Cuarenta años de Soria en Castilla y León

Si saliéramos a las calles de cualquier localidad de Soria y preguntáramos a la gente su opinión sobre los 40 años del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, sus respuestas irían de la indiferencia al hartazgo. Opiniones que mostrarían el hastío general de la sociedad soriana ante el olvido y abandono de la Junta de Castilla y León, siempre insensible a los problemas de Soria.

Somos una comunidad autónoma que supera en superficie a países como Portugal, Bélgica, Austria o Suiza. Un territorio vasto y vaciado que aglutina, pero no vertebra, a nueve provincias. Y Soria asida al extremo este. El Lejano Oriente para políticos, organismos y medios de comunicación. Distancia geográfica e institucional que desconecta y aleja a la ciudadanía.

Una lejanía que, además, no favorece que un soriano se considere parte de Castilla y León. De hecho, muchos se sienten más unidos a La Rioja o Aragón. Alguien de Deza, Iruecha, San Felices o Montenegro de Cameros tiene más lazos con sus regiones vecinas que con la Comunidad. Somos tierra de frontera, cruce de caminos, y después de 40 años no se ha logrado sentimiento de pertenencia pleno, algo que no solo pasa en Soria.

Ha sido inútil que, en cuatro décadas, hayamos tenido en la Junta a dos presidentes y a una vicepresidenta sorianos. Ni Jesús Posada ni Juan José Lucas ni María Jesús Ruiz se esforzaron en evitar que su provincia sea la 'hermana pequeña de la comunidad'. Un término que usó otro presidente, Juan Vicente Herrera. Como ellos, Fernández Mañueco tampoco va a rescatar a Soria, la provincia más despoblada de España (8,5 habitantes/km2). Esa que carece de unidades de radioterapia e ictus, solo dispone de una UVI móvil, cuyos habitantes tienen que viajar a otras provincias buscando salud o que no tiene ni un kilómetro de autovía autonómica. Y así desde 1983. En consecuencia, se puede concluir que 36 años de gobiernos del PP no han sido buenos para Soria.

Después de cuarenta años, en Soria se siente a la Comunidad de Castilla y León distante, y es que sus dirigentes llevan ese tiempo tratándonos como a ciudadanos de segunda.

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