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Han pasado dos febreros desde la última vez que el barrio de San Pedro de la Fuente-Fuentecillas celebrara por última vez su tradicional reparto de la cecina. Fue en 2020, un mes antes de que reunirse y poder verse las caras sin cubrir fuese ... algo excepcional. Después de aquel reparto llegó el parón de 2021 por la crisis sanitario de la covid-19, un año después, llegó el plante del barrio de San Pedro de la Fuente-Fuentecillas por las subvenciones que les adeudaba el Ayuntamiento de Burgos y la fiesta no se celebró.
Pero atrás quedaron estos dos años en blanco y este 22 de febrero el barrio ha vuelto a engalanarse para rendir honra a la Cátedra de San Pedro de Antioquía con el tradicional reparto de cecina. Nadie sabe cuántos años hace que esta tradición comenzó, ni siquiera cuál es el origen de la misma, pero año tras año las mujeres de la peña de San Pedro repiten a todos quienes quieren escuchar dos cosas: la leyenda que esconde la tradición y la receta para que la cecina sea tan apreciada.
Porque, aunque nadie sabe si realmente ocurrió así, en el barrio se dice que la primera vez que la cecina se comió por allí fue por «culpa» de un molinero que intentó cruzar el río con su burro. El burro, se negó a hacerlo, pues estaba agotado por el trayecto. El pollino fue abandonado por su dueño, que volvió a los dos días a por él. Cuando llegó descubrió que el asno había muerto y que, fruto de una gran nevada, se encontraba casi congelado. Nadie sabe muy bien cómo, el molinero decidió probar la carne del animal y descubrió no solo que estaba en buen estado, sino también que tenía buen sabor. Y entonces la cecina llegó a la vida de los burgaleses. Hasta hoy.
El segundo secreto, aunque a voces, porque solo hay que preguntar para conocerlo, es cuál es la receta de la sabrosa cecina que año tras años preparan las mujeres de la peña de San Pedro. Su preparación comenzó el domingo, cuando comenzaron a lavar las verduras, partir la cecina y echarla a mojo. Así lo cuenta Angelines, veterana en estas lides.
«El lunes por la mañana la sacamos del agua y echamos en las ollas las verduras, el tocino, chorizo, gallina, garbanzos, espinacas, acelgas… y la cecina y lo ponemos todo a cocer», continúa Angelines. El guiso tiene que estar cociendo cuatro horas, para el martes «limpiar toda la grasa para poder repartirlo el miércoles».
Después llegará la parte más tediosa, una vez hecho ese reparto multitudinario en el que cientos de vecinos aguardaron su turno para degustar la cecina, el chorizo y la morcilla quedará fregar todos los «cacharros» empleados en el guiso.
Pero «las chicas de oro», como se autodenominan, tiran de humor y recuerdan a todo aquel que las quiera escuchar que hay que arrimar el hombro y que nunca sobran manos para tales menesteres. También reivindican, un año más, la necesidad de que el Ayuntamiento colabore. «Las hermanas González, que tienen una frutería, nos han dejado el local para prepararlo este año y ahí lo hemos hecho. Y a fregar vamos a nuestra peña, a la Peña de San Pedro, porque es donde tenemos agua caliente. El Ayuntamiento lleva prometiendo desde hace muchos años arreglar esto, pero no llega», lamenta Ascensión.
Y entre reivindicaciones y mucho humor, los vecinos pasaban a degustar a la cecina, el chorizo y la morcilla entre vivas a San Pedro y la alegría de haber podido reencontrarse con su tradición dos años después.
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