Miguel Ángel Salinas es un hombre que rezuma vida. Ha cumplido los 80, pero tiene la vitalidad de un chaval del 20. En su cabeza se agolpan los recuerdos de aquella tradición que tiene 90 años de vida. «Las tradiciones no se pueden perder», sentencia, ... aunque es verdad que de aquellos que «comenzamos hace 25 años y tomamos el relevo casi solo quedo yo», lamenta. Pero no importa, porque Salinas se vale solo para arrastrar a las masas.
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Salinas apunta que esta copla de la Pascuala que él canta y se sabe de memoria, es parte de la zarzuela 'Los frescos de Goya'. A principios de siglo «se rescató esa copla de la zarzuela» y se trajo a modo de burla a Burgos para ser cantada a la puerta de un bar por Buenaventura Gutiérrez. El éxito fue grande y se decidió poner la fecha del primero de año para su canto en la ciudad.
La idea de Salinas para que se pueda hacer realidad en un relativo corto espacio de tiempo es que la zarzuela se rescate y se pueda reestrenar en Burgos. «Sería algo bonito», confiesa, «que una zarzuela en la que está incluido este canto de la Pascuala se pudiera traer al Principal». Razón y argumentos históricos no le faltan a Salinas. Porque ya estuvo en Burgos esa zarzuela y en ese mismo escenario.
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Además, Salinas aporta la idea a los «grupos de canto y teatro de Burgos» para que puedan representar el libreto que escribío Carlos Arniches con Enrique García Álvarez y Antonio Domínguez en 1912.
Se le encienden los ojos y tiene que tomar un sorbo de su botellín de agua, cuando empieza a hablar de cómo se involucró en todo esto… «Nos juntábamos en el bar Emi, de la calle Sanz Pastor» y ahí se fraguó toda esta historia».
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La hija de Iturriaga y su restaurante, en el final de la calle Santander e inicio de la avenida del Cid fue su sede. Pasó a llamarse Bar Nervión; pero la tradición siguió. Al cierre de este mítico bar se cambió de acera, al Costan. Y en 1990 al Bar Boston. Este año, cuando Miguel Ángel Salinas cumple sus bodas de oro cantando a la Pascuala, se traslada al Jaleíto, en el pasaje del Espolón a la Catedral. A las 13.00 horas.
El año pasado cambió la sede del Boston al Victoria y este año al local contiguo. Pero seguirá la broma y la chanza, la crítica y el comentario ácido a la marcha del país, la Comunidad y la ciudad. La lengua afilada de la señora Pascuala se hará presente en los que ahí se conciten. «Dala, dala, que es una cosa muy mala».
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Salinas se va a enfundar el 1 de enero su casaca de la ironía, que por otro lado casi siempre le acompaña y con acierto. Y cantará a voz en grito:
Es la Señora Pascuala, / una mujer que asusta, / por cualquier cosa se enfada / y nada le gusta.
A una mujer como esa. / yo nunca la conocí, / por eso al pobre marido, / le dicen así:¡Daala, daala, / que es una cosa muy mala / ¡daala, daala, / que hay que acabar de una vez, / «pa» que no sea soez, La Pascuaala.
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El otro día estando en misa, / le salto dos «envergüenzas», / «y» al padre Cobisa, / todos los feligreses, / agrupados en montón, / al sacristán le gritaban / con indignación: /¡Daala, daala, / que es una cosa muy maala / ¡daala, daala, / que hay que acabar de una vez, /«pa» que no sea soez, / La Pascuaala.
¡VIVA LA PASCUALA!
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