Refugiados ucranianos reciben a otros compatriotas rescatados en la estación de autobuses de Burgos

Un encuentro entre refugiados de la guerra de Ucrania. Así de cruda es la realidad que se ha vivido este viernes en la estación de autobuses de Burgos a la llegada de dos familias más de supervivientes de la invasión rusa que han sido rescatados por dos empresarios leoneses, David de la Riva y Francisco Javier Colino, que viajaron en coche hasta Polonia para recogerles.

Con banderas y pancartas por la paz con los colores de su país, los familiares de Nadiya Chmyr, que llegaron el pasado lunes a la capital burgalesa con su marido José Ignacio Alonso, han brindado un caluroso recibimiento a sus compatriotas, que además son también vecinos de Kiev.

La familia recogida por Francisco Javier Colino, compuesta por una madre con sus dos hijos de once y trece años y la abuela de 62 años, fue la primera en arribar a la estación de autobuses burgalesa pasadas las once de la mañana. Al bajar del vehículo, ambas familias, la de Nadiya y los recién llegados, se han fundido en un conmovedor abrazo.

«Muchas gracias a todos y en especial a los dos voluntarios que nos han traído. Nos han dado una oportunidad de tener una vida mejor y nos han sacado de una guerra en la que aún están luchando nuestros maridos», ha agradecido en ucraniano y entre lágrimas una de las refugiadas con la ayuda en la traducción al español de Zoriana Tkach, amiga de los leoneses que han protagonizado este rescate y resdiente en la localidad burgalesa de Arcos de la Llana.

«Unos tíos de David tienen una empleada ucraniana en su casa y su hijo de 16 años se había quedado atrapado en el país. Nos enteramos de unos gallegos que viajaron en furgoneta, les quedó una plaza y con suerte pudieron encontrarle y traerle para España», ha contado Colino sobre cómo surgió la idea de ir a recoger refugiados a la frontera polaca.

Con la inspiración de esa acción, Colino ha revelado que ellos contactaron con una organización en Polonia y fue desde allí donde «tras cambiarlo de Varsovia a Cracovia y proporcionarnos el nuevo lugar de recogida» pudieron llegar hasta las familias que huían de Ucrania.

De igual manera, ha asegurado que en la frontera vieron «la tristeza de la gente que deja toda una vida atrás» y ha destacado la labor de los polacos «que se han volcado para ayudar a la gente que llega» tanto en polideportivos como en los campos de refugiados y en casas de acogida. «Ya estamos preparando un autobús para que pueda ir en un par de días para allá», ha avanzado antes de proseguir su viaje hasta León.

Cuarto de hora después, la segunda familia de refugiados ucranianos ha descargado sus maletas del coche de David de la Riva. Entre las caras de desconcierto, un niño, dos jóvenes adolescentes y una mujer han recogido del maletero del vehículo los retales de su vida en Ucrania. «Con la casa a cuestas tienen que ir», ha gritado con rabia uno de los representantes de la comunidad ucraniana en Burgos.

Rápidamente, los aplausos y muestras de afecto han inundado las inmediaciones de la estación de autobuses y los amargos recuerdos del «duro» camino para escapar de su país se han traducido en lágrimas compartidas por los recién llegados y por los que les esperaban con los brazos abiertos.

Uno de los gestos más significativos de esta unión escenificada entre los miembros del colectivo burgalés y los refugiados que han arribado este viernes ha sido el de uno de los pequeños que llegó a comienzos de semana en la furgoneta de José Ignacio Alonso con otro que ha llegado en el coche de David de la Riva.

Con las maletas en la acera y a miles de kilómetros de casa, el niño miraba confuso la expectación generada hasta que el familiar de Nadiya, de una edad similar, se ha acercado para regalarle, de las pocas pertenencias que han podido traer desde su país, un peluche a su compatriota.

Tras hacerles entrega de dos tarjetas móviles pagadas con donativos para que puedan contactar con la familia que, por obligación o convicción, aún está en Ucrania, ambas familias han entrado en la estación con ocho billetes de autobús con destino Madrid y Guadalajara, donde algunos familiares les esperan para acogerles y poner fin a su odisea para salvar la vida.

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