«Lo peor de todo es la impotencia de ver cómo intentas hacer lo que te parece correcto en ese momento y no solo te llevas una paliza sino que ves a un montón de gente que pasa por allí y que ni siquiera para ... a ayudarte», lamentaba ayer un hombre de 40 años que en la madrugada del pasado sábado medió en una agresión machista en la plaza de Santa Cruz, donde observó cómo un joven insultaba y golpeaba a su novia en plena calle, y acabó siendo él la víctima de una brutal agresión.
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Los hechos ocurrieron a las 3:45 horas del sábado, cuando el testigo regresaba a su domicilio por la calle Librería y observó una «fuerte discusión» entre una pareja de «entre 25 y 30 años». Ella iba por delante pidiéndole que «la dejara en paz» mientras él «la voceaba que no servía para nada, que era una inútil y que no sabía cuidar sus cosas». El testigo se limitó en un principio a mirar desde la barrera hasta que vio cómo el varón aceleraba el paso, alcanzaba a la chica, la agarraba del brazo y hacía ademán de propinarle un puñetazo.
Así que decidió intervenir. «Me estaba poniendo enfermo y, al ver cómo iba a pasar a las manos a la altura de Santa Cruz, comencé a gritarle que dejara en paz a la chica», relataba ayer el testigo. El aludido, en efecto, dejó a la víctima, pero se giró y salió corriendo hacia el hombre que frenó la agresión.
«Se plantó delante, me digirió un qué pasa, que ahora te cagas, y me dio un puñetazo en la boca», prosigue el testigo, que intentó escapar, pero un inoportuno tropiezo le hizo caer sobre la acera. Y allí, en el suelo, el agresor «comenzó a darme patadas por todo el cuerpo». Después se marchó y le dejó tirado. «No tengo ni idea de qué pasó con la chica, ya que la perdí la pista, así que me levanté como pude y me fui directo al Clínico, donde recibió asistencia por múltiples contusiones en la cara y el cuerpo».
Al día siguiente, el herido acudió a la Comisaría de Delicias con el parte de lesiones a interponer la correspondiente denuncia contra el doble agresor, de su novia y de él mismo, cuya descripción responde a un varón de 25 a 30 años, de 1,70 metros de altura, pelo corto moreno y delgado. Los agentes de la Policía Nacional examinan ahora las cámaras de videovigilancia de los edificios de la Universidad del entorno de Santa Cruz para intentar identificaron al autor de la paliza y de un delito de violencia machista sobre la chica.
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«Uno no sabe lo que debe hacer en ese momento y creo que hice lo correcto, le dije que parara y que dejara en paz a la chica, pero se volvió hacia mí y acabe recibiendo un puñetazos y patadas», una paliza en toda regla de la que la víctima aún se está recuperando. El testigo incide en que lo peor fue «ir tambaleándome por la calle y cruzándome con gente que miraba para otro lado sin ofrecerme su ayuda». Quizá pensaron que «era un borracho». No lo era. Era un hombre que decidió frenar una agresión machista y que acabó apaleado.
Los agentes, ante estos casos, aconsejan avisar a la Policía de inmediato. «Te dicen eso, sí, pero cómo te quedas allí mirando hasta que lleguen», lamenta la víctima.
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