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Cuenta la leyenda que hace años, muchos años, un molinero quiso cruzar el río con su burro. El burro, agotado por el trayecto se negó a hacerlo. Apaleado y agotado el pollino fue abandonado por su dueño, que volvió a los dos días para saber qué había pasado con el animal. Cuando lo encontró, el asno había perecido y se hallaba casi congelado. Por esos azares que la vida tiene, el molinero cortó parte de la carne del animal y la probó, descubriendo que esta se encontraba bien conservada y que tenía buen sabor. Fue entonces cuando la cecina comenzó su idilio con la ciudad.
No se sabe si esto que se cuenta en el barrio de San Pedro es cierto, como tampoco sabe nadie a ciencia cierta cuántos años hace que el tradicional reparto de cecina se lleva a cabo. Lo que sí tienen todos muy claro es que es una fecha marcada en el calendario y en la mañana de este sábado soleado el barrio se vistió de largo para volver a repartir este típico producto en honor a la Cátedra de San Pedro de Antioquía.
Cecina, verduras, garbanzos, chorizo, tocino y una pizca de amor. La que ponen cada año las ocho cocineras de la peña de San Pedro que preparan el guiso para después repartir entre vecinos y visitantes. Aproximadamente 70 kilos de este producto han preparado para esta ocasión.
Sin embargo, la preparación de la cecina comenzó mucho antes, en concreto cuatro días antes, cuando pusieron la cecina a mojo. Al día siguiente llegó el momento de la cocción de esta carne, junto a las verduras, los garbanzos y otras carnes como el tocino y el chorizo. Cuatro horas de cocción para que quede al punto. Al día siguiente las ocho mujeres sacaron la cecina de sus ollas donde se coció para que en la mañana del sábado esté lista para repartirse.
Pero la cecina, aunque protagonista absoluta de la jornada, no ha sido la única 'delicatessen' que los cientos de burgaleses que pacientemente aguantaron su turno para recibir las viandas han podido degustar en la mañana soleada de este sábado. También recibieron morcilla y chorizo que Clara, Julia, Elvira, Ascensión, Pilar, Angelines y Aurelia prepararon cuidadosamente. No se olvidaron de Flori, que este año no pudo asistir al reparto, pero que forma parte importante de la peña.
Y tampoco se olvidaron del pan, porque si las penas con pan son menos, el chorizo, la morcilla y la cecina bien acompañadas de una rebanada de pan saben, sin duda, mucho mejor. El vino para los mayores fue el perfecto acompañante para este almuerzo que compartieron mientras disfrutaron de los bailes regionales, la música de la charanga o los disfraces de muchos de los que se acercaron hasta la carpa aprovechando de la coincidencia con el carnaval.
Y entre tanta fiesta una reivindicación, la que hacía Angelines: «Este año no tenemos ni local ni agua, hemos estado fregando como hemos podido y aclarándolo en la fuente, otros años teníamos local pero no agua caliente y este año no tenemos ni local. Y el lunes hay que fregar todo esto. A ver si este nuevo gobierno nos da un local con un calentador».
Mientras tanto, los vecinos degustaban con alegría la cecina, el chorizo y la morcilla entre vivas a San Pedro.
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