a estar allí tirada 23 días sin que nadie la viera?» La respuesta a la pregunta que se hacen todos los vecinos de Traspinedo podría estar en las imágenes del atestado policial que forma parte del sumario abierto, al que ha accedido ... El Norte de Castilla, cuando se produjo el levantamiento del cadáver de Esther López de la Rosa. Hoy, nadie acepta que después de tres semanas de batidas en las que participaron cientos de personas y todo tipo de medios de rastreo, el cuerpo pudiera permanecer desde la madrugada de su muerte, el 13 de enero, en la misma cuneta.
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En la revisión de las fotos del levantamiento del cuerpo, a las que ha accedido El Norte, podría estar la respuesta. Salvo los primeros planos, a pocos metros la visibilidad es escasa o nula, hasta el punto de que los fotógrafos periciales balizan la ubicación del cuerpo con flechas para situarlo en los márgenes del asfalto.
Las incongruencias en el operativo de búsqueda de la joven desaparecida en la madrugada del 5 de enero alcanzan incluso al hombre que la localizó. Jose Carlos R. no era un paseante ocasional como se ha llegado a decir. El enorme sumario del caso recoge el testimonio de este rastreador, que llegó 'ex profeso' desde Salamanca aquel sábado a las 9:30 horas y apenas tardó 50 minutos en localizar a Esther. Después de 'peinar' varias naves y unos terrenos, empezó a caminar por el arcén derecho de la vía que accede a Traspinedo desde la N-122. «A los 15 metros, a simple vista, ha observado el cuerpo» (alineado en el talud de la carretera) «con la cabeza posada en el suelo, si bien no se veía porque estaba cubierta por la parte de la espalda de una chaqueta marrón», explica el sumario.
Cuando llega la Guardia Civil, la toma de imágenes del lugar va acompañadas de las primeras sospechas de que ha podido haber algo delictivo en esta muerte. Lo confirmará después el exhaustivo examen forense que se prolongó entre el 5 y 7 de febrero. Los cuatro forenses que lo firman concluyen que se trata de «una muerte violenta y sospechosa de criminalidad como consecuencia de un politraumatismo, con lesiones ocasionadas por un impacto de alta energía, compatible con un atropello».
En su examen externo, el cuerpo de Esther López presenta todo tipo de erosiones en la cabeza y las extremidades. Por dentro, sufrió un traumatismo craneal sin fractura, un esguince cervical y hemorragias internas en la cavidad pulmonar y los espacios intercostales «compatibles con el mecanismo del latigazo corporal».
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Pero estos médicos también dejan claro que son lesiones «producidas en vida» y que «hay supervivencia» desde que ocurrieron hasta su muerte. Además de que «las lesiones traumáticas no tienen entidad suficiente para producir la muerte de forma instantánea».
La mujer sufrió un impacto por detrás a una altura entre 77 y 79 centímetros «compatible con un vehículo con frontal medio-alto, tipo todo terreno». Un atropello «producido a media o baja velocidad», y con la confluencia de otros factores «como han sido la intoxicación etílica (dio 3,2 gramos por litro en sangre), consumo de cocaína e hipotermia».
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Por último, esbozan la idea de que «no se puede descartar que el lugar del atropello haya sido distinto del lugar donde se la encontró». Y que su cuerpo haya sido «movido» pero siempre «en las primeras horas del fallecimiento».
Desde la Comandancia de Valladolid asumen esta línea y abren la veda de las sospechas criminales. Su primer relato habla de que los tres elementos del atropello (cuerpo, bolso y teléfono) están «localizados en un área muy próxima, cuando por lo general suelen quedar dispersos por el escenario de los hechos».
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Los investigadores apuran al máximo sus indicios. «La disposición del bolso no guarda relación con una dinámica post-atropello habitual, habiendo sido por tanto alterado de forma voluntaria por acción humana». Aún más, insisten en que «las extremidades superiores e inferiores, alineadas con respecto al tronco, no es una posición habitual tras la producción de un atropello.
A partir de aquí, los agentes envían a la jueza de instrucción sus líneas de investigación centradas siempre en «las extrañas circunstancias que permiten teorizar la comisión de un supuesto delito contra la vida». La magistrada autoriza el volcado de los móviles de Óscar S. M. y Lucio Carlos 'Carolo' G. D., sus últimos acompañantes en vida, y Ramón J. G. F. Este último protagoniza todas las pesquisas iniciales. Seguramente influyó en los investigadores sus amplísimos antecedentes, que ocupan dos folios en el sumario.
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Ahora que se han liberado 607 de los 625 documentos del sumario, queda claro que las sospechas policiales se centran solo en Óscar, la última persona que vio con vida a Esther. Los dos junto a 'Carolo' compartieron noche de copas y el auto de Óscar. En sus dos declaraciones en la Comandancia, éste último insiste en que hacia las 2.30 o 2.45 horas del 5 de enero dejó a Carolo en su casa. Esther le insistió en ir a Valladolid a «tomar la última». Ante su negativa, ella se apeó del coche llamándole «rancio y cortarrollos» y se dirigió camino de la casa de Carolo, cerca del restaurante La Maña. No dejó que él la llevara de vuelta en su coche. Óscar arrancó: «Fue el último momento que la vi».
Este relato, con escasos matices, es mantenido sin contradicciones hasta ahora por los dos varones que pasaron las últimas horas con la fallecida. La Guardia Civil ha exprimido al máximo las capacidades de sus unidades de Apoyo Tecnológico Operativo (GATO) y la Unidad Central Operativa (UCO) y ha encontrado varias contradicciones en los pasos de Óscar. El más grave según ellos es que «el posicionamiento del móvil de Esther a las 3:26 horas y el suyo a las 3:22 les sitúan a ambos en las cercanías de la casa de Óscar» -insiste una pieza del sumario-, reforzado con la conexión a las 3:19 horas del vehículo de Óscar bajo una antena que da cobertura a su vivienda». Esta evidencia «coge en una grave contradicción a lo declarado por Óscar, aseverando que sobre las 2:30 o 2:45 Esther se bajó de su vehículo».
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Después se produce una extraña vida paralela de los móviles de ambos, «compatibles con su presencia en las mismas zonas» entre las 3:21 y las 6:34 horas; para después difuminarse en 'modo avión', otra vez los dos, entre las 6:30 y las 9:10 de la mañana. Incluso la revisión de las antenas de la zona hacen que confluyan los dos terminales poco después de esa hora.
Hay registradas dos llamadas de Óscar y un whatsapp (de 3:33 a 3:35 horas) al móvil de la joven que después él no recordaría en sus declaraciones. Esto, unido a los dos viajes que realizó el día después (13 de enero) entre Valladolid y Traspinedo, con su teléfono sin actividad, «refuerza las sospechas de su vinculación con la desaparición», insistirán después los investigadores.
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La resaca del día después fue una sucesión de mensajes de Whatsapp entre 'Carolo', Óscar y otros amigos preguntándose sorprendidos por el paradero y la falta de noticias de la mujer. 'Y donde la dejaste?'/ 'Por la noche... que se iba andando donde Carolo por El Romeral?? Madre mía'...'Si, cuando dejamos a Carolo me dijo que bajáramos a Valladolid a tomar la última y como le dije que no, pues me dijo que se iba donde Carolo'/...' En El Romeral sola de noche'.../ 'Es que es mucho tiempo y no ha ido donde Carolo ni nada/... 'Sabéis algo?'/ ' Sigue con el móvil apagado'... 'Joderr'.
Cuando se localizó su móvil, a 70 centímetros de su cadáver, los agentes confirmaron que había recibido también tres llamadas infructuosas de su madre entre las 5:31 y las 6:30. Quedó desconectado a las 11 de la mañana.
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El esfuerzo técnico y humano por datar cada paso de los protagonistas ha sido mayúsculo. La UCO presentó una petición a la jueza para que autorizara los últimos mandamientos judiciales «acorde con la relevancia y gravedad de unos hechos que superan las «meras sospechas subjetivas». Permitieron la entrada y registro de la casa de Óscar en Traspinedo y sus conclusiones están en esos 18 documentos que todavía son secreto sumarial.
Los agentes insisten en sus informes en «la escasa credibilidad que merecen las versiones dadas por Óscar». Sobre todo en la «grave contradicción de que dijera que Esther se había apeado del coche y, sin embargo, sus móviles se ubicaran en las inmediaciones de su vivienda».
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La declaración el próximo lunes de Óscar S. M. ante la jueza de instrucción debería despejar algo de esta extraña tragedia. Pero, a día de hoy, ninguno de los tres investigados (Ramón, 'Carolo' y Óscar) tiene medida cautelar alguna.
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