A un paso de Segunda División

No fue fácil meterse en la final. En realidad, casi nunca lo es. Cierto es que el Burgos llegaba a Don Benito, escenario elegido para la primera eliminatoria del play off, como un tiro. Tras una temporada regular para enmarcar, los hombres de Calero se habían plantado en la parte decisiva de la campaña como primeros de grupo y con la moral por las nubes. Sin embargo, el Calahorra, que se metió en el play off como mejor cuarto clasificado, no era una comparsa. Sus números así lo demostraban, con apenas 11 goles recibidos durante toda la temporada.

Con esos guarismos, el conjunto riojano se erigía como un rival correoso, muy difícil de batir. Y no tardó mucho en demostrarlo. Vaya si lo demostró. De hecho, fueron los hombres de Diego Martínez los encargados de asumir el control del juego en los primeros compases del choque, moviendo la pelota con calma y criterio en busca del hueco. El Burgos, por su parte, cerraba filas y buscaba con ahínco a Saúl Berjón, de nuevo, el mejor de los blanquinegros.

Sin embargo, los fogonazos de calidad del asturiano no eran suficientes como para desenmarañar el orden del Calahorra, muy bien asentado sobre el césped. Cierto es que fue el Burgos el primero en pisar área con un lanzamiento a la media vuelta de Guillermo que se marchó alto, pero con 'Mumo' sufriendo en la creación y las bandas muy bien cerradas, el cuadro blanquinegro se mostraba espeso, incapaz de hilvanar más de tres pases seguidos.

Tampoco es que el Calahorra estuviera practicando un fútbol más fluido, pero sí más efectivo, con peligrosas internadas de Carrique y Ramón Riego por ambos flancos. De hecho, el cuadro riojano pudo adelantarse en el marcador con hasta cuatro acercamientos bien atajados por la defensa y un seguro Barovero.

El Burgos estaba sufriendo ante un Calahorra que tenía en esos momentos el partido justo donde quería. Y es que, más allá de un par de acercamientos aislados, los hombres de Calero apenas estaban pisando campo contrario con comodidad. Eso sí, tras un fantástico balón en largo de Berjón, Juanma ganaba la posición en la frontal y probaba los reflejos de Roberto, muy bien colocado para rechazar el lanzamiento

Poco más pudo ofrecer en la primera parte un Burgos demasiado gris como para superar el orden defensivo del Calahorra, que aún tuvo opción de abrir el marcador con sendas ocasiones de Amorrortu que no encontraron portería. De nuevo, Barovero se erigió como seguro de vida.

El partido estaba transitando por un contexto muy trabado e incómodo para los hombres de Calero, que no lo veía nada claro. De hecho, el técnico madrileño movió el banquillo en el descanso y dio entrada a Córdoba en sustitución de Cerrajería, prácticamente desaparecido en la primera parte y con una tarjeta amarilla en su haber. La entrada del central vasco permitió adelantar la posición de Elguezabal, en un intento de controlar mejor el centro del campo.

Y la verdad es que el Burgos regresó del vestuario con otra imagen; con las ideas más claras. Y es que, a pesar de que todavía les costaba un mundo romper las líneas rivales, los hombres de Calero comenzaron a desplegar el juego al que han acostumbrado a la parroquia blanquinegra durante toda la temporada, masticando la pelota y acelerando el ritmo cuando es necesario.

Así, y tras unos minutos de pelea infructuosa entre unos y otros, Córdoba tuvo en su testa el primero de la tarde. Saúl Berjón botaba a la perfección un saque de esquina y el central vasco peinaba el balón en el primer palo buscando una diagonal que acabó paseándose por la línea.

El guion del choque había cambiado radicalmente. Y es que, a pesar de que el Calahorra no bajó la guardia en ningún momento, el Burgos estaba ganando la batalla por el control del centro del campo y era el que más y mejor se acercaba a la portería rival, aunque sin la pegada suficiente. Undabarrena, con dos lanzamientos desde la frontal, y 'Mumo', que no consiguió conectar un balón muerto en el corazón del área, levantaron a los aficionados blanquinegros, pero la pelota no quería entrar.

El Burgos estaba disfrutando de sus mejores minutos ante un Calahorra que se defendía con orden y criterio y que empezó a apostar por el juego directo ante la falta de otras alternativas. Sin embargo, el partido seguía estando muy competido, con una lucha sin cuartel en todas las líneas y sin ocasiones claras.

Los minutos pasaban y el Burgos no encontraba el camino del gol. Undabarrena lo volvía a intentar desde la frontal con otro disparo bien colocado atajado a la perfección por Roberto, y Rayco, en el tiempo de prolongación, pudo dictar sentencia con una gran jugada que acabó con un lanzamiento demasiado alto.

Ni unos ni otros habían sido capaces de romper el partido y la prórroga parecía inevitable. No era una situación cómoda, sin duda, pero el cuadro blanquinegro partía con la ventaja de que un empate al final de los 120 minutos le metía en la final. Así, la orden de Calero estaba clara. No había que correr riesgos. Era el Calahorra el que más se la jugaba.

Y los de Diego Martínez, conscientes de la exigencia, regresaron al terreno de juego como un tiro. Tanto, que en apenas dos minutos firmaron las dos ocasiones más claras de todo el encuentro. Sin embargo, los lanzamientos desde la frontal de El Haddadi y Rayco se marcharon lamiendo el palo.

Bendita falta de puntería del Calahorra para los intereses del Burgos CF, que apenas un minuto después encontró el tesoro que buscaba. En el 94, Claudio peleaba un balón dividido en zona peligrosa, Roberto salía de la portería con todo y se llevaba por delante al delantero blanquinegro justo sobre la línea del área. El trencilla no dudaba y señalaba los once metros, desde donde Juanma, con calidad, conseguía al fin inaugurar el marcador.

El Burgos se ponía 1-0 a falta de 25 minutos de juego y sabiendo que un empate le clasificaba. Tocaba guardar la ropa ante un Calahorra que a partir de ese momento se volcó sobre la portería de Barovero en busca de la igualada. Y pudo encontrarla, por cierto. El Haddadi y Nierga tuvieron el empate en sus botas antes de que el árbitro marcara el final de la primera parte de la prórroga, pero ni uno ni otro encontraron portería.

La tensión y el desgaste físico iban en aumento, pero el Burgos se acercaba a la final del play off a cada minuto que pasaba. Y los hombres de Calero lo sabían. Las órdenes estaban claras: concentración, tranquilidad y seguridad defensiva. Tres órdenes que el equipo ejecutó a la perfección ante un Calahorra que acabó buscando el empate con más corazón que cabeza, pero que se mostró incapaz de superar a la zaga burgalesa.

Y entonces, llegó el pitido final. Un pitio que pone al Burgos en la final del play off de ascenso a Segunda División catorce temporadas después. El lunes conocerá a su rival. Y el próximo fin de semana buscará la machada veinte años después.