Los interrogantes que solo la autopsia de Esther López puede responder

En una de las salas de autopsias de la Facultad de Medicina de Valladolid, los forenses buscarán respuestas sobre lo que le ocurrió a la desaparecida de Traspinedo, después de que los interrogatorios a 'Carolo' y Óscar, las dos personas que fueron las últimas en verla con vida la madrugada del 13 de enero en las inmediaciones de La Maña, no hayan contribuido más que a la confusión con sus distintas versiones de las últimas horas que compartieron con Esther.

Hasta ahora, los investigadores del caso, sin pruebas concluyentes y sin cuerpo del delito, estaban a expensas de las grabaciones de las cámaras del restaurante, el estudio del posicionamiento de los teléfonos móviles de los sospechosos, el clonado del dispositivo de la joven y los vestigios biológicos recogidos en la casa de Ramón García 'El Manitas', el único detenido en relación a la desaparición de Esther y que permanece en libertad provisional con cargos por orden de la titular del Juzgado de Instrucción 5 de Valladolid, que instruye las diligencias del caso.

Con el hallazgo del cuerpo de la desaparecida, las piezas del puzzle podrán empezar a encajar y la policía judicial puede ir descartando hipótesis en un caso hasta ahora demasiado abierto y con muchas líneas de investigación que cruzar que no solo pasaban por el entorno íntimo de la desaparecida en Traspinedo, sino que han llegado hasta Valladolid, sin resultado hasta hoy.

Con el informe de los forenses se podrá determinar si falleció por causas naturales, autoinducidas, por accidente (como una caída fortuita con resultado fatal) o una muerte violenta, sin excluir la agresión sexual. El buen estado aparente que presentaba el cuerpo hallado en el pago de La Carrascosa, sin signos de violencia (golpes, incisiones o marcas que se apreciaran en la inspección ocular), incluye también la hipótesis de que la muerte pudo ser súbita.

Los hechos investigados se remontan poco antes de las ocho de la tarde del miércoles 12 de enero, cuando Esther López salió con unos amigos a ver el partido de la Supercopa en el pub James Dean de Traspinedo. Después continuó, primero, en casa de uno de los amigos de la pandilla de Esther, posteriormente en El Castillo y, hasta bien entrada la madrugada, en la zona de las bodegas (una parada ocultada hasta ayer por los amigos investigados) y el entorno de La Maña. Otra de las líneas de investigación apunta a la posibilidad de que se les pudo ir de las manos a sus participantes y la jornada acabara en una tragedia que nadie supo cómo afrontar y el pánico habría determinado la ocultación y el encubrimiento.

Además de determinar la causa de la muerte, la necropsia, con cierto margen de error, establecerá aproximadamente la fecha y la hora en la que se produjo el fallecimiento, si Esther López murió en las horas próximas a su desaparición o si lo hizo poco antes de que su cadáver apareciera en el término de Traspinedo, lo que apuntaría a una retención o secuestro de la joven durante tres semanas. Tampoco se descarta que dejaran el cuerpo como deferencia a la familia, ante la presión policial y mediática o, en otro extremo, a modo de advertencia, por una venganza, ajuste de cuentas o ley del silencio.

Fuentes próximas a la investigación indicaban ayer que el buen estado que presentaba el cuerpo también podía interpretarse como que Esther había estado hasta poco antes con vida o bien, su cuerpo, en un lugar seco y protegido de los elementos. Más de veinte días a la intemperie, aunque no haya llovido, se habría dejado notar en la degradación de los restos. Además, sin estar enterrado, los animales habrían podido dejar huella en él.

Las mismas fuentes destacan el hecho de que el cuerpo de la joven haya aparecido más de veinte días después en un cruce, en una zona desarbolada y en las proximidades de varios accesos y tan cerca del pueblo, y apuntan a que «la han dejado allí para que la encontráramos». Con un estilo «mafioso» y tal vez, apostillan, «para dejar un mensaje». Un mensaje que la autopsia ayudará a desentrañar.