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Marcos, el héroe de Burgos, recordaba ligeramente una charla en su colegio en la que le explicaron cómo llevar a cabo una reanimación cardiopulmonar (RCP). Lo que nunca imaginó es que iba a tener que ponerlo en práctica ocho años después. «Creo que es algo que se debería enseñar en los colegios e institutos», reconoce después de haberle salvado la vida a José Luis.
Seve y Javi, agentes de la Policía Local de Burgos que acudieron a la llamada del 1-1-2 hace unas semanas en la que la rapidez de un menor y de la policía salvaron la vida de José Luis, también tienen claro la importancia de saber hacer una reanimación básica. «Lo primero que hay que hacer es comprobar el pulso», explica Javi. «Si la persona tiene tiene pulso, se puede comprobar fácilmente en la muñeca o en el cuello, se la coloca en posición de seguridad; si no hay pulso y nos aseguramos de que no hay pulso, hay que masajear, masajear y masajear», indica el agente.
El miedo puede paralizar, pero estos policías dejan claro que «es mejor hacerlo mal que no hacerlo». «No es complicado, hay que empezar a deprimir el esternón hacia dentro y llamar al 1-1-2 que te van guiando en las maniobras y en la posición de las manos. Hay que intentarlo, porque si la persona está en parada o alguien hace algo o ahí se queda. Por rápido que lleguemos nosotros o los servicios sanitarios, si alguien no echa una mano al principio el paciente lo tiene complicado», relata.
Porque en estos casos es importantísimo «la inmediatez». «Es vital la inmediatez, esos minutos son vitales, no solo para vivir, sino también para evitar lesiones cerebrales», explican los agentes. «Cuanto antes se haga el masaje y se bombee sangre con oxígeno al cerebro, más posibilidades hay de supervivencia y de evitar lesiones cerebrales. A veces no lo hacemos por miedo a que lo vamos a hacer mal, pero incluso haciéndolo mal es mejor que no hacer nada», añade Seve.
Seve, Policía Local de Burgos
La Policía Local se forma y se recicla en primeros auxilios para poder salvar la vida de los ciudadanos. La de José Luis es un ejemplo, pero apenas unas semanas después fue otro hombre el que pudo sobrevivir por la intervención de la Policía Local tras desvanecerse en una peluquería.
«En cada práctica que hacemos aquí en la Policía nos lo dicen, que quedarte mirando no soluciona nada. Nosotros lo tenemos ya asimilado, llegas al sitio y ya antes de llegar entre los compañeros en el vehículo te vas coordinando: «Oye, pues yo cojo el desfibrilador y tú comienzas el masaje», lo que sea, pero te vas coordinando», relatan.
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Pero para los ciudadanos de a pie esto resulta más complicado. «Yo diría que en los colegios, a los niños, se les podría ir enseñando esto, que es básico y no tiene mucha complicación. Hay que ser valientes y hay que, como hacemos nosotros aquí, cada año o dos años recordarlo para que cuando llegue el momento tener unas pautas y saber cómo se hace», afirma Seve.
La Policía Local cuenta, además, con tres desfibrilidores que se encuentran permanentemente en la calle (uno por cada una de las tres zonas en las que está dividida la ciudad). Estos aparatos, «muy sencillos de utilizar» han sido claves en numerosas ocasiones.
«El aparato es muy sencillo, le pulsas al botón verde y él te va indicando lo que hay que hacer», explica Javi. Para demostrarlo pulsa ese botón y el desfibrilador comienza a hablar. «Con una mínima formación cualquier persona puede usarlo», incide.
Javi, Policía Local Burgos
«El desfibrilador cuenta con unos parches que vienen marcados con unos pictogramas que indican dónde hay que colocarlos y con quitar el adhesivo de los parches y colocarlos en su sitio el aparato comienza a funcionar. Todo viene muy ilustrado y cualquier persona que se anime puede sacar adelante una parada o colaborar con ello por lo menos», afirma Javi.
«Las instrucciones son muy sencillas, nosotros recibimos formación y reciclaje con cierta periodicidad, y la realidad es que se usa con cierta frecuencia, lo paseamos mucho y lo usamos mucho. Hace unos días otros compañeros sacaron adelante a otra persona con el desfibrilador», celebra.
Pero los desfibriladores no están solo en manos de la Policía, cada vez hay más lugares públicos donde encontrar uno en caso de emergencia. En Burgos hay más de 330 desfibriladores repartidos por espacios físicos de la provincia. Edificios empleados como ayuntamiento, polideportivos, empresas o consultorios médicos son algunos de los espacios donde se ubican estos desfibriladores. Y es que Burgos avanza en el despliegue de espacios cardioprotegidos.
Saber usarlos y atreverse a hacerlo puede salvar vidas, como se ha demostrado en la ciudad en el último mes con la salvación de dos hombres tras sufrir sendos infartos.
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