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Aunque la orden de la Junta de Castilla y León permitía que los servicios de restauración de centros de estudios estuviesen abiertos, las cafeterías de la Universidad de Burgos (UBU) permanecían cerradas por una orden rectoral con la que se buscaba evitar la ... expansión de la covid-19, según explican algunos trabajadores de estas.
Este martes 2 de marzo, las cafeterías de las facultades de la UBU han reabierto pero las sensaciones son distintas si se pregunta a quien está fuera o dentro de la barra. Los camareros se debaten entre la alegría por volver al trabajo y la inseguridad por si vuelven a cerrarlas, la responsabilidad de cumplir con todas las normas. Aunque en este punto trabajadores y clientes cumplen escrupulosamente.
De momento solo se puede servir en terraza y las cafeterías tenían las mesas interiores almacenadas para que no se acercasen a la barra en varios turnos y solo se pudiese hacer en un punto. Pedir, recoger y salir a la terraza. Gel hidroalcohólico y carteles indicando las obligaciones a cumplir por parte de todos.
La incertidumbre se reflejaba, por ejemplo, en la cafetería de la Facultad de Derecho. Esta no ha abierto hoy, espera poder hacerlo el lunes si la Junta permite el consumo en interior de la hostelería. Desde marzo de 2020 esta cafetería ha abierto poco más de un mes, de septiembre hasta el 6 de noviembre cuando la Junta cerró la hostelería. En diciembre podían haber regresado, según el Gobierno regional, pero una orden rectoral lo impedía. Ahora ya ha sido derogada.
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«No nos compensa abrir para servir en la terraza, somos una cafetería grande. Hay que valorar entre los trabajadores que se necesitan, los pedidos y los clientes que tendremos estando solo habilitada la terraza», explica uno de los trabajadores. Aquí son cuatro trabajadores que están en ERTE. Este camarero confesaba que «el anuncio de este lunes fue un jarro de agua fría, creíamos que podríamos regresar con consumo en el interior», reconoce.
Hoy él regresaba a su puesto de trabajo pero con sensaciones raras. Estaba limpiando, haciendo pedidos, recibiendo otros. Los repartidores tienen ganas de que vuelvan a funcionar, a ellos el cierre de la hostelería les afecta directamente. «Hemos hecho un pedido muy pequeño en comparación con una situación normal para ir elaborando pero, la verdad, no sabes bien cómo hacerlo», reconocía.
En cambio, las cafeterías de la Facultad de Ciencias y la de Educación sí estaban abiertas. En la Facultad de Ciencias el camarero reconocía estar «encantado» de haber vuelto pero también se mostraba inseguro. Normalmente suelen trabajar dos personas, hoy solo estaba él, porque solo se puede consumir en la terraza y porque por la tarde no abren. «Hemos hecho la mitad de pedido y también la mitad de pinchos pero, a media mañana, ya nos habíamos quedado sin ellos», reconocía. Su compañera de la cafetería de Educación se encontraba en la misma situación.
Aunque los pinchos se han agotado a mitad de la mañana, este camarero que lleva 17 años trabajando en la universidad reconoce que «nunca esto ha estado tan vacío, tan triste. Aún así, al estar abiertos sí se acercan alumnos y profesores porque, al final, nos conocemos y saben que lo necesitamos».
En este caso, los anteriores concesionarios de la cafetería de Ciencias lo dejaron cuando comenzó el cierre para frenar la covid-19. Los actuales también gestionan la cafetería de La Milanera y Educación. Esta cafetería de Ciencias ha estado abierta en poco menos de un año tres semanas en noviembre.
Por su parte, los alumnos han recibido con agrado la vuelta. «Estábamos sentados durante horas juntos en clase y no podíamos ni tomarnos un café, aunque sea en la calle», se queja uno. Su compañero explica que se tenían que desplazar a otros bares cercanos abiertos, «perdíamos tiempo, a veces no te apetecía y, además, allí nos acumulábamos alumnos de varias facultades», reconoce.
Lo mismo confirma un trabajador de la UBU que se acerca a hacer su pedido. Él es vecino de uno de esos bares y añadía, «hoy que han abierto las cafeterías se notaba menos cantidad de gente en estos bares cercanos al campus».
Los camareros agradecen este buen recibimiento, estas ganas. Al entrar en la Facultad de Ciencias, de hecho, la conversación de los profesores se centraba en la reapertura de la cafetería, «menos mal, vamos a tomarnos un café». Además, los trabajadores de las cafeterías reconocen que, aunque hay que estar pendientes de las normas «estamos tranquilos, los clientes están concienciados y son muy respetuosos, nos ayuda mucho eso».
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