«Cada vez que vengo al Parque de Bomberos se me pone la carne de gallina»

Cumplió su sueño el pasado 2 de agosto, cuando firmó como bombero del servicio municipal, y ya ese mismo día tuvo su primera guardia. «La experiencia, mejor imposible. No me lo esperaba tan bueno. No acabas de aprender nunca», explica Manuel, con una ilusión desbordante y contagiosa. Se ha adaptado muy bien al trabajo del parque municipal («que funciona muy bien») y a sus compañeros, que le han recibido con los brazos abiertos, le han ayudado en todo lo que ha necesitado y ya se siente como en casa. «Esto es como una gran familia», admite.

Manuel casi no se cree que, por fin, haya podido ponerse el uniforme de bombero y que sea él quien responda a un aviso por un incendio, sin tener que ver a sus compañeros desde la barrera, con envidia. «Cada vez que vengo aquí se me pone la carne de gallina», admite. Para Manuel, el de bombero, es el mejor trabajo del mundo, el que cumple con todas sus expectativas, personales y profesionales. «Este trabajo lo tiene todo para mí, es lo mejor de lo mejor», asegura, lo que garantiza que va a dar el máximo en su tarea diaria.

Sin embargo, Manuel no olvida el tortuoso camino recorrido hasta llegar a vestir el uniforme del parque de Burgos. «Empecé muy pronto. Mi primera oposición fue en 2003, con 23 años. Lo tenía muy claro desde el principio, quería ser bombero, pero no estaba bien asesorado», reconoce. A las pruebas físicas llegó bien preparado, pero la oposición de bombero cuenta con dos partes teóricas, lo más importante, «y hasta que me di cuenta de eso pasó bastante tiempo». Además, no siempre se juntó con las mejores compañías para prepararse, y esto también marca la diferencia.

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Pero una vez aprendidos los errores, Manuel puso la directa y empezó a prepararse. Su escalada hasta convertirse en bombero es muy meritoria. Lleva trabajando desde los 17 años, así que ha tenido que compatibilizar su empleo con la preparación para las oposiciones. «Era una trabajo exigente, metiendo diez horas diarias, trabajando los sábados. Luego, sal de trabajar y veta a entrenar, a estudiar... era duro», recuerda. Y así, año tras año, porque solo dejó de trabajar para prepararse esta última oposición, que la veía como la definitiva.

En total, Manuel ha pasado por seis oposiciones en Burgos, dos en Miranda y tres en Palencia. También se ha presentado a convocatorias de Valladolid y Galicia. «Es una carrera de fondo», la clave es prepararse bien para garantizar que se obtiene plaza. Pero no es fácil mantener la constancia. El jefe del Parque de Bomberos de Burgos, Miguel Ángel Extremo, reconoce que se queda mucha gente por el cambio. Aprobar a la primera es extremadamente difícil, así que hay que hacer varios intentos, y en Burgos estuvieron sin sacar oposiciones desde 2008 hasta 2017, lo que desmotivó a muchos candidatos.

Por eso, la plaza de Manuel tiene más mérito. Porque nunca abandonó, y ahora valora más lo conseguido. «Cada año es más exigente, pero si no estudias no apruebas», insiste el recién estrenado bombero, quien afirma que volvería a hacerlo sin ningún género de dudas. Ahora es feliz. «Ayudar a la gente me encanta. Cuántas ruedas de coche habré cambiado... es que no puedo estar sin ayudar. Lo mío es vocación. Y me encantan los trabajos técnicos», explica. Por eso el trabajo de bombero es perfecto para él, aunque sea muy exigente, como ya ha podido comprobar, tanto durante el tiempo de formación como en las primeras jornadas en el parque de bomberos.

Como exigente es la oposición, que reconocen sus compañeros que es una de las más difíciles que hay. «Es una carrera de fondo, en cualquier prueba puedes caer», explica Extremo. Hay que estar muy preparado, tanto para las pruebas físicas como para las teóricas. Los nervios siempre juegan malas pasadas, se pueden cometer errores que te dejan fuera, hay que saber gestionarlo. «Los oficios suelen hacer una buena criba, aunque este año no ha caído nadie», comente el jefe del parque. También criban las pruebas psicotécnicas, y alguno acaba cayendo en los ejercicios de parque, donde ya ves que tienes agarrada la plaza.

Por ese motivo, la recomendación que da Manuel es prepararse bien y rodearse de gente buena, de compañeros que te ayuden en esa preparación, que tengan tantas ganas como tú. «Yo he tenido la suerte de que, con los cinco que me he preparado, son los mejores, para mí». Y los seis han conseguido plaza, en Burgos, Palencia o Valladolid. «Mejor imposible», admite. Mientras, Extremo le anima a que no pierda esta ilusión y recuerde siempre que el uniforme, y el escudo bordado en el pecho, son un orgullo, porque representan a la ciudad. «Es lo más grande que hay, estás haciendo lo que te gusta y ayudando a la gente», asegura el jefe del parque de Burgos.