La pólvora nazarí fulmina a un buen Burgos CF en El Plantío

El equipo deleitaba a la afición con un buen juego y disponía del control absoluto del partido, pero no terminaba de cerrar el partido. La arrolladora entrada de Jorge Molina, con tanto del empate incluido, pilló desprevenido a los locales el suficiente tiempo como para que Uzuni completase la remontada.

En la última del partido, con los blanquinegros volcados tratando de enmendar esos minutos que les habían costado dos goles, Molina aprovechó de nuevo para, tras un error en salida de balón, cerrar el asalto nazarí a El Plantío.

Comenzó con muchas ganas de ir a por el partido el Burgos. Apenas 20 segundo tardó el cuadro blanquinegro en rondar el área de Raúl Fernández con el intento de internada de Areso por derecha que abortó Raul Torrente.

El choque para cortar el avance del lateral burgalés terminó con el zaguero granadino doliéndose en el suelo y, finalmente, sustituido entre lágrimas por lesión en el primer minuto de juego.

El parón por el cambio afectó a un Granada que trataba de entrar al partido mientras el cuadro burgalés, que ya estuvo en él desde el pitido inicial, aprovechó para, de forma sorpresiva, hacerse con el dominio del balón. Y a partir de ahí, demostró que este Burgos también sabe moverlo.

Contaba el minuto 8 el cronómetro cuando, tras una buena combinación en banda derecha, Gaspar recogió el esférico en el pico del área y se acomodó para buscar un golpeo con comba al palo largo de Raúl Fernández. Y no le pudo salir mejor.

El asturiano clavó un soberbio zurdazo un palmo por debajo de la escuadra izquierda del cuadro andaluz para levantar de sus asientos al respetable y poner la guinda al gran inicio de partido firmado por los locales.

Con suspense arbitral por un posible fuera de juego de Areso, Vicandi Garrido, colegiado encargado del VAR en este partido, confirmó a Gorostegui Fernández-Ortega, trencilla principal, la correcta posición del navarro para que el tanto subiera al marcador.

El gol terminó de confundir a los de Paco López, que se desgañitaba desde la banda tratando de despertar a los rojiblancos. Con Uzuni y Weissman inéditos en los primeros veinte minutos de partido, la magia la ponía el triángulo ofensivo del Burgos.

Un Curro omnipresente al mando de las operaciones buscaba en casi todas las acciones a sus dos escuderos de lujo en la tarde del sábado, Bermejo y Gaspar, ofreciéndose constantemente y trenzando los ataques castellanos.

Las subidas de Matos y Areso por las bandas completaban un sistema repetido en numerosas ocasiones y con variantes en algunos puestos y que parece haberse ganado la confianza de Calero.

Pasado el minuto 25, el Granada cogió el tono del encuentro y comenzó a discutirle la posesión del balón a los de Julián Calero, que confirmaron durante la primera mitad que no solo de defender vive este Burgos a base de mover el balón con criterio y rapidez para hacer correr al rival.

A cinco del paso por vestuarios, el cuadro granadino intentaba reaccionar de alguna manera pero, descolocado, no lograba enlazar posesiones largas para coger confianza.

Mientras, el Burgos se gustaba sobre el verde de El Plantío y era el que proponía fútbol y disfrutaba del balón y las ocasiones para deleite de la parroquia blanquinegra, que una vez más arropó al equipo con otra gran entrada en el feudo castellano.

Sin cambios al descanso, la segunda mitad comenzó de manera idéntica a la primera entrega del choque. El Burgos salió arrollando a un Granada que volvió a salir despistado y se plantó en el área granadina. Males mayores hubiera tenido que lamentar si Curro hubiese acertado a ceder correctamente el balón para la llegada por la izquierda de Gaspar, que quería el segundo.

De esta forma, los de Calero aclararon en los primeros instantes de la reanudación que querían mantener el partido por los mismos derroteros que en los primeros cuarenta y cinco minutos.

El Granada no estaba en el partido y el Burgos, consciente de ello, quería poner más tierra de por medio en el electrónico. A punto estuvo de hacerlo con un buen centro de Curro desde la izquierda que prolongó Bermejo con la derecha pero no encontró ni los tres palos ni la llegada de Goldar en el segundo palo.

Pese a la ventaja, los castellanos no querían acularse y seguían buscando mantener el control del partido sabedores de que un destello de calidad de los Uzuni, Weissman, Callejón y compañía podría equilibrar la balanza en cualquier momento.

Al filo de la hora de partido, Paco López deshizo la defensa de cinco inicial con los cambios. Sin un lateral derecho natural, Bermejo aprovechó esa banda para realizar una nueva internada y poner un centro raso al corazón del área que no encontró rematador.

Un querer y no poder. Así era la sensación del conjunto rojiblanco en El Plantío. El equipo andaluz lo intentaba por las bandas pero, con un cuadro burgalés concentrado, los tímidos intentos de inquietar a Caro no llegaban a buen puerto en ninguna oportunidad.

Pero todo cambió en el minuto 69. Un pase por alto de Jonathan Silva encontró la internada de Sergio Ruiz que, ante la salida en falso del portero burgalés, la picó por encima para la llegada del incombustible Jorge Molina, que empujó el empate a las redes locales.

La entrada del ariete alicantino revolucionó el partido y encendió la chispa de la remontada. El Granada metió la marcha más que le había anulado el Burgos durante buena parte del choque y el balón comenzó a llegar a las botas de los jugadores determinantes del cuadro nazarí.

En esas, una nueva internada del 19 rojiblanco terminó en un potente centro raso que Uzuni, pichichi de la competición, supo atacar como mandan los cánones para completar la inesperada remontada visitante en El Plantío.

El crecimiento de los andaluces coincidió con un bajón blanquinegro, que disminuyó el ritmo y, pese a tener ocasiones para poder ponerse por delante de nuevo en pies de Areso y Artola, no fue capaz de definir con contundencia.

Ya en el añadido, una choque en el que Mourad cae de espaldas y roza con los tacos a Cabaco en el muslo fue interpretado por el árbitro de VAR, Vicandi Garrido, como tarjeta roja para el delantero marroquí cuando el colegiado principal había amonestado al jugador.

Revisión en la pantalla mediante, Gorostegui Fernández-Ortega cambió su decisión y confirmó una expulsión del '9' blanquinegro que caldeó el ambiente tanto en la grada como sobre el césped.

Con la tensión de rescatar un punto después de tener los tres en la mano durante una hora de partido, el Burgos se volcó en busca de la igualada. Una mala decisión en la construcción de la última jugada del partido propició el robo nazarí. El esférico llegó a las botas de Molina, que no perdonó y fusiló a Caro para poner la puntilla al partido y culminar el asalto del Granada al feudo castellano.