Una dieta a prueba de incendios

A 2.000 grados frente a las llamas, un bombero forestal se enfrenta a un esfuerzo físico comparable con el de los deportistas de alto nivel, con el añadido de hacerlo con la supervivencia personal y de la naturaleza en juego. Una exigencia que este año el personal del operativo ha afrontado con cambios en la manera de comer en los incendios, una faceta importante a la que no se ha prestado la atención suficiente y que, con evidencias científicas, es un aspecto crucial para el éxito de este importante trabajo.

Durante los dos últimos años, varios de los incendios más virulentos que ha registrado España se han vivido en Castilla y León. Mientras los fuegos en Navalacruz (2021), Sierra de la Culebra y Monsagro (2022) horrorizaban a todo el país con su poder destructor, las imágenes del desastre se alternaban en ocasiones con las quejas de los bomberos forestales por el avituallamiento que recibían. De cuando en cuando, las redes sociales se han llenado de comentarios indignados ante la foto de un bocadillo exiguo o la falta de agua.

Estos grandes incendios han agitado los cambios en el operativo a partir de este 2023. Cuatro muertos y miles de hectáreas quemadas después, la Junta de Castilla y León y los sindicatos que representan a los profesionales del sector llegaron a un acuerdo para mejorar las condiciones de quienes trabajan en la extinción de incendios forestales. Se aumentó el operativo con incorporaciones, se ha invertido más en medios y hay un compromiso para hacerlo con las condiciones laborales. Y entre las mejoras está el cambio en el avituallamiento, que va más allá de llevar bocadillos a las cuadrillas.

Según la normativa, la Junta está obligada a proporcionar la alimentación y bebida a todo el personal de extinción de incendios durante su desempeño. Para asegurar el suministro, se ha recurrido a empresas o establecimientos de la zona a los que se encargan las comidas, menús o bocadillos. Con frecuencia, estos han sido la opción más socorrida, que no la única, pero hay que empezar a desterrarlos.

Durante el verano de 2022 se hizo viral una queja de personal de extinción de incendios por el bocata entregado para comer. Aquello fue objeto de comentario incluso por el chef José Andrés, que envió su apoyo a los bomberos.

Desde la Junta reconocen quejas sobre el avituallamiento, que los representantes sindicales ratifican. «Claro que eran ciertas», dice Juan Manuel Ramos, responsables del sector forestal de CCOO y con experiencia en el frente, que apunta que se ha producido una mejoría, aunque «este no es el gran problema». Esto significa «¿no más 'bocatas' con 'cuatro rajas' de salchichón?». En realidad, el 'no' es a una nutrición inadecuada para el esfuerzo físico que se está haciendo.

Si la lucha contra el fuego es fructífera, el personal que trabaja directamente en la extinción se marchará de la primera línea tras un turno completo (4-6 horas) con hasta cinco kilos menos, exhausto y probablemente deshidratado y habiendo consumido hasta 5.000 calorías. Y con la certeza de que tendrá que regresar si las llamas no dan una tregua.

«Es un esfuerzo alto, no a tope de pulsaciones, pero sí sostenido durante muchas horas», describe bajo su experiencia Francisco Bolaños, el técnico de Salamanca que, junto con un grupo de trabajo, está detrás de los cambios en la nutrición de los bomberos forestales. Después de tres años y algunas soluciones iniciales 'caseras', el contacto con otras cuerpos como la UME o las BRIF permitió conocer informes con respaldo científico indirecto sobre la nutrición en los incendios.

Para mejorar esta faceta, se decidió formar un grupo de trabajo que empezó por contactar con dos colegios profesionales, los de Nutricionistas y Preparación Física. Después de muchos incendios cada temporada, el técnico estima que «un brigada que pase seis horas en primera línea puede llegar a 6.000 calorías de gasto energético». Ahora, tienen la certeza. Tras un estudio para determinar la demanda energética necesaria, el colegio de nutricionistas calcula que un bombero que trabaje en primera línea de extinción gasta 960 calorías/hora, las 6.000 en una jornada de seis horas. La cifra confirma las sensaciones indirectas sobre el terreno.

Las cifras son comparables a las de los grandes deportistas. Un bombero forestal pierde los mismos kilos que perdió Nadal en su partido del Open de Australia de 2022 o los que se deja Lewis Hamilton en una carrera de F1; y gasta las calorías que necesita un ciclista profesional en una etapa de una gran vuelta. Los dos colegios que aportan evidencia científica, confluyen que alimentación e hidratación, además de condición física, son fundamentales para el trabajo de las brigadas contra incendios.

Sobre esta base, se marcan unas pautas para la nutrición que deben recibir los bomberos y también para su preparación física. Se ha desarrollado un novedoso kit energético de emergencia, nuevos menús supervisados energéticamente y se cambian logística y protocolos. Además, se han hecho recomendaciones para la preparación física que deben mantener los integrantes del operativo, especialmente los de primera línea. Pero, ¿qué recomiendan comer?

Los menús se parecen bastante a los habituales para la práctica deportiva de cierto nivel con ensaladas, pasta, raciones medidas... «Los nutricionistas se han centrado en alimentos saludables y no contemplan sustituirlos por otros más atractivos como podrían ser los embutidos», explica Bolaños que cuenta que en EEUU se dieron cuenta de que, si se les dejaba elegir en un bufé, los operativos iban a por alimentos más visuales y no tan idóneos. En Castilla y León, «ha habido mucho bocata en los incendios porque era lo que prefería el operador».

El objetivo es que el avituallamiento mejore en cuanto a calidad nutricional, pensando especialmente en las especialidades que hacen un mayor desgaste, y superar los problemas que surgen cuando hay que dar de comer a un contingente numeroso, especialmente en los grandes incendios, en lugares de difícil acceso donde hay que llevar mucha comida y a tiempo.

Dar de comer a un operativo de extinción, desde cuadrillas de tierra a helitransportadas, tiene complicaciones que van más allá de unos menús adecuados. «Que sea difícil avituallarse es inherente al trabajo de un incendio», asegura Bolaños que considera que el suministro de víveres no ha sido un gran problema en los incendios. Otro cantar era su idoneidad nutricional.

El grupo de trabajo ha tenido en cuenta también la logística para llevar raciones y facilitar kit de emergencia en condiciones reales, y la experiencia ha funcionado. Se estrenó en un incendio en la provincia de Valladolid y la acogida fue positiva. De hecho, la Junta decidió dar oficialidad al nuevo protocolo con una presentación a los medios.

Las nuevas pautas de nutrición e hidratación, los menús de campaña, el kit de emergencia y los cambios en el protocolo de alimentación vienen a paliar una situación deficiente, la de los bocadillos que a veces han sido exiguos, pero ¿el problema era de escasez o de idonedidad? Dicho de otra manera: con un bocadillo, ¿se puede apagar un incendio?

Incluso si está bien nutrido y aparentemente generoso «el bocata puede valer para un día si cumple con los requerimientos, pero no es lo ideal», asegura el técnico. «El problema del bocadillo es que hace un aporte determinado y hay cosas que no vas a recuperar del esfuerzo físico si lo haces con bocata varios días», de ahí que se insista en una nutrición e hidratación adecuadas al desgaste real que se hace.

La respuesta son los nuevos menús diseñados. Existe un menú de campaña, válido para las primeras 4-6 horas, del que se han distribuido con éxito unidades durante esta campaña para avituallar a los operativos. Hay más de mil en cada provincia y no caducan en dos años. Además, se han diseñado menús convencionales con opciones, incluso veganas, pensados para el segundo día y sucesivos de lo que sería el despliegue en un gran incendio. El cambio incluye logística y contactos con empresas capaces de proporcionar esos menús y llevarlos donde sea en unas horas.

Abierto sobre la mesa, el menú de campaña (foto superior) tiene el aspecto que se espera de las raciones militares o espaciales, pero incluye un plato principal y alimentos con el aporte energético adecuado.

Para el día a día, el Colegio de Nutricionistas ha propuesto algunos ejemplos de lo que hay que desayunar, comer o cenar, tanto en el incendio como en descanso, clasificando el esfuerzo por tipo de personal (varía mucho entre primera línea o conductor de bulldozer) y propone qué comer en caso de un día de esfuerzo leve o fuerte, pero también qué ingerir en horas previas a empezar un turno, consejos para hidratarse durante el esfuerzo y para recuperarse después del fuego.

El cambio es profundo. El equipo de trabajo que ha diseñado la nueva alimentación en los incendios quiere incorporar la formación en nutrición y preparación física a los cursos obligatorios que recibe el operativo; de hecho, las pruebas de condición física podrían incluirse en el futuro en los precesos de selección de los integrantes del contingente contra los incendios forestales como ocurre en otros cuerpos como la Policía Local. Por el lado científico, se quiere comprobar si funciona. Para ello, se ha planteado llevar a cabo un seguimiento del estado físico con pruebas que permitan evaluar y reforzar la evidencia científica de que un simple bocata no es la forma de ir a apagar el monte.

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