El Mirandés remonta y se lleva el derbi

De hecho, en diez minutos de locura pasó de todo y el Mirandés fue capaz de remontar el golazo de Arroyo con dos tantos de La Gumina de penalti y del pichichi rojillo Carlos Martín en apenas un abrir y cerrar de ojos.

El choque se presentaba muy importante para ambos. Y es que, a estas alturas de temporada, era mucho lo que se jugaban unos y otros. De hecho, el Mirandés comenzó el duelo en puestos de descenso por la victoria del Albacete, mientras el Burgos veía de refilón la zona noble.

Con todo, y tras unos compases de ciertas indecisiones en unos y otros, fue el Mirandés el encargado de asumir la manija del partido, aprovechando los espacios que ofrecía un Burgos CF que decidió ceder la pelota a los jabatos. El cuadro blanquinegro desplegó un bloque bajo, con tres centrales y dos carrileros, y se encomendó a la calidad de Curro y la velocidad en sus bandas.

En ese escenario, poco tardó el Mirandés en pisar zona peligrosa. Las oleadas rojillas se sucedían, ganando metros poco a poco y testando la solvencia defensiva de los de Bolo, sobre todo en el perfil izquierdo. En el 8, Tachi desaprovechaba un rechace en la frontal y mandaba el balón a las nubes, pero lanzaba un aviso del peligro de un Mirandés que parecía estar más cómodo sobre el terreno de juego.

Cierto es que Fer Niño bien pudo cazar en el 15 un magnífico pase filtrado para batir a Ramón Juan, pero el cancerbero rojillo le ganó la partida y, además, propició que el colegiado le mostrase tarjeta amarilla al delantero blanquinegro.

El Burgos parecía incapaz de generar grandes ocasiones de peligro más allá de alguna tímida internada de Sancris y Matos por las bandas y un par de acciones a balón parado, mientras el Mirandés, que a esas alturas controlaba ya los espacios en el centro del campo, conseguía conectar con hombres siempre peligrosos como Carlos Martín o Gabri.

Fue este último quien tuvo en sus botas la mejor ocasión del primer acto, cazando un balón en el interior del área, dejando clavado a Córdoba y probando con un disparo raso ante el que Caro respondió con garantías.

Al partido le faltaba cierto brío y aunque era el Mirandés el que pisaba zona peligrosa con mayor asiduidad, la zaga burgalesa se mantenía firme e intentaba aprovechar sus escasas ocasiones, como un cabezazo de Grego Sierra a centro de Sancris que se marchó alto.

El partido avanzaba sin apenas novedades cuando un contratiempo obligó a modificar los planes de Lisci. Y es que, en el 34, Pablo Ramón caía al suelo y se echaba las manos a la rodilla. Mala pinta. Inmediatamente entraban las asistencias y le retiraban en camilla sustituido por Tomeo, que se incrustó entre los centrales, modificando ligeramente el dibujo del Mirandés.

Poco más dio de sí un primer tiempo en el que ambos rivales se anularon mutuamente. Un escenario que cambió radicalmente tras el paso por vestuarios. Y es que, ambos regresaron al terreno de juego con un punto más de ambición, lo que terminó por abrir el encuentro de manera significativa.

El Burgos, mucho más incisivo que lo que había demostrado hasta entonces, se acomodó en campo rival en los primeros compases, y tras dos jugadas polémicas en ambas áreas, acabaría encontrando el camino del gol. Lo hizo a través de Arroyo, que llegando desde segunda línea engatilló sin contemplaciones un magnífico centro de Matos. Al larguero y para adentro. Golazo.

El Burgos conseguía hacer lo más difícil y se ponía por delante en el marcador. Pero poco le duraría la alegría al cuadro blanquinegro, que apenas cuatro minutos después veía como La Gumina empataba desde los once metros.

El Mirandés había respondido al envite por la vía rápida y eso pareció encender la mecha rojilla. Los de Lisci apretaron de nuevo, buscando a su goleador, Carlos Martín, que no falló a la cita. Así, tras ver cómo Caro le ganaba la partida en un remate en boca de gol, el delantero jabato la mandó a la red con un cabezazo inapelable a la salida de un saque de esquina.

En un abrir y cerrar de ojos, el partido se había vuelto loco y el Mirandés había sido capaz de remontar el gol inicial de Arroyo. Bolo, consciente de la necesidad de apretar en la recta final, movió el avispero, dando entrada a Bermejo, Espiau, Borja González, Mumo y el canterano Ricoy. El técnico vasco quemó todas las opciones ofensivas de las que disponía en el banquillo mientras Lisci ordenaba guardar la ropa en una recta final que se antojaba de infarto, con el Burgos totalmente volcado sobre el área rival y el Mirandés defendiéndose cual gato panza arriba.

Una defensa numantina que, a pesar de una última ocasión de Ricoy que se fue alta por poco, acabó siendo efectiva y permitió que los tres puntos se quedaran en Anduva, para respiro del Mirandés y lamento del Burgos, que pierde otra ocasión fuera de casa para acercarse al play off. Lo peor, sin duda, la postrera lesión de Jonathan Gómez, que también tuvo que retirarse en camilla tras un encontronazo con Ramón Juan y Sancris.