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Un cartel informa de la desaparición de las dos jóvenes en 1992. El Norte
Las incógnitas de la desaparición de las niñas de Aguilar

Las incógnitas de la desaparición de las niñas de Aguilar

Esta semana se levantaba el secreto de sumario del caso de esta misteriosa desaparición ocurrida en 1992 cuando regresaban a su localidad de Palencia después de haber pasado la noche en Reinosa

Jueves, 10 de marzo 2022, 20:34

La desaparición de las dos niñas de Aguilar el 24 de abril de 1992 sigue siendo, 30 años depués, todo un misterio. Tras reabrirse el caso en agosto de 2021 y levantarse el secreto de sumario esta semana, el interés acerca de qué pudo ... ocurrirles a Virginia Guerrero y Manuela Torres, de 14 y 13 años de edad, ha vuelto a reavivarse entre la opinión pública.

Hasta el momento, son muchas las incógnitas que rodean este caso y muy pocas las respuestas.

La desaparición

Los hechos se remontan al 23 de abril de 1992, cuando las dos niñas aguilarenses, amigas inseparables, decidieron pasar la tarde festiva del Día de Castilla y León en Reinosa. Tras unas horas en esa localidad cántabra, se hizo la hora del regreso. En la carretera, un coche blanco –la única pista fiable que se tiene– se paró delante de las chicas cuando hacían autostop y las recogió. Desde entonces, nadie las ha vuelto a ver ni se sabe nada acerca de su paradero, en uno de los casos más misteriosos de desapariciones que se han producido en las últimas décadas.

El anuncio de la desaparición de las dos niñas provocó innumerables llamadas de personas que aseguraban haberlas visto en una y otra parte del país, incluso en Francia, donde la Interpol abrió algunas líneas de investigación sin resultado.

Imágenes que se difundieron de Manuela y Virginia tras su desparición. BC

Sus familiares empapelaron la localidad con sus fotografías y también otras localidades de provincias cercanas. Acudieron a la televisión y el caso pronto ocupó portadas y telediarios. Pero entonces, los medios para este tipo de búsquedas eran más rudimentarios y, ante la falta de pistas fiables, los investigadores terminaron en un callejón sin salida y el caso se enfrió.

Pistas y evidencias

El caso sigue siendo la gran asignatura pendiente de la Guardia Civil, que en octubre de 2017 retomó el caso tras el hallazgo por parte de un joven de una mandíbula en el pantano del Ebro en la localidad cántabra de La Población, en Campoo de Yuso. Pero la prueba de ADN realizada a este resto óseo humano no sirvió para esclarecer su procedencia y el instituto armado confirmó que los restos genéticos extraídos no correspondían con los de los familiares de Manuela Torres y Virginia Guerrero.

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Cervera reabría el caso de nuevo en el mes de julio de 2021. Tomaba la decisión tras la declaración ante la Guardia Civil de una mujer que, en 1991 y también junto a una amiga, las dos por entonces menores, se subieron a un Seat 127 de color blanco en la zona de influencia de la desaparición de las dos niñas de Aguilar y asegura que el joven que las paró cuando esperaban a un taxi para volver a casa y se ofreció a llevarlas en su coche se desvió del destino y ella tuvo que agarrar el volante para desviarse a la cuneta y poder abandonar el vehículo huyendo. Tenían 15 años y se habían escapado de casa.

Esta mujer tomaba la decisión de contar lo ocurrido 30 años después al ver el caso en un programa de televisión y encontrar semejanzas con lo que ella misma vivió. Incluso el modelo de vehículo coincide con el que, según varios testigos, recogió a las niñas desaparecidas la noche que se les perdió la pista. La mujer manifestaba que no llegaron a denunciar en su momento por temor a sufrir una reprimenda de sus padres y que temía que pudiera guardar relación con los hechos de Aguilar.

El 14 de septiembre del pasado año se decretó el secreto de sumario de las actuaciones, que se prorrogó en octubre, noviembre, diciembre (ahí abrió ya las diligencias a la Fiscalía), enero y febrero (en esta última prórroga, por espacio de veinte días y no un mes como en las anteriores).

La única pista férrea arrojada hasta el momento es la coincidencia del vehículo que recogió a las niñas, según testigos presenciales, y el que intentó secuestrar a la nueva testigo. Para el hermano de Virginia, Emilio Guerrero, «es un pequeño hilo de esperanza», tal y como valoraba en una entrevista para El Norte de Castilla.

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