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Ser vicepresidente de una asociación de jugadores en recuperación es mucho más sencillo cuando uno sabe por lo que pueden estar pasando las personas a las que se pretende ayudar. Con esa premisa, Alberto Infante ostenta el cargo de vicepresidente de la Asociación El Azar, ... una entidad que desde su pequeño local de la avenida San Telmo de Palencia ayuda a rehabilitarse los cuarenta socios que llegan a sus instalaciones desde toda la provincia palentina. Alberto perdió todo lo que tenía en su vida por culpa del juego, pero ahora la asociación le ha regalado una vida nueva con la que pretende utilizar su ejemplo para que las nuevas generaciones no caigan en los errores que hicieron tambalear los cimientos de su existencia, marcada por una adicción de la que está recuperado.
–¿Cómo vive la proliferación de casas de apuestas una persona que ha sufrido los efectos del juego en sus carnes?
–Con mucha preocupación. Más aún cuando uno ve que la gente joven aprovecha hasta un minuto del recreo para entrar en un salón de juego que tiene a cien metros del instituto. El mayor problema que tenemos es la publicidad, que nos invade en todo momento y nos incita a ir a jugar a las casas de apuestas y a apostar por Internet. El juego online se ha incrementado un 30% y eso ha contribuido a que haya personas que desde su casa hayan hecho una apuesta que les ha llevado a la ruina. Tenemos casos en Palencia de gente que ha perdido 10.000 euros en un solo minuto desde su propia casa. Hablamos mucho de las casas de apuestas, pero el juego online también está destrozando cantidad de hogares y de familias.
–Es que ahora jugarse el dinero es mucho más fácil y no se necesita ni ir al casino. Basta con entrar en una aplicación con el móvil y apostar por un partido o jugar a la ruleta virtual...
–Los tiempos han cambiado y ahora uno puede destruir su familia con una apuesta desde el sofá de su casa. Las instituciones tienen que mentalizarse de que esto es un problema y lo primero que tendríamos que atacar es la publicidad. Los chavales ven a sus ídolos anunciar cómo se juega y cómo se puede ganar mucho dinero sin esfuerzo. Todo ello es un engaño y una gran mentira.
–¿Qué perfil suele tener la persona que cae en ese engaño y se engancha al juego?
–Nos hacen ver el juego como algo muy goloso y muy bonito, tanto que nos puede llegar a solucionar la vida. Cuando eres vulnerable por los problemas que tienes en los estudios, en la familia o en el colegio, te agarras al juego. Es una vía de escape para los problemas.
–Lo que dice usted contrasta mucho con la imagen triunfadora del jugador que se muestra en las campañas promocionales...
–Esa publicidad es una gran mentira. Nos enseñan lo que queremos ver y creo que se debería alertar de las consecuencias del juego de la misma forma que se hace con el tabaco. Cuando uno compra una cajetilla de tabaco, ve una imagen de los pulmones deteriorados de una persona que fuma y creo que habría que hacer algo similar con el juego, con testimonios de gente que realmente ha arruinado su vida por culpa de esto.
–Uno de esos testimonios bien podría ser el suyo. ¿Qué diría en ese espacio si le dieran la oportunidad?
–Lo mío sería muy largo para ponerlo solo con un mensaje. A mí me ha pasado de todo. Soy un caso terminal y estoy aquí gracias a la asociación, al apoyo de toda la gente de aquí, que me ha apoyado y me ha hecho seguir para adelante, porque me he quedado solo.
–¿Cuánto es lo que ha perdido por culpa del juego?
–No sabría decir el dinero que he perdido. Todo lo que tenía. Tanto, que ahora no tengo más familia que la asociación.
–Al menos ha ganado una historia que contar a los demás para evitar que a otros les suceda lo mismo...
–Claro. Lo que intento desde la asociación es que nadie termine como he acabado yo. Estoy aquí y me he implicado para luchar en contra de esta gran mentira. Nos hacen ver el juego como algo maravilloso, que nos va a llevar al éxito, y ese es el sueño de cualquier persona, más aún de la gente joven que está empezando, y eso es solo un engaño.
–La banca siempre gana...
–Todos lo hemos escuchado alguna vez y es así. Tú puedes ganar un día, pero vas a perder diez y si sigues, acabarás en una cuneta.
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