Gusto por la tradición

La tradición del baile de los danzantes y de los gigantillos es una de las citas más características de Burgos y, todo parece indicar, que seguirá siéndolo durante los próximos años a tenor de la multitud de niños que no se han perdido detalle de la actuación. Como cada mañana, durante las Fiestas de San Pedro y San Pablo, un nutrido grupo de burgaleses de todas las edades ha formado un corrillo junto a la Casa Consistorial -en la parte ya rehabilitada de la Plaza Mayor- para disfrutar de esta histórica actividad.

En esta ocasión, han participado el tetín mayor, al que se identifica fácilmente porque su traje es de color azul, tres tetines más, diez danzantes, cuya vestimenta es roja, y dos paleros, que llevan ropa verde. Todos ellos, al ritmo que imponían el dulzainero y el tamborilero, han arrancado el aplauso de los presentes desde que entraron al céntrico recinto por el pasaje del Ayuntamiento hasta que finalizaron la actuación.

A continuación fue el turno de los gigantillos, que representan una pareja de la Sierra, y de los gigantones, que imitan a las razas del mundo. La nota que se salió del guión la marcó el representante indio, que casi se cae mientras danzaba, pero por suerte solo se quedó en un susto y el resto de parejas pudieron seguir moviéndose al son de los instrumentos populares.

Los bailes continuarán desarrollándose hasta este sábado, 7 de julio, cuando las agujas del reloj marquen la una en punto del mediodía, la misma hora a la que han comenzado hoy. El orden también será idéntico: primero los danzantes, luego los gigantillos y, por último, los gigantones. De esta manera, sigue rindiendo homenaje a una tradición ineludible en los Sampedros.

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