Ambientes de lujo y ostentación y facturas de 5.000 euros por noche en sexo y drogas. Así es como la habilidad que tenía desde pequeño para ligar se convirtió en 20 años de adicción a las relaciones sexuales, con una recaída y la vuelta ... al centro terapéutico de Proyecto Hombre en Salamanca, donde por segunda vez se enfrenta a su problema. Lleva diez meses aquí tratándose de una de esas adicciones minoritarias, las comportamentales, mezclada en su caso con una adicción con sustancia, según recoge Salamancahoy en una entrevista.
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Es jueves y llueve en Salamanca. A la puerta de la casa de Proyecto Hombre en la carretera de Alba de Tormes espera Manuel Muiños, alma mater de esta misión en la ciudad y, ahora, también presidente nacional de la asociación. La cita es para hablar de un caso de adicción que tiene entre manos.
Ya dentro, llama a una persona. Entra en la sala Adolfo, 46 años, de Barcelona. Datos ficticios. No quiere que se conozca su identidad real, pero sí podemos decir que es salmantino. Es lo último que niega en una conversación abierta de más de media hora sobre una conducta poco conocida: la adicción al sexo. La entrevista es a varias bandas: habla Adolfo, pregunta Salamancahoy e interviene, de cuando en cuando, Muiños, para contextualizar, explicar y reforzar.
-¿Cuánto tiempo lleva aquí?
-Diez meses.
-¿Cómo llegó?
-¿Cómo llegué? Hice el proceso, fui alta terapéutica hace unos años y recaí.
-Proceso y alta terapéutica, ¿de qué adicción?
-De esto mismo.
«Consumo de sustancias y de sexo», explica Manuel Muiños.
-¿Cuánto tiempo estuvo en esta situación?
-Empecé con los consumos sobre los 26 años. El otro proceso fue de seis años, un montón, si eliminas dos años, y ahora otros seis o siete años. Y diez meses aquí.
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-Lleva más de media vida adulta en esto...
-Pues de los 26 a los 46. Si quitas unos diez años, el resto. Diez años de consumo.
-¿Cómo se inició en una cosa y en la otra, en el sexo y en las drogas?
-Van unidas.
-¿Cómo van unidas?
-Creo que adicto al sexo me hice antes, por el tema de afectividad, cariño, etcétera. Mi procedencia es de una casa muy religiosa de valores y yo tengo una mentalidad un poco rebelde, a pesar de que también tengo esos valores y chocan mucho. Soy opuesto en las acciones. Ha sido una manera de defenderme, una manera de escapar, de liberarme ante el dolor.
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Desde pequeño, lo típico que hacía gracia, era mi forma de escapar ante los problemas era ligar. Ahí todavía no había droga de por medio. Si tenías alguna situación con tus padres o en la facultad, la manera de liberar endorfinas era esa, me iba a ligar, y luego se convirtió en un problema.
-¿Cuándo se convirtió en un problema y cuál era el problema?
-Cuando eres adolescente es muy gracioso el 'qué ligón', tener habilidades sociales, pero luego es tu perdición.
-Luego lo necesitaba, claro...
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-Sí. Luego lo unes a la drogadicción.
-¿Cuándo fue su primer contacto?
-Estoy en Barcelona trabajando, llevo un tiempo allí. No salgo, estoy aislado: mi mundo de entrenar, el trabajo... Hasta que salgo por la noche de fiesta con compañeros. Una chica me pide sexo con ella, pero me pide hacer un trío y llevan drogas. Ahí es cuando me inicio, cuando lo pruebo.
-Ahí es cuando añade las sustancias...
-Ya no paro, es el inicio, pero paso del 0 al mil.
-¿Qué sustancias?
-Cocaína, cristal... derivados de la cocaína. Todo estimulantes.
-Eso, ¿le provoca problemas de salud también?
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-Sí, sí, claro.
-¿Cómo es el día en que se da cuenta que tiene un problema serio?
-Pues todo el dinero va a lo mismo, te aíslas... es igual que la droga, unido y ya está. Si algo te hace daño afectivamente es lo mismo, si tienes pareja sientes que no eres comprendido... sí ves que tienes un problema. Y ya eres adulto y no hace ninguna gracia. Miras en el espejo tu propia alma y doña culpa atiza.
-En cuestión económica, la adicción al sexo le provocó quebranto económico...
-Sí, he generado y he gastado, muchísimo. En una noche he podido gastar hasta 5.000 euros.
-¿En servicios sexuales de pago?
-Sí, perfectamente.
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-¿Más que en droga?
-Va unido, va con las dos cosas, el gasto es descomunal. Tendría dos casas en Aldebarán, la urbanización más cara de Salamanca (está junto al centro donde ahora se trata). Bastante que no estoy arruinado y con deudas, aunque no sé cómo.
-Ahora está en tratamiento de un segundo proceso, ¿cuándo vio la salida la primera vez?
-¿Cuándo vi la salida? Realmente creo que no salí nunca. Aquí hay un valor que es la honestidad que es clave y el posicionamiento. Cada una de las personas, fuera o dentro de aquí, tenemos unos límites y si te los vas saltando... no hablo de una señal de tráfico, hablo de algo interior. Si te lo vas saltando... Me casé, tuve un matrimonio, no tenía el sentimiento de sentirme seguro y confiado, todos los sentimientos confundidos. Te vas buscando límites. Sé que tengo que admirar a una persona por lo que es, si empiezo a mirarla de otra manera me estoy saltando mis propios límites.
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-Tiene que vigilarse...
-Yo no puedo permitirme, por mi tipo de consumo, ir a un local normal y socializar, ligar con una chica. El coqueteo ese me enciende la chispa. Antes me creía más que eso, creo que ahora soy muy consciente. Al margen de sustancias o no, a nivel moral te hunde. Lo buscas por la culpa, por la angustia y te destroza como ser humano.
-¿También le ha ayudado a conocerse?
-Sí, me gustaría haberme conocido de forma más lineal (risas). Es difícil, pero sí, es una vía de conocimiento a cambio de sufrir. Se sufre. Socialmente eres un asqueroso, que eres tal... pero no tiene nada que ver.
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-¿No se considera un baboso ni un sobón?
-No es mi estilo, al revés, soy más bien educado. «Educado, respetuoso, sabe estar», tercia Muiños.
Incluso en esos sitios soy muy respetuoso. Es el juego ese de la doble moralidad. Es curioso.
-Al conocerlo, asociamos su caso al consumo de contenidos pornográficos a través de Internet...
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-Nada, no lo he hecho en mi vida.
Muiños: «No es un bicho raro, cuando él frecuentaba estos locales había más gente como él. Con las tres cosas, había sexo, había drogas y había juego».
-¿También consumía juego?
-No, pero es global. El juego, desde pequeño, con tragaperras o salas de máquinas, no me atraía.
-Habrá mucha gente que piense que, con su edad, con una profesión estable, con recursos: «Vaya problema, encima liga»
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-Pues para mí ha sido un hándicap. El espejo, yo miraba a personas como tú, mira «tiene un anillo, está casado, y al final el pringado soy yo».
-Usted también está casado, lleva alianza...
-Estoy casado, separado, pero mantengo la relación. Estamos luchando.
Muiños: «Está en un compás de espera, hay un apoyo por parte de su pareja».
-¿Cómo se sale de esto?
-Siendo consciente, teniendo en cuenta siempre los límites y con el valor de la honestidad. Pidiendo ayuda... Y teniendo una red social con gente parecida, con dificultades parecidas...
-Para desahogarse...
-Sí, y para aprender también, no soy más que nadie. La escucha y no verte bicho raro es muy importante. Con la droga también, pero es distinto.
-¿Le ha costado mantener esa otra vida, que nadie se diera cuenta?
-A nivel moral te revienta la culpa, tener que ir de cara hace mucho daño. Es muy difícil. No soy el típico consumidor de drogas de ir a sitios peligrosos, soy más de tener buena imagen... Estas cosas las escondes y es peor todavía.
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-¿Llegará el día que pueda estar en una boda o en una fiesta con amigos y haya mujeres y no le afecte?
-Vamos a ver, esto es como si tienes un poder adquisitivo 'x' y te ponen un Opel Vectra y un BMW. Por poder, puedes elegir el BMW, pero a lo mejor... Hay situaciones y lugares a los que no puedo ir: una cosa es afrontar y otra cosa es ponerse en situación de riesgo extremo.
-¿Hay sitios a los que no puede volver a ir?
-No quiero. No puedo y no quiero.
-A mucha gente le sorprenderá que incluso situaciones normales son de precaución...
-Sí, son situaciones de riesgo de consumo. Me llevas a un barrio difícil y no me llama. Y sin embargo todo lo ostentoso y el lujo me atrae muchísimo.
Muiños: «La adicción no se reduce a barrios determinados. Te está hablando de elegancia, de nivel, de nivel económico y social... El problema no es la sustancia ni la adicción en sí, el problema somos nosotros, qué nos pasa para entrar en esta situación».
-¿Dónde acecha esa alarma a otras personas?
-No conozco a nadie. Estar aquí y verme diferente, querer luchar, es un valor para mí. Por primera vez puedo decir que soy valiente. Igual que la drogadicción, los que están aquí son valientes, perduran, son un 10%, los demás estarán en la vida hasta que aguanten con esa vida o hasta un suicidio o lo que sea. Desespera un poco.
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-¿De qué se ve más curado?
-De todo y de nada. Estoy en proceso. Va muy unido. Si me pongo límites, si soy capaz de hablar contigo y ser honesto, transmitirte con la mirada, se extrapola a todo, al sexo, la droga, la gula... Antes estaba empeñado en que necesitaba factores muy definidos, con las sustancia, y vas viendo que no es así.
En el fondo, hay muchas particularidades, proceso, emociones, ante ciertos sentimientos tengo una tendencia. Desde pequeño he tapado sentimientos ejerciendo el sexo, ligando. Tienes que aprender otra manera. Siempre lo he unido a que no sé lo que es consumir solo droga, sino a través del sexo. Es social, pero al mismo tiempo es antisocial.
«Las adicciones en el fondo son tapar un vacío o una realidad que te desborda. Cada uno salimos de una manera. Somos humanos. Es muy importante el acompañamiento a todos los niveles, profesional, y esa reinserción en la sociedad, como se va a volver a encontrar consigo mismo y de forma saludable», interviene Muiños.
-¿Qué le ayuda a encontrarte algo mejor, más cerca de la paz?
-¿Aquí paz? Aquí paz no tienes. No, porque te trabajan. Tienes que pasar por el sufrimiento, evitarlo es un engaño.
-Tiene que costar...
-Tiene que costar. Todas las personas que evitan el dolor, un duelo, la angustia... al final terminan mal. Aquí aprendes a asimilar que esos sentimientos van a llegar y tienes un mecanismo personal para aprender a gestionarlos, tienes que aprenderlo.
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-Conocerse...
-Sí.
-¿Cómo es el día a día aquí?
-Está todo muy estructurado. Y dentro de esa estructuración el poco tiempo que tienes es reflexionar uno mismo sobre como mejorar y hacer cambios. Hay momentos dulces y amargos. Yo estoy ahora amargo, estoy sufriendo. Como toda persona, son los cambios, quieres crecer.
«Hacer cambios en algo que tienes interiorizado es difícil. Todo ese proceso de crecimiento personal no se hace así, hay que verse, meditar, trabajar y cambiar», dice Muiños.
-¿Con qué herramientas trabaja?
-Son terapéuticas. La mayor herramienta es la confrontación, de una situación que te equivocas ver tu error. De pequeñas cosas lo cambias a grandes cosas. Aprendes a cambiar todo lo que llevas equivocadamente aprendido toda la vida. Al principio hace daño.
-¿Quiere conseguir no volver a recaer o conocerse?
-Las dos cosas. Quiero estar satisfecho del día a día, orgulloso de lo que genero. No tener ese sentimiento de vacío, sentirte bien contigo mismo. Si todo eso lo vas consiguiendo es más complicado caer en los consumos. Es como cualquier persona. Si una persona lleva toda la vida bien, pero tiene situaciones difícil, se va al abismo.
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-¿Trabaja?
-No.
«Hasta que termine su proceso no puede», explica Muiños.
Sí quiero trabajar. Ya he tenido formación, puedo seguir formándome, y hacer un master de adicciones y orientado a trabajar aquí. También violencia de género. Siempre he visto asquerosamente asquerosas las droga y asquerosamente asqueroso el sexo y he terminado en los dos.
-¿Lo va a conseguir?
-«Yo creo que sí, no es fácil, es un mundo que ha arraigado mucho en su vida, pero está trabajando mucho. Tiene el acompañamiento para confiar en sí mismo y que confiemos en él, tiene muchos apoyos. Además de sus propias motivaciones, a su alrededor tiene donde encontrar ese apoyo. Pensar que «me he equivocado, pero tengo derecho a una segunda oportunidad».
-¿Qué le diría a un joven de 18 años que esté empezando a meterse en problemas?
-Cuando era joven mi mundo era el gimnasio, las artes marciales y el salir. Es un engañabobos, a la larga te estás cavando tu tumba. Las personas que ves como alejadas cuando eres adolescente son las que llevan la buena línea. La misma pareja, cuidándose, saliendo con límites... esas personas no están equivocadas, lo estábamos nosotros, tan simple como eso. Y nunca iniciarte en nada. Nos toca a cualquiera. No pensar que «un sábado porque ligue y beba algo no pasa nada». Te estás saltando tus códigos y es peligroso. Somos humanos, eso son las adicciones. Tu cerebro va a aprender que es un recurso que te alivia. Me siento fatal y porque tome unos vinos no pasa nada, o porque ligue, y te estás saltando tus códigos.
-¿Hay que actuar desde la infancia?
-A un niño, le digo que hable. Vengo de unos padres formados, de una familia bien, pero no entendemos que los límites que nos ponen tienen un razonamiento.
«Que el niño hable y los demás escuchemos es importante, porque a veces no estamos», termina el presidente de Proyecto Hombre.
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