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Superadas las doce de la pasada noche, los aficionados del Burgos CF aguardaban expectantes un posible movimiento de última hora de su equipo, sabedores de las pretensiones que tenían en el seno del club de reforzar la plantilla con dos jugadores que se sumaran a ... Filip Malbasic, a la postre, la única incorporación en el mercado invernal y el único movimiento junto a la marcha de Riki, que se confirmó al filo de la media noche.
De esta manera, la dirección deportiva no pudo plasmar todos sus planes, que pasaban por que llegara un delantero más y un mediocentro. De estos, hubo uno que estuvo próximo a arribar a orillas del Arlanzón, el nigeriano del Huesca Kelechi Nwakali, a quien la entidad altoaragonesa le pretendía dar salida después de que participara en la Copa Africana de Naciones. Sin embargo, no se llegó a completar en plazo la operación y el conjunto de Calero se queda casi como estaba.
El mercado ha terminado siendo más rácano de lo previsto, teniendo en cuenta que jugadores por los que Michu se interesó, como el vallisoletano Kike Pérez, no se movieron hasta el final (y con dirección al Elche, a Primera) o directamente se quedaron en sus equipos, como Antoñín, a quien el Málaga acabó reteniendo después de cambiar de técnico. Sin embargo, la sensación era ya de tranquilidad, debido a puntuación alta del equipo, 32 puntos que le sitúan con ocho sobre los puestos de descenso.
«Estamos atentos, pero sin urgencias. Solo traeremos a alguien si mejora mucho lo que tenemos, ya que nos están saliendo muy bien las cosas», afirmaba Michu en la presentación de Malbasic. Quizás otra cosa podían haber sido las salidas, ya que a Riki le pudieron haber seguido jugadores como Alarcón, Undabarrena o Medina, quienes llamaban la atención de clubes de Primera RFEF y, sin embargo, se han terminado quedando.
«Nosotros tenemos un presupuesto muy ajustado», aseveraba también el director deportivo al respecto de una circunstancia que seguramente haya pesado a la hora de no acometer más fichajes. Sin embargo, él mismo afirmaba tener «un nivel muy alto en la plantilla», circunstancia de la que se puede deducir que el cierre, aunque menos movido de lo que seguramente hubiera deseado, ha sido tranquilo y sin desviar la mirada del objetivo encaminado de la salvación.
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