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Los datos que ofrece Agroseguro son contundentes y en tan solo un año, las indemnizaciones por los daños causados por los conejos en los cultivos de Castilla y León se han multiplicado por cuatro pasando de los 204.858,65 euros que abonaron en 2017 ... a 1.004.176,78 euros al cierre de 2018, prácticamente el 80% más. Hace exactamente un año, el sector agrario defendía la existencia de una plaga de conejos que estaba arrasando zonas enteras y aunque su presencia es constante parece que en el arranque de este nuevo año se han dejado sentir menos.
Jesús Carranza es agricultor de Zaratán (Valladolid) y uno de los profesionales que percibió una indemnización por el efecto de los conejos en sus cultivos. Asegura que «siguen haciendo daño pero hay menos que el año pasado que fue una cosa exagerada» al menos en lo que él considera que son parámetros «normales» pues aclara que «en zonas protegidas como las autovías, no se puede 'bichear' bien (se refiere a cazarlos con hurones)» y la presencia continúa siendo considerable. En su caso, él cultivó parcelas que no pudo cosechar y la perspectiva para este 2019 ha mejorado notablemente.
«Daños siempre hay pero a lo mejor este año son del 40%», calcula. Valentín García también labra las tierras en este mismo término municipal de Zaratán que considera el epicentro de la actividad de los roedores. El también dirigente agrario de UCCL explica que «todo este área (Zaratán, Fuensaldaña o Cigales) es la zona cero, está al lado de las autovías», explica antes de reconocer que «este año parece que la cosa estaba un poco mejor pero vuelvo a tener problemas porque el tiempo se está poniendo bruto y la sementera viene tardía». El año pasado, en una tierra de 4,5 hectáreas de trigo le indemnizaron dos hectáreas «aunque el daño fue mayor porque primero nació y se la comieron y luego, una parte volvió a nacer y me quedé con la mitad», asegura.
Honorato Meneses, presidente de Asaja en Palencia, es también uno de los agricultores damnificados, en este caso, en Villamuriel de Cerrato (Palencia). «En las zonas de infraestructuras de Adif, de carreteras o de puentes, la situación es la misma de todos los años lo que pasa es que hay más comida que hace un año y el daño se ha notado menos», asegura. Cree que el sur de la provincia palentina es el lugar donde se suelen registrar la mayoría de los daños. «Esto es lo de siempre, lo de todos los años, pero esta vez las condiciones climáticas son otras y cuando hay sequía, como el ejercicio pasado, hacen más daño».
De todos los siniestros registrados el año pasado en Agroseguro, los que tienen que ver con los conejos fueron, sin duda, los más elevados. Las cifras de la aseguradora sitúan en 3.198 los partes presentados desde Castilla y León (la segunda comunidad, por detrás de Castilla La-Mancha, con mayor presencia) relacionados con siniestros producidos por la fauna silvestre. El total de las indemnizaciones a los agricultores ascendió a 1.396.461 euros, siendo la correspondiente a conejos la más elevada (los 1.004.176,78 antes citado). Por el contrario, los daños en cultivos causados por los corzos ascendieron a 201.404,98 euros; en el caso de los jabalíes, a 97.270,02 euros; 35.246,87 euros para los ciervos y el resto para el capítulo de otras especies, según los datos de Agroseguro que recogen, además, un crecimiento importante de las indemnizaciones en 2018 con respecto a los siete últimos años.
Desde la asegura lo achacan además a que se ha aumentado también la contratación por parte de los agricultores. En el caso de los conejos, en este mismo periodo de siete años, hay que remontarse al 2015 para encontrar la segunda indemnización más elevada; fueron 247.461,67 euros. Para controlar la población de fauna salvaje, la caza ha sido siempre una de las actividades principales y en ese sentido, el responsable de caza menor de la Federación de Caza de Castilla y León, Claudio Sánchez, reconoce que de un tiempo a esta parte «hay más libertad para los controles poblacionales de los conejos». Últimamente se han añadido una serie de anexos a la normativa que existe sobre los cotos y ahora en algunos se permite cazar hasta el 24 de febrero y en otros hasta el 30 de junio, volviéndose a retomar el tradicional 15 de agosto, con el inicio de la media veda. En su opinión, la población de conejos en la actualidad ha descendido «sensiblemente» pero alerta: «No hay que bajar la guardia».
Achaca esa bajada a cuestiones como la climatología o la mixomatosis y es de los que defienden la teoría de que «hay más daños donde más se ejerce la presión cinegética. A los conejos se les conoce como estrategas que desarrollan su propio mecanismo cuando necesitan repoblar aunque, lógicamente, hay que controlarles», explica. Sánchez insiste además en que, en años en los que llueve poco y el campo va más atrasado «comen lo que tengan porque de hambre no se van a morir, por lo que con una primavera frondosa, se notan menos los daños» en los cultivos.
Pero los daños de los roedores no se circunscriben solo a los agricultores. De hecho, el Agente de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) también se ha visto obligado a construir un vallado de refuerzo en las líneas de alta velocidad, con el fin de proteger la infraestructura frente a la entrada de conejos de monte. Se instalan en aquellos lugares en los que se requiere tras realizar las comprobaciones perceptivas por parte de Adif descartando, por no ser necesario, en viaductos o túneles. En el caso de Castilla y León se van a colocar en 26.099 metros de vallado en la línea Madrid-Valladolid; 15.698 metros en la Valladolid-León y 2.000 metros en la línea Olmedo-Zamora. En total, desde 2014, según los datos facilitados por Adif, se han instalado 203.617 metros lineales de vallado en Líneas de Alta Velocidad en Castilla y León y adicionalmente, se colocarán también otros 120.000 metros lineales de vallado que irán destinados a las bases de mantenimiento de Olmedo y Villada.
Desde la Alianza UPA-COAG se ha solicitado a Adif que además de colocar vallas en esas líneas, también lo haga en las convencionales, «que se han convertido en reservorios de esta especie animal que acaba con los cultivos». Recuerdan que en estas zonas de seguridad la caza está prohibida, por lo que «se convierten en importantes zonas donde proliferan conejos, que se refugian en dichas madrigueras y les sirve de hábitat donde se alimentan de los cultivos más cercanos provocando daños importantísimos en las parcelas colindantes».
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