El 15% de los trabajadores de Burgos sufre acoso laboral

Y de ese porcentaje, los empleados públicos se llevan la peor parte, pues es en las administraciones públicas donde se dan más casos. «La administración pública es un terreno abonado. La insatisfacción laboral es muy propia en las relaciones funcionariales», detallan Félix Enrique y Jorge García, abogados de Innova.

Un problema, el del acoso laboral, que aún no tiene poso de concienciación a nivel general. «Esa es una de las batallas que tenemos. El ejemplo se explica bien con la violencia doméstica. Hace unos años, 'fulano' pegaba a la mujer, se sabía en el pueblo y nadie se metía. La sociedad lo conocía y lo admitía con cierta naturalidad. A día de hoy eso es inconcebible. Incluso si se ve en la calle, se avisa a la Policía. El acoso existe, pero está socialmente aceptado», recalcan los expertos, que aseguran que dentro de unos años esa percepción cambiará. «La pena es que puede cambiar con algún aspecto negativo. Ya hemos visto otras situaciones similares con el movimiento 'Me too'», añaden.

Y esa falta de concienciación social también ha llegado a los operadores jurídicos. «Se nota en los juzgados, cuando habla el fiscal...», describen Enrique y García, que inciden en que «el acosado suele ser una persona muy válida». «El acoso es sutil. No te insultan ni te dan con el látigo. Hay ejemplos al ningunear a una persona, olvidarse de avisar a una persona para el inicio de un proyecto o crear un grupo de Whatsapp y que no esté incluida. Es mucho más frecuente de lo que parece», ejemplifican los abogados de Innova.

Según detallan Enrique y García todo acoso empieza con un «instigador». «Hay alguien que se siente amenazado por una persona e intenta destruirla. Desde la perspectiva de la víctima empieza a ver un aislamiento total, que no tiene apoyo y se siente inseguro con lo que hace. Y llega un día en el que te encuentras llorando por ansiedad. Y no lo cuentas. La víctima cree que puede con ello, se siente con fuerza, pero llega un momento en el que se rinde», agregan.

Por eso desde el despacho burgalés insisten en la necesidad de abrir la vía de la reclamación. «No hay nadie que haya reclamado y cuya situación siga igual. Aunque no se gane el procedimiento, el acoso termina. Una vez que se pone una reclamación, el acosador no puede seguir haciendo lo mismo. Produce un efecto inmediato. El acosador se siente señalado y siempre pasa lo mismo, dice que el acosado es él. Se victimiza», afirman desde Innova, que reconocen que la vía penal es más complicada.

«La persona, en un procedimiento penal, tiene todas las presunciones a su favor. Pero la reclamación en vía laboral cambia. La empresa no lo permite y el acosador no puede seguir igual. Normalmente las empresas reaccionan. Dicen que no sabían que existía esa situación, pero activan los protocolos», prosiguen.

Otro de los problemas que han detectado es el tira y afloja entre la mutua de la empresa y el trabajador afectado. «Te dicen que estás así porque te separaste o has tenido otro problema. Intentan separar la baja psicológica del trabajo. Hay una pelea entre las mutuas y la Seguridad Social y parece que lo psicológico nunca es por el trabajo. Te puedes romper un tobillo, perder un dedo..., pero una baja por estrés no existe o es que eres muy blandito. Ves los puestos de las personas acosadas y no destacan por ser mentalmente débiles. Son personas preparadas pero el meneo que reciben les tumban. Además, da igual que sea una persona blandita o menos blandita», concluyen Félix Enrique y Jorge García.