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La familia se ha trasladado a Burgos con 25 de sus miembros y han sido recibidos por el arzobispo, Mario Iceta.

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La familia se ha trasladado a Burgos con 25 de sus miembros y han sido recibidos por el arzobispo, Mario Iceta. Arzobispado de Burgos

Tres furgonetas para huir de Ucrania: el periplo de una familia de misioneros recién llegada a Burgos

Los Campomar Hernando han llegado a Burgos acompañados por siete de sus diez hijos, yernos, nueras, nietos y una abuela de 90 años enferma de alzheimer | Han tardado una semana

Sábado, 5 de marzo 2022, 08:55

La familia Campomar Hernando, tras una semana huyendo de la guerra de Ucrania, ha conseguido llegar a Burgos. En la madrugada del jueves, esta familia de misioneros, que llevaban desde 1997 evangelizando en el país, conseguía poner pie en la provincia. Y un día ... más tarde, eran recibidos por el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, quien les ha ofrecido toda la ayuda que requieran tras estos duros días de incertidumbre y miedo.

La historia de la familia Campomar Hernando la cuenta el Arzobispado de Burgos, y es una historia de misioneros. César Campomar nació en Bilbao, aunque pronto se trasladó a Burgos, donde descubrió el Camino Neocatecumenal. Aquí conoció a su mujer, María Axiliadora, y ambos se ofrecieron a ir a la misión. Una primera parada fue Bielorrusia, donde estuvieron seis años como misioneros.

Aquí, explican, les dieron un «ultimátum porque sabían que éramos de la Iglesia» y los responsables del Camino los enviaron por sorteo a Kiev. Allí colaboraron con la recién creada parroquia de San Alejandro, que aglutina a una población de 400.000 personas pero a la que solo acude un millar de católicos a rezar cada domingo, apuntan. Y allí estaban hasta la invasión de Rusia.

Aturdidos por una invasión que nadie imaginaba, la familia decidió abandonar el país el jueves de la semana pasada, horas después del lanzamiento de las primeras bombas. César, su mujer María Auxiliadora y siete de sus diez hijos, con sus respectivas esposas e hijos (dos de ellos, seminaristas, se han quedado en Ucrania y otro reside en Murcia) decidieron emprender el viaje de regreso a Burgos acompañando a la madre de César, de 90 años de edad y enferma de alzheimer.

En total, 25 personas: 13 adultos y 12 niños. Dos de ellos regresaron en avión y el resto en tres furgonetas que han tardado una semana en pisar suelo burgalés tras atravesar la frontera con Hungría («era más sencillo que hacerlo por Polonia») y hacer parada en Trieste y Niza.

Fe reforzada

Por el camino, relatan cómo han sido «espectadores de los milagros que Dios ha hecho con nosotros», pues han visto cómo las incomodidades del viaje (llegaron a estar parados más de 13 horas parados en la frontera y apenas les ofrecían 20 litros de combustible en cada gasolinera) y las averías en algunos de sus vehículos se han solventando «gracias a la generosidad de la gente» que han encontrado por el camino.

«Algunos de los bebés solo tenían certificados de nacimiento, pero carecían todavía de la documentación oficial y nos han atendido bien», relata César. Además, la federación de fútbol les ayudó pagando para ellos un hotel en Hungría y poniendo a su disposición dos coches y dos conductores, que los han traído hasta Burgos.

La familia Campomar Hernando mira con preocupación la situación que se vive en Ucrania y desean descubrir «la mano de Dios en todo esto», «que él nos ayude a descubrir su voluntad» y los caminos que les tiene preparados en Burgos en los próximos meses, si bien su corazón sigue en Ucrania, donde desean volver lo antes posible, como relata Mariauxi.

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