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Con la restricción de aforos y actividades en Valladolid y Salamanca, la Junta ha perseguido un mensaje claro: los contactos sociales deben reducirse al máximo en ambas capitales. El vicepresidente del gobierno autonómico, Francisco Igea, defendió este jueves la idoneidad de las medidas adoptadas ... tras observar la incidencia acumulada en las dos ciudades, muy superior a la media regional. Igea ha admitido que esas medidas «son exigentes» para evitar que la curva de crecimiento de ingresos en hospitales continúe creciendo, se alcance la temida transmisión comunitaria y «se produzcan situaciones irremediables».
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El vicepresidente y portavoz de la Junta ha salido al paso de las críticas vertidas desde diferentes sectores sobre la limitación de personas en espacios como teatros o iglesias (25, con independencia del tamaño de los recintos). Sobre las críticas del Arzobispado de Valladolid, subrayó: «Soy católico practicante, pero me enseñaron unas cuantas cosas después de 13 años con los jesuitas. Me enseñaron a ser responsable y también que por encima del valor de la vida humana no hay nada».
Igea, que admitió que las medidas «no son populares» y susceptibles de críticas, se refirió también a la reivindicación de los profesionales de la cultura en la Plaza Mayor de Valladolid, donde reprocharon a la Junta las últimas restricciones de aforos con una sentada. «Me gustaría que alguien, aparte de las sillas en la Plaza Mayor, hubiera colocado los 4.000 ataúdes que se ha llevado esta epidemia en esta comunidad. Si alguien hubiera colocado 4.000 ataúdes en la Plaza Mayor, entenderíamos mejor las cosas. Tenemos una obligación como responsables públicos y algunos también como profesionales de la sanidad. Yo he visto morir a mucha gente. Hemos tenido el debate de si había que haberlo enseñado o no. Este gobierno no quiere volver a ver eso. Y si tenemos que afrontar responsabilidades, críticas o insultos lo vamos a hacer».
Igea insistió en la idea de que las medidas son tan estrictas para evitar la interaccíón entre personas. «No se trata de que haya distancia. Queremos que en Valladolid y Salamanca se restrinja al máximo el contacto social. Ese es el porqué de las medidas. Y queríamos que se entendieran con facilidad y de manera simple e igualitaria. Lo mismo para una actividad que para otra. Hace seis meses nos quejamos de la lentitud de la toma de decisiones. Ahora nos quejamos de que somos estrictos».
La limitación de 25 personas en grandes espacios (como puede ser el Teatro Calderón de Valladolid) choca con las ratios de alumnos por clase, que contempla esa misma cifra en las clases ante una vuelta al colegio que sigue adelante. Igea argumentó que las medidas impuestas buscan reducir la incidencia para que las aulas puedan abrir sus puertas. Y que, en el caso de la vuelta a las clases, se ha valorado el riesgo y beneficio de la situación, con un consejo interterritorial donde han participado todas las comunidades y el gobierno de España.
La consejera de Sanidad, Verónica Casado, explicó los datos que sirvieron para endurecer las restricciones en las ciudades de Valladolid y Salamanca. «La media de incidencia en 14 días en la comunidad era de 21,24 por 10.000 habitantes. En Salamanca subía hasta el 41,08 y en Valladolid de 34,01».
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