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La historia reciente del Burgos CF no se entiende sin aquella muralla infranqueable que, temporada tras temporada, resistió con firmeza en los campos de Segunda División. Hoy, esa zaga ya es recuerdo, pero a veces, en los recuerdos, renacen nuevos comienzos.
En julio de 2024 se cerró el ciclo blanquinegro de uno de los últimos guardianes de la guardia defensiva del Burgos de Julián Calero. La marcha de Grego Sierra supuso el epílogo de una serie de despedidas que marcaron el verano de 2024 en el que se cerró un ciclo. Junto a él, nombres como Caro, Matos, Elgezabal, Borja González y Mumo dijeron adiós, dejando tras de sí una zaga que, durante años, fue sinónimo de solidez y carácter.
Grego Sierra desembarcó en el Burgos CF en la temporada del retorno a Segunda División, como un central curtido en Segunda División B y Segunda División. Forjado en las categorías inferiores del Real Murcia y el Atlético de Madrid, el central ha vestido también las camisetas del Mar Menor, el Lorca, el Valencia Mestalla, el Numancia, el UCAM Murcia y el Sabadell antes de llegar al Plantío. Tras cerrar su etapa blanquinegra, el defensa emprendió una nueva travesía en tierras rumanas, incorporándose al Universitatea Craiova en busca de nuevos retos.
No encontró en Craiova acomodo y en 22 jornadas de liga tan solo disfrutó de 588 minutos. En doce encuentros permaneció en el banquillo, en dos jornadas no estuvo convocado y disputó ocho partidos. El Universitatea Craiova recibió siete goles en los partidos en los que Grego Sierra participó.
Pero, contradiciendo a Joaquín Sabina, que cantaba que «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver», Grego Sierra hizo de nuevo las maletas y volvió al lugar donde la felicidad le había arropado durante tres temporadas. 83 partidos con la zamarra blanquinegra en Liga avalaban su regreso. Y Grego no decepcionó.
Con su incorporación llegó también el cambio de dinámica del Burgos CF. El murciano redebutó en la jornada 25 ante el Sporting de Gijón tras el aplazamiento del encuentro de la jornada 24 ante el Racing de Ferrol. Lo hizo con derrota (2-0), pero desde entonces nadie le ha bajado del once titular.
Desde su llegada, ha disputado once partidos, 990 minutos, y el equipo tan solo ha encajado nueve goles. La frecuencia en la que el Burgos CF encaja goles ha pasado de 1,08 goles por partido antes de la llegada de Grego a 0,8 desde su presencia en el campo.
Su veteranía y buena colocación en el campo han sido una de las claves para apuntalar la zaga. Además, se ha reencontrado con Aitor Córdoba, con quien ha disputado buena parte de los partidos de su etapa burgalesa, por lo que acoplarse de nuevo al centro de la defensa ha sido un proceso sencillo y natural.
El regreso de Grego Sierra ha sido mucho más que una incorporación invernal. Ha supuesto una declaración de intenciones, una vuelta a los orígenes, un reencuentro con la esencia que una vez hizo del Burgos CF un equipo temido por su solidez.
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