Los vecinos de la discoteca Kaché: «Aquí no hay quien viva»

Sin embargo, el asunto no se limita a la noche, sino que a la mañana siguiente hay personas ebrias «tiradas» en bancos y en el suelo. También es habitual que se cuelen en portales para resguardarse del frío y comer. «Aquí no hay quien viva», lamenta la vecina.

Todo comenzó al terminar las restricciones de la pandemia, cuando Kaché cambió el tipo de público. Desde hace años ha abierto sus puertas a la mediana edad hasta que a finales de 2021 empezó a dirigirse a los jóvenes.

Como consecuencia, las calles, plazas y parques del barrio terminan llenos de basura cada fin de semana. Latas, botellas de cristal, cajas de pizza, cristales rotos y rayados, charcos de pis... «El miércoles todavía teníamos latas de cerveza tiradas en el jardín desde el domingo», comenta otro vecino.

Incluso, los residentes suelen toparse con puertas y ventanas rotas, así como con coches abollados porque «los chavales» se han subido encima. También se encuentran con grafitis y pintadas. «Hay actos vandálicos todos los fines de semana» y hasta un joven terminó en la UCI tras ser golpeado.

Más allá de Kaché, los aficionados y ultras ven los partidos en los bares de la zona. Hasta doscientas personas llegan a reunirse para cantar y beber. Una vez finalizado el partido, el entorno está repleto de latas, botellas, bengalas de metal… Esta situación se da «desde que el Burgos ascendió a Segunda División».

«El día del partido entre el Zaragoza y el Burgos provocaron daños en los automóviles aparcados en la zona, estamparon botellas en las ventanas, volaron sillas y se golpearon», comenta un vecino.

Así, los otros afectados son los negocios, haya partido o no. Los bares comienzan a preparar pinchos desde las seis de la mañana. «El otro día entraron a uno y robaron los adornos», lamenta. Todo ello ha despertado el temor de un camarero, quien entra al bar a trabajar y cierra para evitar su acceso.

«Hay unos que salen de buen rollo, pero otros son conflictivos y se comportan como animales». Así lo describe Juan Antonio Torres, joven burgalés que frecuenta Llanas, Bernardas y Kaché. También ha observado un aumento de los conflictos en el ocio nocturno, pero «de forma puntual y en lugares concretos».

Todo ello ha impulsado a los vecinos a llamar a la Policía más de una noche, pero «no viene porque consideran que es responsabilidad del local». Asimismo, han presentado quejas en el Ayuntamiento por la suciedad, algo que también han hecho en las Bernardas.

Más allá del centro de Burgos, Las Bernardillas es otro escenario donde la violencia ha aumentado de manera considerable. La gente del barrio se siente «cansada y desprotegida». Y es que allí han visto desde destrozos en bares una agresión con machete.

La solución que requieren desde Bernardillas, Las Bernardas, la calle Briviesca y el entorno de Kaché es el aumento de las rondas y las intervenciones policiales para hacer frente a una serie de conflictos nocturnos que afectan a todos los vecinos.