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La doctoranda del programa de doctorado de Educación María Teresa Ortega Camarero defendió ayer la primera tesis doctoral presencial en la Universidad de Burgos tras el decreto del estado de alarma por la pandemia de la covid-19.
El acto tuvo lugar en el ... salón de actos de la Facultad de Educación. María Teresa Ortega se sometió a uno de los momentos más difíciles en su carrera de investigadora superó la prueba con un sobresaliente cum laude.
Con estrictas medidas de seguridad y de protección, así como con aforo limitado se celebró la lectura de la tesis 'El envejecimiento de los trabajadores con discapacidad intelectual de los centros especiales de Empleo. Una propuesta de medidas de intervención para mejorar su calidad de vida'.
Esta tesis doctoral aborda la cuestión del envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual que trabajan desde una perspectiva práctica y pretende aportar alternativas que puedan ayudar en la elaboración de un nuevo modelo de atención al envejecimiento activo de los trabajadores con discapacidad intelectual, transferible a las políticas públicas, y que contribuya a generar entornos inclusivos en los que las personas con discapacidad intelectual se les reconozca el derecho a vivir con dignidad, también cuando se hacen mayores.
Ortega Camarero ha subrayado que para ella y sus directores era muy importante defender presencialmente su tesis. «Para mí ha sido una satisfacción poder defender presencialmente esta tesis. Era la mejor forma de cerrar el trabajo de estos años», aclaró. Pese al estrés provocado por la crisis sanitaria tanto la doctoranda como los miembros del tribunal tuvieron una sensación extraña por lo diferente que ha sido este encuentro con mascarillas, geles, aforo limitado...
Un acto que la doctoranda ha calificado de «bonito» y de defensa con todas las medidas de seguridad, en el que ha agradecido a la Escuela de Doctorado de la Universidad de Burgos las facilidades que ha tenido para desarrollar su trabajo dirigido por los profesores de la Universidad de Burgos José Luis Cuesta y Raquel de la Fuente Anuncibay.
Ortega Camarero afirma que «las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo (PDI), han incrementado en los últimos años su esperanza de vida. El mayor cuidado de su salud y la mejora en los servicios de atención, son la causa de que hoy vivan los mismos años que el resto de la población, razón a la que se suma el hecho de que la sociedad es hoy más inclusiva, como resultado de la aplicación del Modelo Social de la Discapacidad».
Siendo esto cierto, también lo es que las PDI envejecen antes y con más rapidez que el resto de las personas. Los estudios coinciden en que los 45 años es la edad en la que comienzan a manifestarse síntomas que en otras personas aparecen a los 65 o 70 años.
Este logro social choca, sin embargo, con la falta de preparación de los servicios de atención a las PDI cuando se hacen mayores, no prevenidos para atender nuevas necesidades. Especialmente en el ámbito del empleo.
Si nos centramos en los Centros Especiales de Empleo, empresas que hoy más contratan y más atienden al bienestar de sus trabajadores, constata que los trabajadores con discapacidad intelectual comienzan a sufrir un deterioro prematuro, que impacta negativamente en su actividad laboral y, por tanto, en su proyecto de vida en el que no solo lo económico se vincula al empleo: también su autonomía, su desarrollo personal y la mayor parte de sus relaciones sociales.
Esta Tesis Doctoral ha abordado esta situación desde dos objetivos. En primer lugar, mide el impacto de la edad en las diferentes dimensiones de calidad de vida, mediante la aplicación de la Escala Inico- Feaps, validada por el Instituto de Integración en la Comunidad de la Universidad de Salamanca. En segundo lugar, persigue la creación de una propuesta de medidas de intervención a aplicar con los trabajadores con DI de los CEE, durante sus últimos años en activo y que aporta evidencias de hacia dónde orientar los servicios de atención en el futuro, mediante la aplicación de la técnica Delphi.
Se obtienen como resultados, que la edad influye significativamente en la calidad de vida, especialmente en las dimensiones de bienestar emocional; inclusión social y relaciones interpersonales. Se aporta una propuesta formada por 68 medidas de intervención, con que afectan a los tres grandes ejes de interés en este problema: las personas con discapacidad; sus familias y las organizaciones que forman el movimiento social de la discapacidad en nuestro país.
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