Grego y Herrero se visten de héroes en el derbi provincial

Un derbi provincial muy esperado, el primero en el fútbol profesional, que comenzó con la presentación de la primera equipación de los burgaleses y que se disputó también la grada con la presencia de afición rojilla en la grada del Plantío. 10.000 espectadores abarrotaron las gradas del estadio municipal en el primer partido sin restricciones de aforo.

El inicio del encuentro sobre el verde fue el esperado, con intensidad por parte de ambos conjuntos en los que ambos se tantearon y en los que el Mirandés dejó claro que quería se quien mandara en el choque. Algo que el Burgos aceptó solo a medias, pues en su ADN lleva impreso la intensidad y la seriedad defensiva, de la que volvió a hacer gala estando muy serios y ordenados en la zaga.

Los tres centrales con los que Julián Calero planteó el encuentro funcionaron a la perfección en estos primeros compases en los que, poco a poco, el equipo rojillo se fue haciendo con el dominio del esférico.

Elgezabal sufría con las subidas de Íñigo Vicente, que trataba de buscarle la espalda para acercarse a Alfonso Herrero. El Mirandés buscaba una y otra vez salir rápido en ataque buscando a Camello, pero el Burgos no cedía el control del partido, que era entretenido pero sin grandes ocasiones.

El dominio era visitante, pero el Burgos permanecía atento a las contras y tener así su oportunidad. La primera llegó en el minuto 18 con una falta peligrosa que botó Andy y que despejó en primera instancia la defensa del Mirandés. Hassan la sacó, pero Juanma la recuperó con peligro para rematar con Lizoain batido, obligando a la zaga visitante a emplearse a fondo para sacar el balón.

Contestó pronto el Mirandés la intentona blanquinegra con un córner en el que Andy tuvo que sacar un balón que se envenenaba. Los rojillos volvían a dominar el encuentro a pesar de que el cancerbero del Burgos no sufría.

El dibujo del partido estaba claro, los contraataques del Mirandés se cargaban de peligro, pero la defensa del Burgos seguía bien plantada en el césped y eso también provocaba que el Burgos se asomara al área visitante en busca de su oportunidad. Tras una oportunidad clara del Mirandés tras un contraataque montado a la perfección en el minuto 38 al que solo le faltó el remate, el Burgos dio un paso al frente.

Este paso provocó que Matos recibiera una falta en el lateral izquierdo, sobre el vértice del área. Andy puso el balón y Grego Sierra remata de cabeza a media altura donde Lizoain no puede amarrarla para marcar el primero del encuentro. De villano a héroe. Corría el minuto 43 y no hubo tiempo para nada más en esta primera mitad.

Tras el paso por vestuarios el partido se convirtió en un asedio rojillo. El Mirandés salió convencido de sus posibilidades y convirtió cada jugada en el acoso al portero blanquinegro, que había vivido la primera parte de manera plácida.

Camello en el minuto 50 puso el primer uy en la garganta de los espectadores visitantes al enviar el esférico lamiendo la base del palo izquierdo. En apenas seis minutos el Mirandés había disfrutado de tres lanzamientos.

El Burgos se embotelló en su campo, del que intentaba salir pero no lo lograba. El Mirandés volvía a la carga una y otra vez, dominando el juego, el tiempo y el esférico, pero no el marcador. En el minuto 69 gozaron los de Lolo Escobar de una doble oportunidad que pudo ser el empate.

En una nueva incursión del Mirandés, Marqués armó la pierna para estrellar el esférico en el larguero ante la atónita mirada de espectadores y jugadores. La jugada no terminó ahí, y en el rechazo Alfonso Herrero se tuvo que emplear a fondo para sacar otro tiro a bocajarro que ya se colaba en la portería.

Esa fue la tónica de los 20 minutos restantes. Calero dio entrada a Córdoba y Riki, antes entraron Berjón y Guillermo. Alfonso Herrero siguió siendo el jugador con más trabajo de esta segunda mitad, en la que tuvo que despejar otras dos ocasiones clarísimas de gol.

El Burgos estaba a merced de rival y, además, cansado de perseguir sombras durante toda la segunda mitad. Sin embargo, no renunciaba a asomarse al área rival en las pocas ocasiones que tenía. Lo hizo ya en el tiempo de añadido, cuando intentó aprovechar un saque de esquina que terminó en su portero gracias a la presión de los visitantes.

Y Herrero se vistió de héroe, con permiso de Grego, para atrapar un balón pegado a la base del poste derecho que amenazaba con colarse en la última intentona rojilla en botas de Marqués. Después de eso no hubo tiempo para más y el Burgos se hizo, con mucho sufrimiento, con el derbi provincial.