Si en Burgos se editara un diccionario, entre las acepciones otorgadas a la palabra 'ganar' debería haber una que afirmara «dícese de aquello que hace el Burgos CF cuando Mumo marca gol». No en vano, eso es lo que ha hecho siempre el conjunto blanquinegro ... cuando Miki Muñoz ha hecho gol: vencer. Contra el mal fario que entienden las malas lenguas que persigue a otros jugadores, con la habilidad de 'predecir' muertes cuando ven puerta, el madrileño es talismán, puesto que sus goles han servido a su equipo para sumar 18 puntos.
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Así viene sucediendo desde que llegó al Plantío en el verano previo a la temporada 2019/20, en la que arribó procedente de Valencia Mestalla. No disputó demasiados partidos; jugó solamente ocho, pero en uno, frente a la Cultural y Deportiva Leonesa, marcó, en la jornada 24 (su gol abrió el marcador, que reflejó posteriormente un 2-0). Tendría que pasar casi un año hasta que volviera a proferir el grito sagrado del gol, todavía en Segunda B, contra el Real Oviedo Vetusta. El guión, el mismo: paladeó la miel de la victoria (iniciada por él y por un rotundo 4-0).
Celebrado el ascenso a Segunda hace temporada y media, Miki Muñoz se encontró incluso con un mayor protagonismo, al participar en 40 de las 42 jornadas de la pasada campaña. Y en la 26, ante el Alcorcón, llegó su primer tanto en las categorías del fútbol profesional, merced a un duro disparo abajo desde la frontal, que, como el anotado ante el Racing, sirvió de abrelatas de lo que a la postre sería un celebrado 3-1, vertebrador de la fortaleza de los de Calero en El Plantío y de la posterior permanencia.
Ya en el presente curso, Mumo amplió la victoria por 3-0 ante el Alavés enseñándole a Sivera su carnet de llegador, en esta ocasión, en un contragolpe en el que corrió perseguido por la zaga y como alma que lleva el diablo. Su segundo tanto lo recibió otro 'gallo' de la categoría, Las Palmas, en el estadio Gran Canaria, donde sentenció dentro del área aprovechando el regalo de Matos, con quien había lanzado una transición letal para los amarillos. El gol contra el Racing, que llegó en un magistral golpeo 'de tres dedos', se convirtió en el tercero de la temporada para un Miki Muñoz que, de paso, alcanzó con este tanto la mayor cifra goleadora de su carrera, y gracias a él, el Burgos conjugó de nuevo el verbo ganar.
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