El Burgos CF recupera la sonrisa

Afrontaba el duelo el Burgos como una suerte de reválida, consciente de que era prácticmaente su última opción de reengancharse a la lucha por la zona noble tras el empate entre el Albacete y el Cartagena. Una opción aún muy lejana, pero factible echando mano de las matemáticas. Unas matemáticas que, por cierto, aún no garantizaban la salvación a pesar de estar totalmente encarrilada desde hace tiempo.

Sea como fuere, los de Calero tenían ganas de reivindicarse, máxime tras la dolorosa derrota sufrida el pasado fin de semana en Anduva frente al Mirandés. Y lo cierto es que el cuadro blanquinegro tardaría poco en encarrilar el choque. Tras varios acercamientos y tres saques de esquina consecutivos, Areso cazaba un balón en una posición franca para ponerla en la olla y conectaba con Artola, que se sacaba de la chistera un taconazo en el primer palo que sorprendía a Iker Álvarez, se estrellaba en la cepa del palo largo y se colaba para adentro.

Apenas habían pasado 6 minutos de juego y el Burgos ya había encontrado el camino al gol ante un Villarreal que aún así no perdió su atrevimiento. Nada más lejos de la realidad. Y es que, más allá de las urgencias clasificatorias merced a los últimos resultados, lo cierto es que los hombres de Miguel Álvarez juegan y compiten con una madurez impropia de un filial.

Así, y a pesar de verse por detrás en el marcador a las primeras de cambio, el cuadro grogueta se mantuvo fiel su filosofía, mascando cada jugada, saliendo con el balón controlado desde atrás y buscando el hueco con calma ante una defensa en la que reaparecía Grego Sierra en compañía de Córdoba.

De hecho, a medida que avanzaban los minutos, el Villarreal se estiró y comenzó a conectar con Collado, Ontiveros y Fer Niño, quizá su mejor argumento ofensivo. Fue el delantero el protagonista de los dos acercamientos más peligrosos del filial amarillo en la primera parte, aprovechando sendos pases filtrados para plantearse ante Caro. El primero no encontró portería, pero el segundo sí. Sin embargo, las dos acciones fueron anuladas por fuera de juego.

En aquel momento era el Villarreal el que más estaba teniendo la pelota ante un Burgos por demás muy ordenado y seguro en todas sus líneas, que consiguió no sólo anular a su rival, sino también pisar campo contrario gracias a las constantes permutas de posición entre los tres de arriba, pero sin la necesaria efectividad en el último golpeo.

Así, el tempranero gol de Artola marcaba las diferencias al descanso en un partido competido e igualado que mantuvo el guion en el arranque del segundo acto, aunque con diferentes protagonistas. Y es que, Miguel Álvarez, que no lo terminaba de ver claro, dio entrada en el descanso a Lozano y Leal para intentar refrescar su propuesta.

Aquellos cambios, sin embargo, no terminaron de desnivelar la balanza y el Burgos y el Villarreal B se enzarzaron en una pelea atractiva, con alternativas para ambos, pero en la que el cuadro blanquinegro fue creciendo por momentos.

Así, tras un infructuoso intercambio de acercamientos, los hombres de Calero acabaron arrinconando al filial grogueta en su propio campo. Primero lo probó Bermejo, con una galopada de 70 metros que acabó con un disparo demasiado cruzado; luego fue Artola quien lo intentó con un remate picado que se marchó alto en el primer palo; y más tarde fue Elgezabal el que cabeceaba en posición franca a las manos de Iker Álvarez tras la salida de una falta.

Aquellos fueron, sin duda, los mejores minutos de un Burgos intenso en el cruce y la recuperación y muy vertical en sus transiciones, pero que no fue capaz de materializar ninguna de las claras ocasiones de que dispuso. Ni siquiera lo consiguió Castel, que tras firmar una gran recuperación entre líneas no consiguió encontrar portería ni conectar con ninguno de sus compañeros.

El Burgos estaba perdonando demasiado, y eso siempre es peligroso, tal y como recordó Ontiveros con un disparo cruzado que la zaga blanquinegra consiguió mandar a saque de esquina no sin ciertos problemas.

Calero lo vio claro y movió el banquillo, dando entrada a Mumo y Gaspar, que reaparecía tras una larga ausencia por lesión, y el Burgos consiguió cerrar el encuentro en unos últimos minutos de infarto. Y es que, el Villarreal dispuso en el descuento de hasta tres ocasiones, quizá las más claras de todo el encuentro. Pero Millán y Lozano se encontraron con Caro y Grego, que acabó sacando un balón de la misma línea de gol para sostener el 1-0 y permitir que el Burgos sumara tres puntos de oro.