Susana gutiérrez
Aranda de Duero
Lunes, 22 de julio 2019, 10:26
Se trata de una práctica habitual en las bodegas, la limpieza de los depósitos de vino una vez vaciados para que se encuentren en las condiciones óptimas para recibir la siguiente cosecha de uva. Es una actividad tradicional que, en la mayor parte de ... los casos, se realiza por parte de los trabajadores de la propia bodega, pero también existen empresas especializadas en estas tareas que se contratan de forma externa. El fallecimiento por intoxicación por inhalación de gases de tres trabajadores en Bodegas Paniza, en la provincia de Zaragoza, a principios de mes, mientras realizaban tareas de limpieza en un depósito subterráneo, puso en el foco de atención está práctica que muchos consideran dentro del día a día de esta profesión. Algo que afecta a un sector muy importante en la economía regional, ya que en Castilla y León hay más de 600 bodegas.
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El accidente mortal de Aragón tuvo lugar en un depósito subterráneo de cuatro metros de profundidad y con un único acceso. Un tipo de depósitos que cada vez son menos frecuentes en la región ya que en la actualidad se apuesta por almacenamientos en superficie con una entrada superior y una puerta inferior. El material más utilizado en la fabricación de estos depósitos es el acero inoxidable, aunque también se usan de hormigón, madera o barro. «Los depósitos subterráneos y de profundidad prácticamente sólo existen ya en las antiguas cooperativas, están prácticamente fuera de servicio», defiende el director de Bodegas Fuentespina, Miguel Ángel Gayubo, aludiendo a que en ese tipo de depósitos es obligatorio meterse para hacer las labores de limpieza. En los modernos existe también la posibilidad de limpiar desde fuera.
En cualquier caso, en el sector bodeguero de Castilla y León se muestran sorprendidos por este trágico suceso ya que, así lo indicó la autopsia, fueron víctimas del denominado «tufo» o inhalación de CO2 por la fermentación de uva. Esta circunstancia se da habitualmente en temporada de vendimia, cuando el azúcar del mosto se convierte en alcohol etílico gracias a la acción de las levaduras naturales, presentes en las pieles de las uvas. «En mi opinión, tufo y limpieza de depósito no es compatible, tiene que haber algún otro factor», afirma Juan Manuel Burgos, de Bodegas Avan. Algo en lo que coincide Miguel Ángel Gayubo quien considera que es algo que se da en época de vendimia. «Veo dificilísimo que haya una refermentación, no me lo explico, algo extraño tuvo que pasar».
La misma postura defiende José Manuel de las Heras, de Bodegas Hemar, quien coincide en que es una situación compleja. «Es algo que nos ha sorprendido, no es habitual», mantiene.
En esta línea, el sector bodeguero pone el foco en los productos que se utilizan para las labores de limpieza. «Quizá pudo ser algún gas producido por los productos que hayan utilizado en ese trabajo, aunque normalmente no se utilizan productos tóxicos», indica Juan Manuel Burgos. Extremo en el que parecen estar todos de acuerdo ya que, según De las Heras, «se utiliza sobre todo agua caliente con presión y algún cítrico». En esta línea, Gayubo apunta además a la obligatoriedad de seguir un protocolo farmacéutico para utilizar estos productos químicos. El objetivo final de la limpieza de depósitos es acabar con todos los residuos de la uva, la espuma de la fermentación, el tartrato o el sarro, son solo algunos de los factores contra los que se lucha. Entre los productos de limpieza utilizados también se encuentran derivados del cloro, peróxido de nitrógeno y algunos ácidos
Lejos de las hipótesis, el triste suceso revela un posible fallo en el protocolo preventivo para acceder al depósito de estas características, subterráneo y solo con un acceso. Cuando hay riesgo de emisión de CO2 sobre todo en temporada de vendimia, las bodegas utilizan un aparato medidor de gases que si detecta que no hay oxigeno suficiente alerta con un pitido constante. Asimismo, antes de acceder a los depósitos subterráneos se airea con una manguera para mover el aire y sacar el carbono. En los manuales de Prevención de Riesgos también se apunta a la necesidad de una vigilancia externa continuada, un detector de parada, acceder al depósito con arnés, ropa de trabajo adecuada y un sistema de iluminación.
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