Cabezón de Valderaduey: al calor de Nuestra Señora de la Asunción

Al norte de la provincia de Valladolid se sitúa Cabezón de Valderaduey, un pequeño municipio familiar, donde los vecinos viven con la misma armonía en el frío invierno que al llegar sus fiestas a mediados de agosto. El 15 de dicho mes es el día grande, en el que Nuestra Señora de la Asunción sale en procesión engalanada, y con los vecinos de punta en blanco, como marca cualquier tradición.

No obstante, la fiesta comienza la noche anterior, con la parrillada de la que los lugareños dan cuenta junto a los vecinos de municipios adyacentes o aquellos familiares que no cohabitan durante el año en el municipio.

El mismo día 15, después de la misa y de la procesión, se celebra un refresco en el bar del pueblo, al que todos están convidados. La música, además, no falta: la procesión se acompaña de dulzaineros, como es tradición en tantos y tantos municipios de la comunidad y, para acabar el día una discomovida invita a mover el esqueleto a grandes y pequeños, sean del pueblo o no.

Pero la fiesta no se termina ahí, sino que se prolonga hasta la noche del 16, cuando el buen ambiente continúa con la tradicional competición de tortillas, en la que lo importante no es que alguien gane, sino dar cuenta de aquellos platos cocinados con mimo por los vecinos, aprovechando el calor del verano.

Porque igual que es duro el invierno (siempre en Castilla), el estío se abraza y se disfruta, como se hace antes con antes la primavera. No en vano, cada 15 de mayo San Isidro procesiona por las calles de Cabezón de Valderaduey después de la misa, y la Junta Agropecuaria Local se reúne para honrarle con una comida.

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