El Real Oviedo devuelve al Burgos a la realidad

Empezó asustando el Real Oviedo. Ya fuera con tímidos acercamientos o a balón parado, los asturianos merodeaban el área de Herrero. Y todo esto en un ambiente de partidazo y con El Plantío con el cartel de no hay billetes. Estaba más cómodo el Real Oviedo, sobre todo porque el experimento de Calero este domingo no surtía efecto en el tramo inicial. El 4-1-4-1 (sin delantero centro) no cuajaba, de momento.

Y el primer susto se lo llevaron en el minuto 17, cuando Borja Bastón, de esos delanteros al que se le caen los goles del bolsillo, mandó a la red el primer balón que tocaba. Tanto que no subió al marcador por fuera de juego. Eso sí, tres minutos necesitó el VAR para anularlo.

Necesitaba el Burgos que los tres pequeños de arriba se enchufaran. Valcarce, Juanma y Saúl Berjón no se encontraban y eso propiciaba que la defensa asturiana respirara con cierta tranquilidad. Pero solo con cierta tranquilidad, porque en el 26 esos locos bajitos se conectaron para que Valcarce tuviera la primera para los locales con un disparo lejano.

Ahí iba a estar la clave para los burgaleses. El simple hecho de que tuvieran la pelota ya era sinónimo de peligro y con el paso de los minutos, los de Calero ya miraban al encuentro de otra forma. Se habían despertado de la siesta y Andy, de falta directa, obligó a estirarse a Femenias. Era el primer tiro a puerta.

Tanto aparcó el letargo el Burgos que la afición se ilusionó cuando se pitó un penalti a Juanma después de que este jugara al pillo con la defensa del Oviedo. Pero el VAR, otra vez como protagonista, disipó la opción de que se estrenara el marcador en El Plantío. Eso sí, otros tres minutos de parón por eso de que la tecnología reparte justicia.

Empezó eléctrica la segunda mitad. Era cuestión de reinar en el caos y ahí parecía que se encontraba mejor el Burgos. La tuvo Rubio tras una falta lateral y, sobre todo, Valcarce. El Oviedo también asomaba el hocico, pero de una forma más tenue.

Y en uno de esos acercamientos, Bastón tiró de experiencia para que le pitaran un penalti que él mismo anotó. Era un tortazo a los intereses de los de Calero cuando mejor estaban.

No amedrentó el tanto a los blanquinegros. Merecían más los de Calero, pero todavía no era el momento. Cada acercamiento era un microinfarto para Arostegui. Tampoco fue el momento cuando Juanma marró un penalti en el 75.

A partir de ese momento, Calero metió toda la dinamita que tenía en el banquillo. Las ocasiones llegaron, pero el gol, no.