En junio, la penumbra. En noviembre, la recaída. En diciembre, la esperanza. La esperanza por encontrar un donante compatible para hacer efectivo el trasplante que el pequeño Alberto, de cuatro años, necesita para superar el linfoma de Burkkit que le diagnosticaron el 30 de junio. ... Una fecha que su padre recuerda como el palo más duro de su vida, y que lamentablemente, no fue el único. «Le llevamos al médico porque tenía una indigestión intestinal, le vieron la enfermedad y comenzó la intervención y el tratamiento», comenta Luis.
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Tal y como informa SalamancaHoy, la respuesta fue buena y el pequeño consiguió en un primer momento recuperarse y tras varias pruebas, concluyeron que ya no existían indicios de la enfermedad. Sin embargo, tan solo cinco meses más tarde, a mediados de este pasado mes de noviembre, el dolor vuelve otra vez a sus vidas. «De nuevo fuimos a urgencias porque estaba muy mal, y le vieron metástasis en diferentes partes del cuerpo, una de ellas la médula», comenta. Un segundo golpe del que aún no han conseguido recuperarse porque continúan luchando por encontrar un donante compatible para poder efectuar el trasplante de médulas con las máximas garantías.
El tratamiento recibido para hacer frente a la metástasis funcionó bien. Dos ciclos fuertes con los que se ha conseguido resultados favorables, -el pequeño se encuentra ahora en esa segunda fase-, y si, como se espera, continúa así, el siguiente paso sería el trasplante. «Ni su madre, ni su hermano, -que también sufre una enfermedad rara-, ni yo somos compatibles», lamenta el progenitor. El Banco de Médulas tanto nacional como mundial no encuentra un donante compatible, por eso a contrarreloj se valoran otras opciones. «En una semana se empezarán a valorar otras posibilidades, igual intentarlo con el 50 por ciento de su madre y el 50 por ciento mío», añade.
El pequeño Alberto, ingresado desde entonces en el Hospital de Salamanca, lucha cada día por conseguir que este mal sueño llegue a su fin. Aunque en estas fechas tan señaladas, parece que las enfermedades pesan el doble, el padre reconoce que las horas enternas en la habitación del hospital no entienden de calendario. «Cualquier fecha es mala, ya eso ni lo tienes en cuenta».
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Toda ayuda es necesaria y la Asocación de Investigación de Enfermadedes Poco Frecuentes ha sido un pilar fundamental para que esta familia pudiera dar visibilidad a la enfermedad y sobrellevar lo ocurrido. «Me aconsejaban, me orientaban y me han ayudado mucho a saber dónde recurrir», reconoce Luis que hoy mantiene la esperanza de poder regresar con su pequeño a casa.
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