Al Burgos CF le sienta bien 2020

Arrancó el encuentro con revolución en el equipo titular. Condicionado por las lesiones y en busca de un revulsivo que olvidara los seis partidos sin conocer la victoria, el Burgos CF saltó a El Plantío con la única intención de sumar los tres puntos. Parecía que los fantasmas del final de 2019 no existían. Año nuevo y ¿vida nueva? Con el paso de los minutos, ese pasado volvía a la retina de los jugadores, de José María Salmerón y de la afición. Control estéril del balón, que se difuminaba cuando los burgaleses cruzaban la zona de tres cuartos.

Las ocasiones claras no llegaban y el Barakaldo se empezaba a acomodar sobre El Plantío. Tenía instrucciones de jugar con la desesperación de los de Salmerón. Y así fue. Se consumían los minutos y los vascos se desperezaban. Otra vez la historia de siempre, aunque con pequeños matices. El Burgos CF supo reaccionar a ese arreón del Barakaldo, que se volvió a agazapar. Sobre todo, cuando la primera parte se rompió. Eso lo aprovechó Toché, tras una internada de Wilson. La defensa sacó el balón bajo palos y los brazos de la afición y de Toché fueron al unísono a la cabeza. Por fin una ocasión clara en El Plantío. Se echaba de menos.

Esa oportunidad espoleó a los vascos, que, cuando expiraba la primera mitad, Juanma, el más pequeño de la clase, sacaba bajo palos un remate. Alegrías y sustos a partes iguales.

Volvieron los aplausos en el segundo periodo a El Plantío. Parecía otro Burgos. Ese que ganaba al filial del Athletic en noviembre y que desapareció después. El esquema del Salmerón, con dos carrileros, volvía a surtir efecto. Andrés y Lobato, que aterrizaba el viernes y debutaba este domingo, se adueñaban de las bandas. El propio entrenador lo sabía e insistía en abrir campo. Por ahí podía estar el triunfo.

Wilson, Juanma, Borja Sánchez buscaban un tanto que no llegaba. Quien sí que lo tuvo en sus botas fue Xergi García nada más entrar en el terreno de juego. Su disparo, que se fue muy cerca del palo, despertó a los visitantes.

El partido languidecía y el Burgos volvía a estar abocado a un nuevo tropiezo. Ni siquiera Diosbert, en el 85, pudo mandar entre los tres palos un remate en solitario. Tampoco pudieron Juanma y Borja Sánchez, que se encontraron con Cacharrón. Pero se hizo justicia en el 88, cuando Diosbert, ahora sí, levantaba a todo El Plantío con un certero remate.