«Alguien tendrá que defender la enmienda», deslizó Francisco Igea en TVE la noche anterior. Y añadió el futbolístico «soy un hombre de equipo» para descargar la responsabilidad de la decisión de erigirse en aspirante en los suyos, porque apetecerle, dijo, tampoco es que le ... apeteciera. «No es la palabra», admitió, pero llegó a la conclusión, tras el encontronazo televisado con Inés Arrimadas, de que no le queda otra si quiere que su modelo de partido pueda encontrar acomodo en la futura estructura de Ciudadanos. «En la política hay que ser responsable y cuando uno cree en un proyecto, tiene que defenderlo».
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Tensión entre Igea y Arrimadas
Así que finalmente, como estaba previsto, se presentará y reeditará la segunda versión, esta en clave nacional, de la rebelión de David contra el aparato Goliath que protagonizó hace un año. «Hemos ofrecido la mano hasta el último día», dijo en un acto celebrado enMadrid. «Tengo que deciros, como hace un año dije delante de un micro en Valladolid, que habrá primarias porque yo me presentaré», concluyó. Y lanzó el primer guante de la campaña a su rival:«Reto aquí a Inés Arrimadas a un debate este jueves antes de las elecciones de compromisarios».
Entonces se presentó a unas primarias a las que nadie le había llamado, dejó a un lado su puesto en el Congreso, que estaba casi garantizado salvo batacazo electoral entonces –el gran trompazo llegó después– y se enfrentó a Silvia Clemente y a todo el respaldo oficial del partido a su rival.
Ganó aquellas primarias tras un pucherazo en contra que aún está judicializado y un año más tarde se enfrenta a otro proceso que, defienden los oficialistas, no puede ganar.
Tampoco es que a sus adversarios internos les coja desprevenidos el anuncio de su candidatura. «Lleva cuatro meses diciendo que no se presenta cuando sabemos desde hace cuatro meses que sí se presenta», confiaba ayer uno de los miembros de esta corriente 'oficialista'. Y arguyen desde allí que todos los indicios parecen mostrar que no tiene apoyos con el peso suficiente como para convertirse en una alternativa seria a la que ha devenido en líder por la vía sucesoria, Inés Arrimadas.
Arrimadas, explican, es la única que ha ganado unas elecciones, y además en Cataluña, aunque después no hiciera ni el amago, condenado al fracaso por su minoría ante los independentistas, de intentar gobernar. Arrimadas es la portavoz en el Congreso, la cara conocida, el gran icono del partido en Cataluña que dio el salto a Madrid para intentar desbancar al PP del centro derecha y convertirse en la fuerza conservadora de referencia.
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Y Francisco Igea, dicen, es el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, pero no tiene el peso mediático de su rival ni el apoyo firme de una militancia que busca el asidero al que agarrarse en pos del resurgimiento.
francisco igea
En el entorno de Igea, pese a ser conscientes de lo desigual de la batalla, al menos en el planteamiento a priori, cuentan con algunas ventajas de última hora para intentar convencer a los indecisos. Por un lado, el pacto entre PP y Ciudadanos en el País Vasco, seguido inmediatamente por el cariño público de Carlos Iturgaiz, el candidato de esa alianza, hacia Vox. Igea ha criticado ese pacto pergeñado por la Gestora sin consulta previa a las bases del partido y ha defendido que los pactos a priori «no siempre suman dos más dos». A él, en cambio, le recuerdan que cuando se presentó la opción de concurrir como Navarra Suma (Cs, PP y UPN), Igea votó a favor en la Ejecutiva, de la que formaba parte. Por otro lado, el espectáculo ofrecido en Valladolid, con una discusión pública, consideran que ha reforzado la imagen de Igea en detrimento de la de Arrimadas.
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Y en última instancia, el desastre del voto telemático del pasado fin de semana ha sido un espaldarazo imprevisto a su petición de que la votación fuera en urna. Un error ante el que el sector oficialista, incluida Inés Arrimadas, guardó silencio durante muchas horas, mientras cundía la indignación –se pudo comprobar en las redes sociales– en la militancia.
«Tenemos la última montaña, la más difícil», señalaba ayer en Madrid, en un acto programado por los críticos, Marta Marbán, que será su número dos en la candidatura. «Todos estamos convencidos de que eres el mejor para liderar este proyecto», le invitó. Y Francisco Igea salió al escenario, ante 150 personas, ante gritos de «¡Presidente!», para corroborar el secreto que no lo era: que se presentaba como candidato.
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Problemas con el voto telemático
Antonio G. Encinas
Los mantras que han llevado a Igea hasta este momento volvieron a sonar y anticiparon la campaña interna que vendrá. Luchar «contra el hiperliderazgo», como crítica al modo de organización actual del partido; «no a las trincheras», como advertencia de que «Carlos Iturgaiz (PP) no es el candidato» de Cs y Vox no es su compañero de viaje deseado; pactos a ambos lados y ocupación del centro electoral para no repetir el «principal y gravísimo error», que a su juicio fue «ser un partido hecho para conseguir el poder» y apostar todo «al azul». «Dijimos reiteradamente que Inés Arrimadas era la mejor candidata, con capacidad, empatía, buena parlamentaria. El tiempo da y quita razones».
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