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Alegría contenida con toques de melancolía. Santa María la Mayor, patrona de la ciudad de Burgos, ya tiene sus flores. Las peñas y los grupos de danza de la ciudad han cumplido con la tradición pero con la sensación de que faltaba algo. ... Y es que, por segundo año consecutivo, la pandemia ha obligado a suspender las Fiestas de San Pedro y San Pablo, dejando en esta ocasión una mínima representación, en forma de programación cultural y musical.
Eso sí, como la situación epidemiológica ha mejorado considerablemente, la ofrenda floral se ha podido celebrar en la Plaza del Rey San Fernando, y no en el interior de la Catedral de Burgos como el pasado año. Se ha contado con un reducido público, con accesos controlados por Policía Local y Protección Civil, y Gigantillos, Danzantes, peñas, grupos de folclore, la Corte y la comitiva oficial han podido desfilar desde el Paseo del Espolón.
Los Gigantillos han estado haciendo las delicias de los más pequeños desde primera hora de la mañana y, luego, no han faltado a la cita con la Virgen, ante la que han bailado la Jota Burgalesa. Lo han hecho en torno al gran rosetón de flores que ha adornado el centro de la plaza, una creación de la Asociación Cultural Corpus Christi de Ponteareas, que ha estado preparándola desde las cinco de la madrugada.
Una alfombra floral que nadie ha osado pisar salvo un perrito que, en medio de la celebración, ha cruzado la plaza del Rey San Fernando, ante toda la comitiva ya instalada, tras la correspondiente ofrenda. Ha sido la anécdota de una jornada que, pese a tener una agradable temperatura, no ha sido tan calurosa como en citas precedentes. Y que ha estado amenizada por la música de la Coral de la Schola Cantorum de Burgos.
Las peñas, casas regionales y grupos de danzas han cumplido con la organización del evento. Se han concentrado en el Paseo del Espolón, en un grupo reducido de máximo 6 miembros, y, desde allí, han iniciado recorrido hasta la Plaza del Rey San Fernando. Tras pasar por el Arco de Santa María, han realizado la ofrenda que, al ser esta año menos numerosa, pues ha creado un altar floral de menores dimensiones, pero con la misma devoción.
A continuación, ha sido el turno para la comitiva oficial, encabezada por los danzantes. Se ha contado con las Falleras y la Junta Central Fallera de Valencia, las directivas de la Hermandad de Peñas, el Comité de Folclore y la Federación de Fajas, Blusas y Corpiños, y la corporación municipal. La Corte de Honor de 2019 ha vuelto a presidir el acto, y las reinas Mayor e Infantil, Alicia Santamaría y Elena González, han realizado la ofrenda junto con el alcalde, Daniel de la Rosa.
Además, tanto Elena como Alicia han dirigido unas palabras al público presente, en las que se ha recordado sobre todo los duros momentos vividos por la pandemia. Elena ha recordado a su abuela, que falleció a principios de año. Y la conmemoración del VIII Centanario de la Catedral de Burgos también ha estado muy presente, no solo en sus palabras, sino en la propia decoración floral que ha acompañado a Santa María.
La ofrenda floral ha concluido, como es habitual, con el Baile de los Gigantillos y la Jota Burgalesa, que en esta ocasión ha ido en homenaje a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, a sanitarios, protección civil y todos aquellos que han sido esenciales durante la pandemia. La policía nacional Jimena Palacios ha hecho una ofrenda y los sanitarios Esther Zarzosa y Luis Casaval han bailado con las Reinas.
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