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Los peores temores del GREM de Burgos se han cumplido. No han llegado a tiempo con la construcción de las perreras, así que ahora que se han iniciado las obras en el edificio municipal están teniendo que hacer encaje de bolillos para dar acogida a ... sus perros. Además, el Ayuntamiento ya ha avisado de que les tocará pagar la luz y el agua tras la reforma, costes inasumibles con el presupuesto limitado que manejan, y más si la Diputación no salda la deuda de 30.0000 euros que tiene con ellos.
El pasado 4 de abril, la empresa adjudicataria inició la reforma de la perrera municipal, un mes después de lo anunciado inicialmente. Es proyecto ambicioso, que cuenta con una inversión de 700.000 euros, pero del que el GREM dispone de poca información, solo lo que se recoge en el expediente y la documentación colgada en la página web del Ayuntamiento de Burgos.
Fue la empresa la que les avisó de que tenían que vaciar el espacio cedido en la perrera municipal, pues desde el Consistorio no les ha llegado ninguna comunicación. Y pese al esfuerzo que han hecho estos meses, con la ayuda desinteresada de varias empresas y el trabajo altruista de los volunarios, la Unidad Canina de Salvamento no ha llegado a tiempo con las perreras provisionales.
Solo cuentan con tres perreras hechas, y otras cuatro están sin acabar. Sin embargo, son ocho los perros que se han quedado de manera definitiva en Villafría, donde se ubica la seda del GREM, así que los están «rotando», explica Álvaro Martínez. Unos animales duermen en las perreras y otros en transportines, y alguno se ha tenido que marchar a casa de su dueño, y también se buscan hogares definitivos para los que se «jubilan».
«Si no hay dinero, no se pueden hacer», insiste Martínez, quien lamenta que no hayan tenido apoyo institucional para encontrar una alterantiva para los perros con motivo de las obras de reforma. Desde el Ayuntamiento no se han preocupado y el GREM no dispone de recursos para levantar las perreras, así que han estado haciéndolo a ratos, entre los voluntarios y con materiales prestados y... no ha sido suficiente.
Martínez afirma que el grupo está desmoralizado. Las nuevas incorporaciones están muy sorprendidas por lo que está ocurriendo, los más veteranos ya no se sorprenden, pero el desánimo cunde mucho más rápido. Martínez recuerda que, actualmente, solo cuentan con 19.000 euros para mantener la unidad canina, pues la Diputación de Burgos les debe 30.000 euros de las ayudas de 2020, 2021 y 2022, a razón de 10.000 por año.
La Junta de Castilla y León acaba de aprobar la subvención de 15.000 euros y el Ayuntamiento cumple anualmente con su aportación de 4.000 euros. Aun así, es insuficiente, sobre todo si les van a hacer pagar el coste de luz y agua que hagan en la perrera municipal, una vez acaben las obras y les vuelvan a ceder espacios para dar acogida a los perros de salvamento.
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El GREM ya lanzó la voz de alarma en febrero, cuando tras estudiar el proyecto vieron que la reforma solo afectaba a la zona utilizada por la perrera, dejando fuera los espacios cedidos. Entonces temían que, al haber una renovación de las instalaciones, les fueran a cobrar los suministros. Estos últimos días se ha confirmado que será así, que se modificará el proyecto para reformar todo el edificio pero se les cobrará.
Y si tienen que asumir esos costes, la situación se volverá insostenible. Sin embargo, Álvaro Martínez apunta que toda esta información la conocen a través de los medios de comunicación, pues el Ayuntamiento no se ha puesto en contacto con ellos. El alcalde, Daniel de la Rosa, indicaba esta semana que está dispuesto a sentarse y analizar la situación, y aseguraba que no está en riesgo la colaboración municipal.
«No queremos abandonar pero dan ganas», afirma Martínez, que lleva 26 años al frente del GREM de Burgos, durante los cuales el grupo se ha convertido en un referente internacional. No solo han participado de inmuerables grupos de rescate, evacuación y asistencia en catástrofes naturales de todo el mundo, sino que han tutorizado la creación de grupos de salvamento en países como Panamá.
Sin embargo, la Unidad Canina de Salvamento ha dejado de ser profeta en su tierra, al menos para las instituciones. La sociedad burgalesa sí les ha mostrado su apoyo, como lo han hecho esas entidades que han colaborado con las perreras y los movimientos que, meses atrás, frenaron la salida del GREM de la perrera municipal aprovechando las obras de reforma. Ahora solo esperan que las instituciones recapaciten.
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