Almarza: la fiesta del Arca

Única, genuina y singular. Un ritual que se celebra cada año, el día 6 de enero. En la fiesta del Arca dos pueblos, Almarza y San Andrés, se unen para llevar a cabo una tradición que recoge el respeto por su historia. Los siglos han pasado, pero unos documentos unen ese pasado desde el año 1367 hasta la actualidad. Se encuentran guardados en un arca de madera de roble que se traslada de un pueblo a otro, custodiada por todos, con sus alcaldes a la cabeza. El paraje de Canto Gordo, a medio camino entre los dos pueblos, con un monolito que simboliza la unión, alberga el ritual.

El evento se inicia con la misa en las iglesias de ambos pueblos. Una vez terminadas, arranca el cortejo al ritmo de la música de los gaiteros, hacia el Canto Gordo. Ambas comitivas se dirigen por separado al lugar y se procede al intercambio del bien cultural. El alcalde del pueblo que cesa en su custodia hace entrega y traspaso del Arca al regidor del municipio que tendrá en depósito la reliquia durante un año. En el acto se cruzan frases de paz, cálidos saludos y las dos llaves que hay que accionar a la vez para abrirla, una para cada una de las localidades. Sin duda, una fiesta de carácter singular y diferenciador, al ser los únicos lugares donde el ritual del intercambio del arca-mueble se ha mantenido constante e inalterable a lo largo del tiempo.

Singularidad también en la procesión de las Hogueras del Viernes Santo. Al anochecer, los jóvenes encienden una decena de ellas para señalar el itinerario por el que transitarán los pasos de la procesión del Entierro: el Cristo Yacente –en una urna sepulcral acristalada del siglo XVI–, el Ecce Homo y María Doliente.

Las llamaradas proyectan un impactante juego de luces y sombras sobre las imágenes y los rostros de los devotos que cantan o rezan en medio del fuego.

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