Una defensa de Segunda División

Salió el Burgos CF sin amilanarse en Butarque. Y eso ya era bastante. No le amedrentaba estar en el feudo de uno de esos equipos llamados a ascender por la vía rápida. De hecho, la primera gran ocasión salió de las botas de Riki Rodríguez, pero su disparo se fue por encima del larguero.

Se vieron los primeros minutos también de Álex Alegría, que tras ser fichado la pasada semana, iba directo a la titularidad. Su presencia dio más mordiente en ataque, por lo menos en el juego aéreo, pero hasta ahí, porque las carencias ofensivas siguen marcadas en rojo en la libreta de Calero, aunque esta jornada había excusa.

Pero llegó el minuto 18 y todo cambió. A Grego Sierra se le fue la mano y golpeó la cara de Perea. Y esto, por si alguien no lo sabía, es Segunda y es fútbol profesional. Y con ese cartel, el VAR tiene su relevancia y su poder. Así que Sierra dejó a su equipo con diez con todo un partido por delante.

La expulsión del central trajo los primeros movimientos en el partido, con un Calero reestructurando la defensa y metiendo en el eje de la zaga a Zabaco. El castigado fue Riki, que en 20 minutos tuvo tiempo de demostrar que posee calidad en sus botas.

Y con tanto tiempo con un hombre menos, el Leganés, con jugadores como Gaku o Arnáiz, se relamía. Se adueñaba de la pelota los madrileños y al Burgos solo le quedaba agazaparse. Arroparse y esperar que el bombardeo no fuera muy constante.

Y lo fue cuando expiraba la primera parte. Lo que sirvió para demostrar que Herrero se lo pondrá muy difícil a Caro en la portería burgalesa. Sus reflejos desbarataron los ataques de los madrileños, que merecían irse al descanso con algo más que el empate. Por su parte, el Burgos buscaba el paso de los minutos, mientras Alegría era un islote en el ataque blanquinegro.

La segunda parte no cambió el guion. La historia parecía estar escrita y en cualquier momento iba a llegar el gol del Leganés. Calero intentaba refrescar a su equipo e introducía cambios en un estéril ataque.

El monólogo madrileño se apagó con el paso de los minutos. Tal vez la desesperación de que no llegara el gol o que el Burgos era un muro propició que los visitantes se acercaran tímidamente a los dominios de Riesgo. Eran destellos, pero por lo menos el partido se jugaba en campo rival.

Los minutos continuaban cayendo lentamente y Calero se encargaba de que su equipo no se escondiera en su campo. No sé cuántas veces agitó el brazo para que sus jugadores dieran tres pasitos hacia adelante.

Y los intentaba dar, porque el Leganés se fue apagando con el paso del minutos. Estaba con uno menos el Burgos CF, lo que le restaba poderío en ataque, pero no le mermaba en defensa. Sobre todo, porque Calero se empeñaba en meter más defensas en el terreno de juego.

El entramado defensivo era tan preciso, que el Burgos CF, en los últimos minutos, no sufrió. Destapó un físico ejemplar y desarticuló el gran poderío atacante de los locales. Hay defensa de Segunda División en el Burgos.