¡Qué no habrán tenido que plegar sillas los organizadores de las diversas actividades que se han desarrollando durante finales de junio y principios de julio en Burgos! Nadie ha querido pronunciar la palabra fiestas por eso de la covid, pero lo que ha ... vivido la capital del 25 de junio al 3 de julio ha sido una programación, catalogada como alternativa, que ha devuelto a los vecinos a la calle.
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Y todo con seguridad y de una forma organizada. Tal vez, la mejor noticia, como apunta la concejala de Festejos, Blanca Carpintero, es que «no ha habido ningún incidente reseñable con las concentraciones de personas» y que los burgaleses se han volcado con unas 'no fiestas' durante ocho días.
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Han sido unas actividades que prácticamente imposibilitaban salir del metro cuadrado a cada participante, pero que no han arrebatado las ganas de disfrutar, aunque haya sido con mascarilla, gel hidroalcohólico y con premura por adquirir entradas por eso de que los aforos estaban limitados. «La respuesta de la gente ha sido altamente satisfactoria. Veíamos que había esa necesidad de reencuentro, y todo desde la seguridad. Había ganas de juntarse y se han ofrecido unas propuestas que hemos elaborado pensadas para todos los gustos», describe Carpintero.
Los eventos infantiles, tradiciones, musicales, de humor... han satisfecho las necesidades de los burgaleses. A tenor de lo visto, no ha habido una actividad que no haya rozado el límite máximo de público permitido. Para muestra, los botones de la rápida venta de las entradas de La M.O.D.A., la retirada masiva de las invitaciones para ver a Sidecars o la expectación generada por el espectáculo pirotécnico en el cielo de Burgos la noche del 28 de junio. «El balance es positivo, por la propuesta y la respuesta», incide la edil de Festejos.
Precisamente, Carpintero, al igual que la sociedad burgalesa, venía de un año sin fiestas. En el 2020, la situación se edulcoró con una propuesta más simple y alargada durante todo el verano con el ciclo de 'Viva la vida'. «La apuesta del Ayuntamiento, incluso en los momentos más críticos, ha sido siempre la de generar una actividad controlada y segura», recalca la concejala, que se muestra satisfecha por el resultado de estas 'no fiestas'. «He disfrutado mucho estos días. Por ejemplo, el día de la ofrenda de flores acabé muy contenta. El año pasado se hizo muy contenida, pero este año hemos tenido la sensación de que esto empezaba a fluir», añade.
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Y es que esta programación alternativa servirá también como primera piedra de lo que se verá en 2022, donde la propia Carpintero ya podrá hablar de fiestas. «Ya estoy pensando en las del próximo año, porque lleva mucho trabajo. Si queremos que vengan artistas de primer nivel, hay que hacerlo con muchísima antelación. El técnico de fiestas está de vacaciones y cuando regrese, nos pondremos a trabajar, pero antes nos llega la Navidad», concluye Blanca Carpintero.
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