Un discurso de investidura es una declaración de intenciones. Un compromiso con los ciudadanos. El candidato a presidir la Junta de Castilla y León desgrana en él, sin límite de tiempo y con los parlamentarios como testigos, los objetivos y las principales medidas que aspira ... a poner en marcha durante su mandato de cuatro años. Y es, al tiempo, un discurso pegado necesariamente a la actualidad. Por eso en 2022 lo lógico es que salgan a relucir la economía como preocupación y la pandemia y la guerra en Ucrania como causas de los males que acechan. Y por eso en 2019 lo primero que ocupó el discurso de Alfonso Fernández Mañueco fue el asesinato de Monika Asenova, de 28 años, en Salas de los Infantes, apuñalada por su marido un día antes de la celebración del Pleno de investidura.
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«Antes de comenzar, quiero reiterar mi condena a la violencia de género. Recordar a Monika, la última víctima de violencia de género en nuestra comunidad autónoma, en Salas de los Infantes. Con ella, recordar a todas las víctimas de violencia de género. Ante esta lacra, tolerancia cero».
Fue la primera frase del discurso del hoy presidente en funciones tras los saludos protocolarios. El sintagma «violencia de género» lo pronunció en siete ocasiones en su primera intervención. Y se comprometió a impulsar y dotar «el Acuerdo Nacional de Lucha contra la Violencia de Género, con especial énfasis en la evaluación de los resultados. Y garantizaremos a todas las mujeres víctimas de violencia de género en situación de riesgo un alojamiento alternativo al domicilio habitual. En esta ley revisaremos la Ley de Violencia de Género, que fue pionera en su tiempo, y hay que adaptar a las nuevas circunstancias».
El entonces procurador de Vox, Jesús García-Conde, ya interpeló al presidente en su intervención por lo que ahora aparece en el acuerdo PP-Vox como violencia intrafamiliar y por la necesidad de incluir a los menores, a los mayores y a los hombres en esa ley, así como de evitar que las ayudas «se queden en las redes clientelares, como ha pasado en otras regiones». Mañueco no respondió a este mensaje concreto.
El discurso de investidura de 2022 tendrá en este punto su primer examen. Permitirá comprobar hasta qué punto influye en el aspirante a la renovación su acuerdo de Gobierno con Vox.
No será el único.
Mañueco alardeó entonces de ese concepto acuñado por Juan Vicente Herrera del «autonomismo útil» y defendió el papel de las comunidades autónomas, con Castilla y León como ejemplo de éxito, a su juicio. En 64 ocasiones nombró «Castilla y León». Además de su defensa inicial, dejó claro en su réplica al parlamentario de Vox que esa es una de las grandes diferencias entre ambas formaciones. «Nosotros creemos en el Estado de las Autonomías, y precisamente la Comunidad Autónoma que usted representa, porque la representamos todos, es un ejemplo del éxito de la España de las Autonomías. Nosotros, Castilla y León, somos perfectamente un ejemplo de ese autonomismo útil que durante tantos años ha defendido el presidente Herrera, pero que hemos demostrado todos, porque es un éxito de todos», le contestó.
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Menos preponderancia tuvieron palabras como «libertad», «diálogo», «servicios», «familias», «futuro», «educación».
Parece claro que la referencia al «diálogo», aunque parta del «no» a su investidura anunciado por seis de los ocho partidos políticos, volverá a producirse. En 2019 decía: «Castilla y León votó diálogo y acuerdo, y el diálogo nunca es y nunca será estéril. El diálogo es una nueva forma de entender la política, una nueva forma de gobernar que la sociedad nos exige día a día». Y nada parece haber cambiado. Por tercera legislatura consecutiva, las Cortes de Castilla y León no tendrán a un partido con mayoría absoluta. Y por segunda vez, en la Junta habrá un Gobierno de coalición. Como un anticipo de entendimiento futuro, sin embargo, en su dúplica de la sesión de 2019 a Jesús García-Conde (Vox) le reconoció: «Yo creo que tenemos diferencias, pero también hay cuestiones en las que podemos coincidir».
Y a partir de aquí se da otra de las circunstancias curiosas con las que empieza esta XI legislatura. En 2019 fue Francisco Igea el que, en su intervención, se dedicó a defender un pacto que el PSOE bautizó como «de la rapiña» entre PP (29 escaños) y Ciudadanos (12), que dejaba a los socialistas (35) sin acceder al Gobierno. En 2022, y fruto de la polémica que se ha producido por el acuerdo entre populares y Vox, será Alfonso Fernández Mañueco el que tendrá que asumir ese papel de justificante de la coalición. Se repetirá, con matices, el argumento de Igea sobre los acuerdos del PSOE a nivel nacional: «Saben que pactar con Esquerra Republicana supone hacer clin clan en la caja registradora. […] Quien pacta con Compromís, como están intentando pactar, saben que están pactando una nueva ley de financiación autonómica que perjudicará a los ciudadanos de Castilla y León».
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También puede emplear Mañueco otra de las frases de Igea, «es verdad que no era fácil pactar con el Partido Popular después de 32 años», pero aplicada a Vox y a la dificultad de asumir algunos de sus mensajes ideológicos más extremos. Y la respuesta que el propio Igea se dio a sí mismo. «No son los ciudadanos los que votan mal. No tienen que resolver los ciudadanos cada vez volviendo a votar lo que nosotros no somos capaces de realizar. Porque, nosotros, nuestra tarea es convertir en un Programa de Gobierno la voluntad de los ciudadanos».
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