Castilla y León iniciará el curso en septiembre presencial o a distancia, pero sin fórmulas intermedias

Es la teledocencia en las etapas educativas obligatorias. Un pandemónium para la conciliación laboral. Un problema que se va a rematar como buenamente se pueda en lo que queda de curso, porque nadie quiere correr un riesgo más de lo necesario. Andalucía, de hecho, podía haber retornado a las aulas y no lo ha hecho. Para qué, con lo que queda. Todo lo más, como podrán hacer a partir de mañana los bachilleres de Castilla y León, para darle un repasito al temario antes de la EBAU.

Pero septiembre es otra cosa. Según el calendario mostrado por la Consejería de Educación, los colegios de la región volverán a abrir el 9 de septiembre. El 14 lo harán los institutos para Secundaria, Bachillerato, el segundo curso de los ciclos formativos de Grado Superior de FP Inicial y los segundos cursos de los Ciclos Formativos de grado medio y superior de las enseñanzas profesionales de Artes Plásticas y Diseño.

¿Cómo empezará el curso? Pues la idea de la Consejería de Educación es que sea de modo presencial, lo más parecido posible a lo que era antes de la irrupción del virus. Con medidas de seguridad, distancia, mascarilla y lo que ordene Sanidad, que es quien ostenta el mando sobre todas las cosas hasta que el coronavirus Sars-Cov-2 desaparezca de nuestras vidas.

O eso, o a distancia, si es que llega ese rebrote que todos los expertos temen.

Lo que no habrá, señalan desde la Consejería, es fórmulas intermedias. Los globos sonda que dejó caer la ministra de Educación, Isabel Celaá, sobre la posibilidad de crear grupos alternos y combinar docencia online y presencial no van a arraigar en Castilla y León. De hecho, ni siquiera arraigan ya en la propia propuesta ministerial, que se debatirá hoy con las comunidades autónomas. Celaá también parece ahora más proclive a un retorno a todo o nada. Tanto ha cambiado el panorama, y con tanta brusquedad, que ayer el responsable de Educación del sindicato Csif lo resumía con un punto de cabreo docente. «Hemos pasado de proponer una mezcla de clases presenciales y 'on line', a establecer un límite de quince alumnos por aula, a dar clases en gimnasios... y ahora nos proponen una vuelta normal, como si nada hubiera pasado. No nos parece serio ni coherente», escribía Mario Gutiérrez en un comunicado del sindicato.

Por si esto fuera poco, a la vista del documento que debatirán hoy los consejeros de Educación con la propia ministra, muchas de las soluciones que se ofrecen tienen poco que ver con la realidad del sistema educativo regional. Así, por ejemplo, Confercale (Confederación de Federaciones de Ampas Rurales de Castilla y León) llegó al acuerdo con la Consejería de Educación «de mantener un año más el primer ciclo de la ESO» en centros de Primaria del medio rural. Son once localidades las que se benefician de ello: El Barraco y Madrigal de las Altas Torres (Ávila); Vega de Espinareda, Toral de los Vados y Riaño (León); Cantimpalos (Segovia); Berlanga de Duero (Soria); El Carpio y Mayorga (Valladolid); y Santibáñez de Vidriales y Tábara (Zamora).

Tampoco tiene en cuenta el borrador de ese protocolo a debate que en Castilla y León son habituales los centros rurales agrupados, en los que conviven estrechamente niños de diferentes edades. Hay 49 solo en León. En toda la comunidad se contabilizan, a falta del reajuste de cada año, 193 centros así.

El documento incluye, por ejemplo, que se fijen grupos estables de alumnos hasta los 10 años. De ese modo serían como 'convivientes' y de producirse un caso sería más sencillo rastrear sus 'contactos'. Esos grupos deberían ser de entre 15 y 20 alumnos, según el documento desgranado por la agencia Efe.

A partir de esa edad, se propone una «reorganización de espacios» para que exista «al menos» una distancia de metro y medio entre las mesas. Y eso vale para 5º y 6º de Primaria, pero también para unas aulas de Secundaria y Bachillerato en las que la ratio crece hasta los 30 alumnos por aula en la ESO y 35 en Bachillerato. Cada bachiller, por tanto, necesitaría 2,25 metros cuadrados de espacio propio en el aula. Eso, multiplicado por 35, suponen casi 80 metros cuadrados. Y además hay que meter al profesor y su mesa. Las mascarillas serán obligatorias cuando no se puedan mantener las distancias, pero no en el pupitre y «se priorizará la utilización de los espacios al aire libre para la realización de las actividades educativas y de ocio», propone el Ministerio.

Las comunidades plantearán hoy sus quejas, mejoras, propuestas y alternativas. En lo que coincidirán todos, eso seguro, es en que en septiembre hay que intentar volver a clase. La teleeducación ha mostrado, en tres meses de pandemia, que para abordarla hace falta mucho más que un arreón de urgencia obligado por un virus.