Los vecinos del Casco Histórico de Burgos denuncian la vuelta de los macro botellones a las inmediaciones del Castillo, una práctica que creían extinta con la situación de pandemia pero que se ha retomado este fin de semana. «Nos costó mucho que se dejaran ... de hacer estas prácticas y tememos que ahora vaya a más», manifiestan algunos vecinos.
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«No me molesta que se junten ahí, me molesta la suciedad que dejan, el ruido que hacen y que cuando bajan se quedan por aquí en el centro por donde pillan y orinan y montan escándalo«, así de contundente se muestra uno de los miembros de la asociación, que asegura haber llamado a la Policía en más de una ocasión para frenarlo.
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«Es una molestia para todos porque aparecen con altavoces incluso y el ruido que hacen es demasiado», confiesa. En este sentido afirma que, aunque la presencia de jóvenes es constante en esa zona y que no han dejado de acudir en ningún momento, «este fin de semana se les ha vuelto a ir de las manos».
Los senderos que rodean el Castillo y la ladera para subir son rincones perfectos para «esconderse», «pero el volumen de gente que se reúne en el campo de fútbol de tierra no es normal tal y como están las cosas», manifiesta el mismo vecino. Por otro lado, quienes residen cerca han observado que cada vez son más jóvenes, siendo habitual encontrar a menores en su mayoría bebiendo alcohol en este «botellódromo».
Además, les resulta llamativo que en una época de fuertes restricciones y medidas higiénico-sanitarias, «los chavales se puedan juntar a beber de esta forma». Ante esto, los residentes de la zona temen que con la limitación de los horarios de ocio nocturno se instaure de nuevo la costumbre de consumir alcohol en las calles. Un problema social que parecía controlado en Burgos pero que ha vuelto a «desmadrarse» estos días.
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Precisamente la Policía Municipal de Burgos informa de que ayer, en sus controles de medidas de seguridad por la covid-19, en la zona de Fuente Prior denunciaron a 15 jóvenes por depositar desperdicios en la vía pública, aunque salieron corriendo al ver a los vehículos policiales. Esto solo indica que, a pesar de la crisis sanitaria y de las prohibiciones y normativas, el hábito de reunirse para beber en la vía pública no desaparece.
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