Sotillo de la Ribera: costumbres que se viven con intensidad

Las muchas tradiciones que Sotillo de la Ribera atesora y vive con intensidad llegan hasta sus raíces y le confieren identidad. Están agrupadas en la devoción a Nuestra Señora de los Prados, el día de Santiago y la Semana Santa. La fiesta de la Virgen se celebra el primer domingo de septiembre con una procesión hasta su ermita. La mañana de danzas, plegarias y encuentros es sellada con el broche eucarístico. En la noche de Santiago los niños corren la bota por las calles del pueblo. Yen la Semana Santa, una de las más ricas, bellas y originales, se dan cita varias singularidades.

Los nazarenos, un grupo de niños primorosamente vestidos representando a Cristo y los apóstoles, cantan en las procesiones los 'Romances a la Pasión' de Lope de Vega. Los soldados romanos, una guarnición piadosa, custodian las imágenes y regulan los tiempos. La procesión de las Hogueras se celebra en la noche del Jueves Santo, a través de un reguero de fuego que se enciende al paso de los santos acrecentando la piedad del pueblo y provocando efectos de luz inverosímiles. El Descendimiento es una emotiva ceremonia seguida con el corazón en vilo.

Destaca, entre todas las tradiciones, el cántico del Miserere. Salmo 50 cantado en latín con una melodía gregoriana 'ruralizada', pero con particularidades musicales únicas. Heredado de los mayores por transmisión oral que se remonta a los orígenes del pueblo, a punto estuvo de perderse, pero un grupo de 32 personas creyó en la posibilidad de revitalizarlo y de una forma mágica lo consiguió. No existía partitura, pero fue encontrada en el último pliegue del corazón, pues estaba escrito para ellos desde siempre. Era su Miserere eterno.

Lo aprendieron, sin saber música, a través de mensajes de WhatsApp, se ensayó en un verano inolvidable y se grabó un día de otoño para la historia. El producto final fue un libro con un DVD incorporado que no se perderá, pues está guardado en cada corazón, en la biblioteca de Silos y en muchas otras.

En Pinillos de Esgueva las marzas se convierten en la tradición más arraigada. Un canto, que como buen bien inmaterial, se ha ido transmitiendo de generación en generación. Se celebra el sábado siguiente al 28 de marzo. Los octogenarios de Pinillos todavía recuerdan cómo los mozos del pueblo, cuando cumplían los 18 años, empezaban a cantarlas. Entonces y ahora se hacen dos grupos, se colocan uno en cada extremo de la calle y comienzan a cantar cada uno una frase de forma alterna.

Hace tiempo, al día siguiente se celebraba el Ángel de la Guarda. Los mozos se volvían a juntar para pedir por las casas del pueblo, tras recoger las viandas se iban a reguilar los árboles del Ayuntamiento y después a gastarse lo recaudado. Con el paso del tiempo, la tradición del 1 de marzo ha desaparecido.

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