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El patrón de la ciudad de Burgos, San Lesmes, se celebra en enero, algo que los burgaleses asumen en días como este domingo 26 de enero. Viento frío, bajas temperaturas y algo de lluvia al principio del día, que luego ha dado tregua, estos son los riesgos de celebrar en enero en la calle, pero para los burgaleses no hay frío sino mal abrigo.
Desde las 11 de la mañana la gente se ha echado a las calles primero para disfrutar de la tradicional comitiva formada por cientos de personas de grupos folclóricos, peñas, reinas y damas de la ciudad junto a los representantes municipales de Burgos y los de Loudun, la ciudad de nacimiento de San Lesmes. No han faltado, por supuesto, los timbaleros, meceros, guardias de gala e infanzones.
El destino de la comitiva era la iglesia de San Lesmes, donde se ha celebrado una misa. Antes de que la ceremonia acabase ya se agolpaba la gente en la plaza San Juan y la calle San Lesmes para no quedarse sin sus panecillos de San Lesmes y esos productos típicos de la tierra como morcilla, chorizo y, por supuesto, vino para calentar la fría mañana.
En este punto, la lluvia no ha participado en la fiesta, así que los burgaleses han podido disfrutar de las viandas y de esos encuentros con sus vecinos. En este punto de la ciudad se ha celebrado San Lesmes con charlas animadas, degustación de buen alimento y el tradicional baile de los gigantillos y de otros danzantes y grupos folclóricos de la ciudad.
El frío no ha hecho mella en la afluencia, una plaza de San Juan abarrotada acogía el reparto de panecillos y pinchos de chorizo y morcilla y el vino de la tierra.
Y por si no fuera poca gastronomía, sigue la Feria de Pinchos y Tapas de San Lesmes. Toda buena celebración alcanza su éxito con una buena comida. Hasta el domingo 2 de febrero los 26 establecimientos que han participado en el concurso ofrecen estas elaboraciones.
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Natalia Sáez Ursúa
Creatividad, innovación y tradición se unen en estas recetas de firma burgalesa creadas con productos de la tierra. No obstante, entre estas tapas destacan también los platos propios de la gastronomía de otros países coronados con un toque de la cocina local.
Natural de la ciudad francesa de Loudun, San Lesmes llegó a Burgos en el siglo XI como parte del séquito del rey Alfonso VI, donde se hizo cargo del Monasterio de San Juan Evangelista. Allí supo ganarse el cariño de los burgaleses de la época gracias a su labor social con aquellos que más lo necesitaban, así como con el papel que desempeñó en el saneamiento urbano gracias a sus conocimientos de ingeniería. Su muerte conmocionó al pueblo burgalés, que decidió nombrarlo patrono de la ciudad y se lo declaró Santo.
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