Con consternación y sorpresa. Así ha recibido Burgos la noticia de la detención de Ana Julia Quezada, principal sospechosa del secuestro y homicidio del pequeño Gabriel. Y es que, la mujer, de origen dominicado, residió durante dos décadas en Burgos, concretamente en el Camino de ... Casa La Vega.
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Allí, en el número 41, vivió de alquiler durante varios años. Y fue en esa vivienda en la que, en marzo de 1996, se registró el trágico fallecimiento de una niña de cuatro años que se precipitó por la ventana de un séptimo piso al patio interior. Se trataba de una hija que tuvo en la República Dominicana y que consiguió reagrupar en España. Sin embargo, los propios vecinos del inmueble ratifican que «apenas estuvo unos meses» en Burgos antes del trágico suceso, que se archivó después de que la investigación determinase que la caída fue accidental.
La niña llegó procedente de la República Dominicana, cuando la familia política de Ana (como se la conocía en Burgos) la animó a traérsela, y al poco tiempo la pequeña falleció, explican vecinos del barrio, que aseguran que entonces hubo un gran revuelo pero, al final, el suceso quedó en un trágico accidente. Posteriormente, Ana Julia y su pareja de entonces, con la que tiene una hija de 24 años, adquirieron un piso en el mismo Camino de Casa La Vega, pero en el número 33, donde residió hasta que se trasladó a Almería con su pareja de entonces. Y allí reside todavía la hija, con su padre, si bien hace algunas semanas que no se les ve por el bloque de viviendas.
Según explican los vecinos de ambas comunidades, la principal sospechosa del homicidio del pequeño Gabriel hacía «mucha vida en el barrio». De hecho, durante mucho tiempo trabajó en una carnicería situada a escasos metros de ambos portales. Una carnicería que hoy tenía la persiana bajada, pero que ha centrado la atención de curiosos. «Nos ha dado de comer a todos», explicaba consternado uno de los vecinos esta mañana. Y también era cliente habitual de uno de los bares próximos, donde se la solía ver tomando café. En el barrio, mucha gente la conocía, aunque no ha sido hasta ayer cuando han atado cabos y han descubierto que la sospechosa del homicidio de Gabriel había vivido en Casa La Vega. Está cambiada físicamente, reconocen.
«Nadie se esperaba algo así», ya que «era una persona muy cariñosa», una «buena chica», explica una vecina del número 41. Sin embargo, añade, «nunca puedes saber cómo es la gente». «Si de verdad es culpable, que cumpla con la pena», añadía tomando un café en uno de los bares de la zona, que hoy ha amanecido asediada por los medios de comunicación nacionales. «Era una chica normal», insisten, muy agradable en el trato, pero debe hacerse justicia, opinan, todavía impresionados por lo ocurrido.
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Pero si en algo coinciden todos los vecinos es en la preocupación por la hija mayor, fruto de un matrimonio anterior con un transportista burgalés. Hasta que Ana Julia se marchó a Almería se las veía juntas, paseando a los perros. Y su hija es una «chica encantadora», también muy conocida en el barrio y que «lo está pasando muy mal». De hecho, la joven tuvo que recibir ayer asistencia médica por ansiedad y se encuentra ingresada en el Hospital Universitario de Burgos.«Que la dejen tranquila. Ella no tiene nada que ver con su madre ni tiene culpa de nada», insisten los vecinos en los corrillos que se vienen formando desde la tarde de ayer en el camino Casa La Vega.
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