Castilla y León, un territorio para la historia

Han transcurrido ya once meses desde que asumí la Presidencia de las Cortes de Castilla y León en su XI Legislatura. Lo hice con todo el honor que lleva aparejado, pero también con la sensación de que jamás me había enfrentado a una responsabilidad de igual magnitud.

Atendiendo a la invitación de El Norte de Castilla, me permito contribuir en este especial por los 40 años del Estatuto de Autonomía de nuestra región. Y aprovecho, además, la ocasión de hacerlo, para mirar incluso más atrás y poner en valor algunos de los principales hitos que han sucedido en Castilla y León, y sin los cuales ni la historia de España ni la del resto del occidente podría ser comprendida de la misma manera

En primer lugar, me detengo en el palentino Fuero de Brañosera (824 d. C.), cuyo centenario se celebrará el año próximo y que ya en 2011 fue premiado con la Medalla de Oro de nuestras Cortes. Es imprescindible conocerlo para entender el desarrollo del municipalismo español.

Según el Instituto Nacional de Estadística, España cuenta con 8.131 municipios. De ellos, más de un 27% (2.248) se encuentran en Castilla y León. La región lidera esta clasificación con holgura, puesto que ninguna de sus inmediatas seguidoras se acerca al millar.

En esta proliferación de municipios, de la cual se derivan algunos de los principales problemas a los que los servidores públicos nos hemos de enfrentar (despoblación, gestión sanitaria y educativa, movilidad y conexiones entre los territorios, etc.), se encuentra el origen de nuestra propia idiosincrasia. Constituye, además, uno de los legados más potentes de la Reconquista de España.

Otro de los hitos que ha merecido numerosas publicaciones y celebraciones, no solo por parte de las Cortes de Castilla y León, es el de la constitución del primer parlamento de la historia de la humanidad. Tuvo lugar en el año 1188 en León, por parte del rey Alfonso IX.

En este caso se podría decir que fuimos nosotros quienes, por primera vez en toda la Historia, entendimos que debía existir un órgano como el parlamento, donde se gestionara la representación de nuestros intereses. Con un nosotros, eso sí, cuyo alcance ha ido redefiniéndose conforme avanzaba nuestra propia historia.

Son tiempos para llamar a la unidad, para contribuir desde nuestra cultura, nuestro patrimonio, nuestra economía, nuestra lengua, nuestros valores, nuestra ciencia, nuestra gastronomía, nuestras tradiciones, nuestro campo, nuestras ciudades… desde nuestras profundas raíces, al crecimiento y progreso de todos, al bienestar y futuro de Castilla y León y de toda España.

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