Curro rescata un punto para el Burgos CF y desata la locura en El Plantío

El inicio del partido estuvo marcado por las atenciones a dos jugadores del Burgos: José Antonio Caro, que se dolió de un golpe en la cadera derecha después de tener que estirarse para realizar su primera parada del encuentro, ante Sergio Bermejo en el primer minuto de juego, y, minutos más tarde, a Unai Elgezabal, que, al contrario que el guardameta, no pudo continuar por una torcedura en el tobillo que llevó a Zabaco a tener que sustituirle.

Después de esos primeros compases, en los que los zaragozanos apostaban por tener el cuero y verticalizar en campo contrario en dirección a Giuliano Simeone, el Burgos CF se estiró, lo que le permitió rondar las inmediaciones del área de Ratón, aunque sin llegar a concretar ocasiones claras. Así, Curro y Mourad lo intentaron sin acierto en sendos acercamientos, pero la ocasión más clara del primer periodo fue aragonesa.

Un mal control de Atienza se saldó con una rápida recuperación del Real Zaragoza, que salió veloz a por la portería. En la frontal, Giuliano Simeone combinó con Víctor Mollejo, que disparó duro abajo, donde apareció la pierna salvadora de Caro para evitar el cero a uno en una parada propia de balonmano. Pudo no ser suficiente, ya que por detrás llegó acompañando la jugada Jesús Areso, quien se topó con el rechazo del portero y estuvo cerca de marcar al despejar.

Dos únicos tiros entre los tres palos, ambos de los aragoneses, fueron el escaso bagaje de los 45 minutos iniciales, que el Burgos comenzó presionante y en los que tuvo un tramo de mayor posesión, aunque sin llegar a ser amenazante para Ratón, fruto de lo juntas que estaban las líneas rivales, impidiendo que la línea de mediapuntas entrase en juego. Para el Zaragoza, la tercera fue la vencida, puesto que a la tercera intentona, ya en la reanudación, hizo el 0-1.

Una falta lateral botada por Sergio Bermejo al área pequeña acabó con el testarazo a la red de Jair, que ganó en el forcejeo a Aitor Córdoba. La respuesta no se hizo esperar: el otro Bermejo, Álex, disparó a las manos de Ratón antes de que Julián Calero moviera las primeras fichas y diera entrada de una tacada a Mumo, Artola y Pablo Valcarce. Entonces quedaba un mundo, media hora para evitar la segunda derrota consecutiva en El Plantío.

La igualada no tardó en llegar, gracias a otra buena incorporación de Matos, que asomó frecuentemente en conducción en campo rival. El lateral asomó en campo rival y puso el balón tenso, aunque por abajo, dentro del área, donde hasta tres compañeros cargaron en igualdad frente a la defensa rival. Gaspar Campos, prácticamente a bocajarro, ajustició a Ratón. La igualada envalentonó a los de Julián Calero, que se instalaron en la mitad de campo del Zaragoza.

O lo intentó, al menos, porque David Generelo, asistente del sancionado Fran Escribá, dio entrada a Vada, a Pucho y a Francho para refrescar el centro del campo y para buscar tener más el cuero sin llegar a tocar a rebato, quizás, valorando el punto como un bien preciado de un lugar del que no es frecuente que se escape ninguno. Sin hacerlo, le bastó para comprometer al Burgos allí donde estaba sufriendo: en los costados y con espacios.

Una acción a balón parado llevó al Real Zaragoza a activarse en transición. Ningún jugador blanquillo pudo detener la contra, que acabó con un centro de Fran Gámez desde la derecha hacia el área, donde Atienza, que ya había estado a punto de hacerse un gol en propia en un servicio de Gabi Fuentes desde el otro lado, impulsó el cuero hacia las redes de Caro. Él no quería, pero, sin pretenderlo, silenció El Plantío. El silencio, eso sí, duró poco.

Y lo hizo porque aparecieron dos hombres batalladores como Mumo, que volvió a ser un refresco revitalizante, y Curro Sánchez, el fichaje tardío y el de los goles imposibles. El centrocampista vio bien el desmarque de ruptura del atacante y filtró un pase entre la línea de zagueros y Ratón, que se quedó a medias ante la llegada y el remate a la jaula de Curro. El VAR lo revisó, pero el andaluz dijo con el dedo que no, como Dikembe Mutombo cuando hacía un tapón.

«Not in my house», en mi casa nadie se rinde, pareció decir, mientras el videoarbitraje confirmaba que el tanto era válido y que el conjunto de Julián Calero rescataba un empate que por momentos pareció complicado, puesto que tuvo que neutralizar una ventaja zaragocista en dos ocasiones, pero merecido por la combatividad y la fe de El Plantío, que con el empate (no era para menos) volvió a festejar.